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« Previous Page Table of Contents Next Page »CAPITULO IV
LOS BONAPARTES
La. dorada cúpula de la iglesia de los In válidos, bajo la cual reposall las cenizas de Napoleón 1, es una de las más hennosBs y artísticas de las nluchas
que confiene la ciudad de París Entrando en la
iglesia se encuentra uno en el templo de las glorias
napoleónicas: a un lado el sepulcro de Jerónimo Bo–
napalfe; al oiro el de Turena, y en una cripta del cen–
tro el gran catafalco de Napoleón J, fodo de pórfiro rojo y rodeado de muchas banderas de las que tornó nI enemigo durante sus guerras Irnponente y Inajes_ iuoso es aquel gran sepulmo, digno de cubrir las ce– n izas del hombre más exiraordinario de los tiempos
t\'\odernos
Empieza ya a fonnalse mitológica leyenda alre– dar de aquel genio de la guerra Han querido sus adoraadores deificarlo fonnando una alegoría que consiste en sostener que Napoleón 1 no ha existido nunca; que no es más que un mito, un ser imaginado, un dios de la fábula, el mismo Apo]o de los gentiles,
y que fodo 10 que de él nos cuentan las historias ilo es sino la leyenda del dios griego, repetida con poca variación por los modernos El nornbre de Napoleón no es otra cosa que un anagra:rna mal forn1.ado de Apolo, y se le agrega Bonaparie para indicar que vie– ne de buena parle Nació en una isla de Oriente, co– mo se ~uenta de Apolo o el Sol, que, según la }vliiolo– gia griega, son la misma cosa, y fue a rnorir sepulta– do en el rnar, en una isla reInota del Océano Tuvo por xnadre una mujer que, al decir de la fábula, 10 parió sin dolores, y que llevaba por non1.bre Leticia, que en Latín signilica alegría o aurora, lnadre del Sol Sus cuairo hermanos José, Luciano, Luis y Jel-ónirno son los cuatro puntos cardinales del holizonie que el Sol ilumina con sus rayos; sus Ires hermanas Paulina, Elisa y Carolina son las tres gracias que acompañan
él. Apolo Doce glandes rnariscales represenfan los do– ce signos del Zodíaco, a los que sigue conslanien\ente el gran ejérciio de las estrellas Brilló conto el Sol, con esplen.dor inusitado en Egipto, Italia y demás lu– gares del Mediodía; pela al llegar al irópico de Cán– cer tuvo que retroceder, y sobrevino emonces el lT\anfo blanco del invierno con la resfs1.tración borbónica
airas tantas cOlT\palacione6 rnás o rne110S ingenio– sas pueden hacerse entre el Sol y Napoleón 1 Aquel hon1.bre extraordinario y formidable no fen'\a en su carácter, pensarnientos y maneras nada absolufau1.sn– fe de francés: era un corso mal criado, as tufo, amhi– cjoso, audaz, que supo conOCel" y dirigir a los flance– ses, engañándolos y sirviéndose de ellos para realizar hechos sorprendentes y para cometer las mayores ini– quidades que recuelda la historia conlemporánea: sólo despreciando a los hombres como él los despre– ciaba, y no teniendo ninguna especie de rnirarnientos ni de escrúpulos, pueden llevarse a cabo las COSf\S
portentosas que realizó Napoleón I
Para llegar a hacerse em'Peradc!r de los franceses es preciso haber salido de la rnise:r:-la o de1 destierro,
y escalar el trono a fuel za de audacIa
Napoleón Bonaparie, que no fenía un centavo¡ que vivía en una boardilla miserable de la "rue de Mail" rascándose la sarria, según la expresión de sus camaradas, flaco, Inacilen±0, sin auxilios de ninguna eapecie¡ que se veía obligado a escribir una carla a Tahna suplicándole le ples±ase veinte francos, qne le pagaría con el prin1.er reino que conquisiase con su espada, y que estuvo a punto de casarse con una ac– triz del Teatro Francés para salir de miserias, fenía en su pecho grande atnbición y en su cabeza algunas ideas que, desarrollándose tnás tarde a Inedida que fueron encol1.±rando elernentos favorables, debían con– ducirle al pináculo de la gloria y de las grandezas humanas No feniendo nada que perder, podía arries– gal cual1.±O tenía Fue general de la noche a la rna– fu\na; impuso silencio a cañonazos a la plebe de Pa_
rís; se enconhó en Iialia a la cabeza de un ejército de: descamisados que combatían como leones para llegar a la tierra prolnetida a buscar abrigo y aJin1.enfo Aquellos soldados de la República, eniusiaslnados Con
