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« Previous Page Table of Contents Next Page »ma de' "m'nifundio" (100,000 pequeñas propiedades) y
la tensión nacional creada por la posesión de la tierra se han combinado para producir la violencia", En Octubre, "La Patagonia ll
,
un la';~fundio en el Te~
rrítorio del Magdalena fue el escenario del terror. Cie~
nas de peOhes, que se habían fincado en partes no cul~
tivadas de esta propiedad de 2,000 hectáreas y las ha· blan plantado de maíz y árboles frutales, fueron desalo–
¡ados a la fuerza Algunos fueron encarcelados, 5U5 ca·
sas quemadas y las víctimas clam¡non venganza.
En Noviembre, 200 plantadores de cacao, que es– taban reunidos en su prin1er congreso nacional en Bo– gotá, vieron cómo Nataniel Díaz, conseiero de UI1 sindi– cato, tomaba la palabra y denunciaba los vicios del "la–
tifundismo" y el "minifundismo" y la violencia que in–
dh'ectamente producían.
Los estuclios científicos proveen un.1 distf.nta clase
de medida para el descontento que emana de l~ mal~ dis–
tribución de la tiel ra Los estudios sociol6gicos de las co·
Inunidades de Tabío por Smíth, de Saucío por Fals-Bord.
y de Manta por Duque Gómez, todos enseñan &minuti–
vas tenencias y baja productividad laboral. En Tabio el 36% de la 'ierra está dividida en huertas de ocho acres
o _nenas. En Manta, el 71 % está dividida en parcelas
de menos de cinco acres y el 43% en men05 de des Del es
y media.
Los estudios económicos de los úl11.mos cinco años provoen algunos cómputos de la distribuci6n de la tie
f(éJ en un.1 escala nadonaJ que indican In gravedad del problema inherente a la mala distribuci6n de la misma
De 820,842 propiedades rurales clas\,ficadas de acuerdo t:on el Censo de 1951
1
cerca del 56% son de doce tlCI es
y media, y el 32% de cinco acres o menos Por otra par te, el "latifundio" de más de 1,200 acres da cuenta de!
31 % de la tierra ocupada por haciel'ldas En su estudio extensivo de la economía de Colombia el1 1956, la Co~
misión Económica para la América Latina a9:,rm6:
ti
Aun– que nunca se han llevado a cabo investigilcionos para determinar el tamaño más conveniente pora los distinto~
tipos de trabaios agrícolas en cada zoaa y a cada nivel
cljmaté~·¡co, se puede afh "1ar .1 priori que, generalmen~
te hablando, las de dos hectáreas (cinco acres) y las de 500 hectáleas (t,200 aCles) no son económicamente de seabies. Ambos son sraves problemas que deben con~
sidGrarse como los más difíciles obstáculos ~I desarrollo agrícola del país".
La acusación contra el "minifundio" se basa en que tl'lC'lntiene a la genfe ociosa YI naturalmente, pobre Por eiemplo, la familia coniente que ocupa una huerta de cinco acres vive en medio de un contraste entre dispo– nibílíd.d laboral y necesídades laborales. Por una par– te, una familia de cinco miembros puede proveer 400
días de trabajo al año; y por otra, solamente contribuye,
par término medio, 146 días al año. I:sto significa 254
días de desempleo. Este oculto desempleo no sólo tie· ne efecto en bloquear el desarrollo agrícola, sljno tam biétl en promover la agi)adón económica y sodal. El "Iatifundio" se asemeia al "minifundio" en el hecho que la productividad laboral es baitl, y ofrece, en contras1e, tos males de poca colonización y baja util:lzación. Los estudios geográficos hechos por erist confirman
Jos estudios sociológicos y &con6micos a que hemos he~
cho referencia describiendo no s610 el poco progreso del típico laHundista sino también el vivido descontento del campesino.
No sólo el tamaño de la propiedad (distribución), sino también el modo en que la tierra se posee (tenen~
cia) son causas de la gravedad del problema.
La hacienda grande o mediana es, generalmente, de un indjviduo que algunas veces la maneia él m1smo, pe– lO que, más frecuentemente, emplea a un administrador a cluien consulta periódicamente En algunos casos, par– tes de estas haciendas son alquiladas por períodos de uno a tres años, pero el inquilino, en estos casos, no tiene intenfi':é¡n de finca~~o permanentemente y opera como un "entrepreneur".
El pequeño campesino, sin embargo, ocupa y ope· ra Su finca El campesino puede poseerla en propiedad, aunque muy raramente tiene sus escrituras; o bien co·
mo un colono en indefinidas tierras baldías, sin título alguno; o f]J:en como inquilino, o como cosechero El cam~
pesino usa de la tierra baio una gran variedad de condi. ciones, una de cllas es la que ti abaia para una hacienda grande en la que ,ecibe hospedaie para él y su familia
y un pedazo de tierra cultivable para su uso exclusivo Esto se conoce por varios nombres como arrendat21 io,
vh,~.ente, agregado, o más generalmente como coiono
Paga por su hu!,!rta con su trabajo y también, con frecuen~
ca se le permite, por élfl eglo verbal, que mantenga una vaca o un cerdo en la propiedad del patrón
Aun c::uando _hubierlln estadfsticas que mostraran el
número de campesinos de acuerdo con cada tipo de te– nencia de la tierra, sería muy difícil interpretarlas desde
el pUtlto de vista de su influencia en el descontento SOM
cial y económico. Excepto en el relativamente raro caso del propietario de tierras de la clase media, parece que el hambre económica de tien a es mayor que el hambre
~icol6gica de la misma, y que el hecho más importante es que el pequeño campe~ino terrateniente, por lo gene–
ral, --no importa la forma de su herodad-, vive al mar~
gen de la existencia.
La situación agraria Colombiana, previamente des– crita, presetna UI1 cuadro de un descontento con un po~ ~encial peligroso. Cómo se ha desarrollado este descen– tento, y cómo se ha llegado históricamente a esta si'ua.. d:ón, y cuáles sOn fos prospectos para el futuro, sí las fuelzas h!stóricas que hoy operan continúan operando? El fondo del problema histórico es la explicación de la paradoja del escasamente poblado "latifundio'" al lado da sobrepoblado "minifundio", ambos ante un trasfon– do nacional de enormes extensiones de tierras baldías despobladas.
El "Ia;;fundio" comenzó con las primeras reales cé. dulas sobre los valles y terrenos llanos de "tierra fría"
y "tjerriJ templada". La preocupación por la minería, y
la aversión por el cultivo de la tierra hizo que los "enco.. menderos" USéU an parte de sus terrenos para pastizales
y deiaran el resto ocioso El indio y el mestizo, en cuan– to fuelon oriRinalmente absor~idos o más tarde atraídos por la hacienda, fueron obligados a aceptar una econo– mía diseñada para una autosuficiencia estática y no pa– ra una abundante producción. Para el dueño, la hacien.
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