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« Previous Page Table of Contents Next Page »quiartos por el dinero, y mucho que suele pedir: mil,
dos mil francos por cada vez; pero en cambio la seño–
ra vizcondesa tiene un amante de COl azón a quien
nunca pide un cenfavo. y anfes pOi el contrario, ella es la que paga el alquiler de los cundos Por lo que hace a Luisa, la niña ésa esfá todavía muy joven} no sa.be aún lo que es amor, pero en cuanto se case, se_ guirá el ejemplo de la mamá y de sus amigas Ya la :trabajarernos a su tiempo
-Señora, os suplico que calléis: no puedo con– cebir seluejanfes infamias
-¡Qué queréis, hija míal Esa es la vida de PUlÍs; esas son las cosiumbres: tarde o felllpranO, todas Ha– nen que pasar por allí: nadie escapa Vadss hay, al principio, que se hacen las orgullosas o las difíciles; pero poco a. poco vienen al fin a cael" en nuestras nta– nos y no creáis que fraíarnos 801a1'nen1e con las po– bres. Tenentos clientela de señoras tn.1.lY licas y prin– cipales Conocéis a la duquesa de Bmrier, ¿no es Ver–
dad? Su marido es millonario, Glla tiene coches, laca– yos, palacios, joyas y vestidos en profusión Pues bien: en una ocasión se vió en un apuro, no podía pagar a Worih una fadula de diez rnil francos, no obsfanfe lo mucho que le da su lnarido, a quien no se atrevió a hablarle de esa deuda; hubo quien supiera los apuros de la duquesa, tal vez e11 casa del mismo Worih¡ ofreció ese caballero la suma en cuestión, y la duquesa vino a nuestra casa de la calle Duphot Aho– ra sigue llegando pOr gusto, y hace por amor y afi–
ción lo que antes hizo solamente por dinero Así es el mundo; y si queréis salir de las reglas generales,
10 pasaréis 'IUUY 'IUal
-Esioy resuelia a pasarlo IUal
-Reflexionad bien lo que esfáis haciendo, seño-rita Emma: pensad que no se ira±a de un viejo liber– tino, de esos que sólo lo hacen por vicio y que no siente afición ninguna por la n1.ujer que solicitan, sino de un caballero elegante, que apenas cuenta ireinia o treinta y cinco años, y que está perdida.rnen– fe enumorado de vos Yo no quiero forzalos, pero os 8segulo que perdéis una brillante ocasi6n
-Jamás n"l.e convenceréis de que una mujer pue–
da vivir en paz con su conciencia cuando ha faliado de eSe modo a su debel"
-¡Pero si no hay faHa ninguna! Según los ins– tintos de la naiuraleza, amar y ser amado es un sen– iim.iento natural que no puede iurbar la conciencia
de nadie
-Turbaría la n"l.Ía, señora; porque eso que venís a proponerme es el más infante de los tráficos El
amor es un seniíxnienfo sagrado, algo sublime y su– perior que vosofras profanáis cuando queréis conver– iirIo en vil mercancía
-Se conoce que sois extranjera y muy joven to– davía. Estáis creyendo en amores novelescos ¡Pobre jovenl ¿Qué, no estáis viendo lo que es Palís'? Hay aquí tanias necesidades, cuesfa fodo fan caro; es tan difícil ganar dinero, que las m.ujeres se. han dejado de romanticismos y novelas, y no adm1±en el amor cuando no va acompañado de buenos billetes de Ban– co. Una que otra suele aficionarse a su ama.nte y en– fonces esfá arruinada! creedme, hija nlía,
110 se pre– para el caldo con sólo amOI; no se compra leña y,
sobre iodo, no se paga el arriendo de la casa al pro– pietario
Esta úllirna frase de la vieja, relativa al precio del arriendo, hizo dolorosa i'IUpresión en la joven, quien confuvo con düiculfad un gt"ifo que quería es– caparse de su pecho, y que a fuerza de voluniad se convirfió tan sólo en un prolongado suspiro
-Veo que suspiráis (dijo la vieja)
ro.nzas de que eufráis en razón Volveré ciro dia en que estéis m.ejor dispuesta
. "-B8;~ta, sefiora (dije:> Elnma, levantándose COn
lndlgnaclon ). Ya os he dIcho que no quiero vol ver El
oír una palabra de vuesirus infaznes propuestas: all_
tes moriría mil veces de misel ia
-:-Os dejo, pues: . lefl?xio~1.ad. un poco, y si fenéis necesldad de n\l, aqul esia n\l tarJefa l.:01l la9 señas de mi ca~al no fenéis más que esc! ibirme cuaIrO lerras, y
venche a buscaros Una muchacha lan hennosa GOn).o vos no se queda lnucho :1i.enl.po en París haciéndOse la in1posible Adiós, \ne voy
y diciendo esío la vieja, sacó de su cariera una tarjera con su nombte y señas, y la puso sobre nne.
