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el 'lue sus esposos y sus novios, sus padras y hellnanos

ostaban identificados".

Al siguiente día, Wallc:or salió para león para en–

fievisf(lIs8 con el jefe de los f)emocl'áiicos y re imple– sionó mucho l/el paEs por el cUell la naturaleza había he– cho tanto y el hombre tan poco, y cómo aquel poco que la pequeña criatura human.a había hecho estaba echado

él perder por las constantes muesh as de la violencia re– volucionaria ll

,

León estaba en una vasta llimura que

l)tl–

rada interminable hada el sur pero que hada el norte

ilparecía bordada pOI' ulla elevada y pintoresca cadena de volcanes. Había sido la capital y la ciudad más populosa

de la Provincia de NicElragua en tiempos de la Colonia,

y se suponía más progresista que su odiada rival conserva– dora de Granada al sur, pero constantes revoluc::ione3 in·

testinas hablan JJovido ruina y destrucción sobre eH<:I y su población, de apenas unos veinte mil ha:bitillltes, era la

tercera parte de su antiguo número pOI el tiempo que

Wall<e,' llegó,

Don Franc,isco CasteHóit, el Directol Ptovisolio de la

facción Democ:rMica, recibió

el Wallter con gt'ElI1des mues–

tras de cordialidad, (puesto que la suerte de su partido ib<1 de mengua), y a los

I ecién llegados se les dio el l1ombi'c

de "La Falanje Amelicana", -al mando, por supuesto, del Coronel Walkel'-, y sus hombres se afmon las carade– I'ísticas cintas rojas Oíl sus zombreros gachos, Poco des

M

pués, la mayoría dc los Americanos se convirfieron en ciu– dadanos nicaragüenses por medio de un,;, simtJle cledaM

ración do intonto. lo que les daba derecho oficialmente. i'lparecer en las nómina$ de pago y a ciertas concesiones de tierras como bono.

Walker vio que Casfellón era débil de carlÍcler y que estaba bajo la influencia de ciertos oficiales nicaragüen~

5es celosos de los voluntarios americanos, y entonces se decidió por una acción rápida que estableciera su propio lJrestigio. Así es que cé'lsi linmediatamente después de la

enh evista I eembarcó a sus hombres en el "Vesta" y ton

unos den aliados nativos se di! igió hacia el sur para do.

minar la ruta del Tránsito, en aquella tira angosta do

Herra entre el Océano Pacífico y el Lago de Nicaragua, El sabía muy bien que esa sería la vía de abastecimiento para futUl'oS leeiutas y equipo que sus amigos simpatiza_ dOles de California y el Este, le enviarían, lo que ela vital péll a el éxito de su empresa.

Walker y sus hombres desembalc8ron cerca de die– ciocho millas al nor~e del puerto terminal del Tránsito, San Juan del Sur, y se dirigi'eron a campo traviesa, baio un torrencial aguacero que hacía difícil la marcha, hacia

l~~ ciud51cl de Rivas, que yacía un poco al norte de la ru–

ta y conto a medio camino de la misma y cuya estraté. gica posición le permitía el tontrol de todo el tráfico Los I egifimisfas fueron avisados de la llegada de Wall<er -él después ti eyó que por traición de uno de los celosos ofi– ciales Democráticos en Le6n-, y fuertemente guarnecie~

Ion la ciudad con más de quinientos soldados.

Después, ceu:a del I'necliodía, Wallte¡' encabez6 una

Después ele la batalla se reorganizan sucios, maltrechos y hambrientos.