las palabras ardorosas del joven guerrero, realizaron prodigios de valor¡ pero aun después de aquella me~
rnorable campaña de Halia, modelo de golpes rápidos y audaces, en que, según su pl'opia expresión, venció a tres ejércitos sin generales y a un general sin ejér_ ci±o, tuvo necesidad Napoleón, para llegar al colmo de sus aspiraciones, de rodearse de nuevos presiigios, de colocar sobre su frente la aureola misteriosa de los países orientales, y cuando se creyó suficienien1.enfe prestigioso y apoyado por un ejércilo, entró con som~
brero calado, con botas y espuelas en el salón de los representantes del pueblo y los echó de allí a bayo_ netazos Después de semejanfe violación del derecho no le quedaba Inás camino que hacerse diefador S~
comprende que un hon\bre de tanta au.dacia y de fan_ ta energía haya fascinado a los franceses y haya lle~
gado a ser eluperador. También se comprende el ltn. pelio de Napoleón III, hon1.bre valiente e iluslrado que unía a la flelnática calma del holanrlés toda l~
astucia del criollo aITIericano Esie personaje singu_ lal, a quien la casualidad hizo llevar el 11.0mb} e de Bonaparte, sin fener en sus venas una sola gota de sangre de aquella faxnilia, había hecho durante su ju– ven±ud repetidas y audaces tentativas para apoderar_ se del trono: en Eslrasbul go intentó ton\arse los cuar– teles, metiendo por los ojos las águilas imperiales a 105 oficiales asnsiados¡ en Boulogne quiso n lás tarde asaltar la guarnición: fUe descubierto, huyó precipi_ tadarnente en un bofe tan malo, que se volteó, retira_ do del agua como un pollo remojado por los que le perseguían, hte hecho prisionero, juzgado y senien_ ciado a muede¡ conmu:tada aquella sentencia en en– cjerro por toda la vida en el castillo de Harn, escapó astutamente de su cárcel, anduvo prófucpo, sin lecur– sos, errante por el mundo, buscando C011.1.0 pasar In vida y casi sin espel anzas de ninguna especie El que ha pasado por esfos trabajos y angustia.s puede de un salfo, corn.o un iigre, o arrash-ándose como una serpiente, apoderarse de un ixnperio; pela los Bona~
pades que queda.n hoy en Francia pretendiendo ocu– par el trono de sus an±epasados, no llegarán fácilrnen– ±e a escalar aquellas alturas; viven muy bien, esfán
gOl dos, sanos y frescos¡ tienen coches, lacayos y que. ridas: no es así como se lanza un houtbre a conquis~
tal' un i.rnperio Es preciso estar flaco, hambriento, desesperado, para resolverse a arriesgar el todo por el todo Vícfor Bonapade, rnuchacho regalón, Insnieni– do por sus padidarjos corno se n1.anfiene una querida, con el solo objefo de servirse de su nombre como en~
seña; con un apariarnento bien. puesto y coqueiamen– te alreglado; con cabaHos, coches, criados y con todo lo necesario para pasar agradablernente la vida, no se resolverá así no más a arriesgar todas estas cornodi. dades y placeres para lanzarse locamente en temera– rias y problemáticas empresas En vano su incansa– ble vocero y an1.igo Pablo de Cassagnac se desgañi– fará grilando a los cuairo vien tos para llegar al logro de sus an1.biciosos planes: no es con gritos, injurias y
diatribas con lo que se conquistan los irnperios, y a pesal del partido que hoy queda en pie viviendo de glorias y de recuerdos, Vícior Bonaparle tendrá que intrigal- y trabajar consfaniemente, si quiere llegar a ser emperador Muchos son los padidos que en Fran– cia se disputan obstinadamente el poder; pero puede asegularse que el parfido republicano, dividido a su vez en varias fracciones, está en n1.ayoría: hay repU~
blicanos moderados, corno Freycinef, Ferry, Carnot¡ republicanos radicales, como Clérnenceau; republica~
nos rojos, corno Rocheforf, y comunistas y descamisa~
dos, coxno los sectarios de Luisa Michel Componen por 10 regular este partido republicano los hombres de lerras, los abogados, los médicos, literatos. profe– sores y maestros de escuela, los cornerciantes y la ma~
yor parle de los obreros, artesanos y jornaleros El
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