silla
-Adiós, señora {dijo En1.nta, cerrando de nuevo la pueda de su casal
Sola quedó la desgraciada joven, pensando COn
profunda iris1eza en aquella horrible y de!:iesperante situación La pobreza, la rrliseria con su espan.losa
faz, con su fé1rico codejo de su.frimientos, de han1.ble de flÍo, de desnudez y desvonluras, se pI esenlnb~
sombría y aierra.dora ante su vista A peofll de haber empefLUdo o vendido todas sus joyas, todos Sl15 rnue_
bIes, hasta la última pieza de sus vestidos, hasta el relicar iD de su lnadl e, esa relicario sagrado que enCe_
:n. aba para ella los postreros recuerdos del amOl: r(\a–
terno, no tenía aun lo necesalio para pagar el arrien_ do de la miserable casa en que vivía, y en pocas ho–
ras más, los alguaciles, con su brutal procedinuento, llegal ían a arrojarla a la calle después de haber ven– dido hasia la úllim.a pieza de su infeliz mobiliario
Las amigas habían venido a vlsital1a para ofre– cerle insulfallie y vana protección; ofrecerle billetes para el 1eafro, paseos en el Bosque, salones que visi– tar, a ella, que no tenía con qné pagar el arriendo de su casa; que apenas conservaba uno o dos ves:l:idos presentahles; que no iendlÍa en breve ni casa en qua
vivir, ni fuego para calenfarse, ni pan para l.Y\afal el hambre, ni abrigo, ni cosa. ninguna con que satisfacel las nlás impel iosas necesidades de la vida I Qué sar– casmo! Al través de aquellos oflecimienlos hipócdtas se noiaba la complacencia de la envidia al ver los males sufridos pOi aqueUa heunosa CJ ialul a, en airo liempo opulenta y festejada beldad de los salones, y ahora pobre y despreciada obrera de las boardillas Con1.o un favol- se le invitaba a venir a los salones, co–
mo un regalo se le ofl ecía un asiento en un carruaje, y las que le daban el tUulo de 31'niga creian hacerle señalado servicio y lnarcada honra con visifarla, no obstante su extremada poblezB; y mientras tanio, una
vieja impúdica y desvergonzada venia a sorprenderla
en los momenios de mayor apuro, proponiéndole in– fame tráfico, al cual su alma noble y pura se resis:tln con toda la fU€l za de la más inmaculada virtud Lu–
cha tenibJe enfre el honor y la vida, lucha espanl:osa, desigual, inconcebible, en cuyos cotidianos asalios acaba siempre por sucumbil la virtud La rrtujer que resiste setnejantes ataques; la (fue viéndose heunosa y
deseada prefiero la 1"l.1iseria con hambre y con frío, con insultos y con desprecios al sacrificio de Su honor y al tráfico de su conciencia, es un ángel inco'IUpara– ble, es una criatura sobrehum.ana, es un destello divi~
no caído por casualidad en el inrnundo lodo de la tierra! ,ial ma Ernma!
Para mantenerse pura de alIU3 y de cuerpo en
aquella atmósfera de corrupción y miseria, para no sucumbir a las mil 1:el1.iaciones que constantemente se le ponian por delante, para preferir siempre la vir~
tud austera al vicio seductor, y para no cejar un mo– mento ante el furioso veudabaJ de las pasiones de la gran ciudad, se necesitaba una ahna supelior, una fuerza de voluntad incontrastable, una educación es~
pecialísima, en una palabra, unu mujer slnericana
Elnma Norris la linda anlericana del Norie, se encon~
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