This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »ces sin ellos El "sum1nu1u" de la c1egancia consiste en comer en los restaurantes que no fijan sus precios. El "Café Inglés" presenta solamente una especie de carlilla con los nombres de uno::; pocos pla±os¡ nOlTI_ bl es escritos en letra xnala y enredada Ese es su ge– nio, su
11
cachet", su elegancia El consumidor queda allí sometido en±erarll.en±e al capricho del cajero: le miden, le pesa.n, le aprecian y valúan según lo n1.ás o luenos tostado de su piel, según sus movimientos, su lenguaje, U1anera y compostura. Si el consu1uidor es luoreno, de pelo y ojos negros, hablador y vivaracho, e] cajelo dice para sí, nlirándole de arriba abaio: "Méjico, Brasil, Perú, Chile, minas de oro, plata, co– bre, diamante, guano: el pollo 20 francos, el beefs– ±eak 15 francos, la botela de vino 20 francos, los me– locotones 10 francos: los gl-andes precios" Si es de patillas rubias, de ojos azules, ailo, delgado, excéntri– co, pide "champagne frappé" en el almuerzo y habla poco y pausadamente, el cajero le mjra con socarro– nería y compasión; pero sabiendo que puede protestar si le pega la lanzada muy fueríe, porque es hijo de la "pérfida Albión", no se atreve a presentarle el "luáxi– l1.LUlU", y se queda prudentemente en un término me– dio: el pollo 12, el vino 10, las ftutas 6 Si es francés puro y neto, sobre fodo sj es parisiense y "bouleval– dier" consurnado, entonces es un caITlarada, un ami– go, casi un cómplice¡ ellos se entienden, no pagará silla los precios suaves, "les prix doux": un almuerzo como en cualquiera otra parte
EraITlos tres los que nos habían1.os j1.1nfado para almorzar en la "Maison Dorée". Pedi1ll.os una langos– ta a la americana, un beefsteak con patatas, algunas frufas y dos o tres botellas de vino: la cuenta subió
a 65 flancos Ese luismo almuerzo, en un lcS±aUrall,!a a precio fijo, nos habúa costado 15 francos
Los lTIuchos restaurantes y cafés que hay en los boulevards, calles, plazas, jardines, casi en las aceras y en medio de la gente que se mueve y va en todas dilecciones, dan a París un aspecto especial que no fiene ninguna otra ciudad del mundo La larga fila de Inesilas para ±oInsr el café, puestas en las anchas aceras, cubierfas de día y de noche de un genfío in. l11.enso; el constan1:e pasar de carruajes espléndidos, el grito de los vendedores de periódicos y objetos diver~
sos, las l1ermosas avenidas de árboles que se pierden de visia, la infinidad de mujeres galantes que reco_ n en las calles y boulevards buscando fáciles amores las fiendas de fotografías con celebridades de la polí~
tica y del teatro, los kioscos con periódicos de todas clases, y cierla epecie de :tranquilidad, de alegría y
buen hurnor que se nafa en los semblantes, hacen Ver que el viajero se encuenha en la ciudad de la eterna feria y de la eterna diversión
París es por la noche la ciudad más bien ilunli. nada, la más alegre y bulliciosa del mundo Sus ca_ fés están abiertos hasta las dos de la mañana, y al. gunos lo están toda la noche La calle, la acera, el café, es allí lugal de Olta Los aInedcanos se encuen. 1ran y reconocen de seguro en el salón del gran hotel o en alguno de 105 sitios mencionados No fue allí, sin embargo, donde encontrarnos a la hermosa joven nor– teamericana de quien ValTIOS a hablar
CAPITULO III LOS INVALIDOS
Vamos a los Inválidos El glon edificio construído en fiempo de Luis XIV es de un aspecto grandioso, si bien un poco bajo en proporción de su tamaño Pue– de contener hasta seis mil personas, a quienes se pro_ pOI ciona allí todo lo necesario para la vida Vense en oste lugar los restos n1.utilados de los ejércitos france– ses La Francia, nación bafalladora, conquistadora, guerrera, an1.iga del sable, del unifoITIl.e y del cañón, tenía neceeidad de una casa de eqta especie, donde van a refugiarse los que, habiendo sel vida a la patria, han quedado inutilizados para el trabajo
Los viejos soldados con sus anfiguos uniformes, sus gorras y sus condecoraciones, se pasean a pie o carrefiias de mano por los largos con-edores de aquel edificio No falfan algunos que se complacen en le– cordal' las pasadas glorias, las batallas en que han fomado parle, los muchos combates que han presen_ ciado y las esperanzas que abrigan de futuras vicfo– rias de su patria
-¡Ah! (exclamaba un anciano nonagenario a quien dirigiITlos la palabra) ¡Ah, señor! Si nuestro emperador viviese todavía, no habríamos presenciado fantos desastres Aun después de Waterloo, aun des– pués de vencido y aprisionado en Santa Elena, la Eu– ropa entera temblaba al solo nombre de nuestro em– perador ¡Oh, caramba! ¡Qué no nazca oh-o empera– dor como aquél para guiarnos de nuevo a la victoria! Yo mismo correría al combate: creo que aun tendría aliento para empuñar el arma, si viese una vez más aquel rostro iluminado por la idea; aquella fisonorn'i.a hermosa, sublime, imponente, aquella mirada de águila, aquel emperador divino, divino, divino
y el pobre viejo derramaba lágrimas de ternUl a al recordar la grandeza, la bravura, la distinción de su querido emperador
-~Os acordáis bien de aquellos tiempos y de la
figura de Napoleón I? (le preguntamos).
-¡Cómo! aSi me acuerdo? Pelfecfamcnte¡ C01110
si estuviera presenciándolo todo
-aPodríais referirnos algunos sucesos de las ba– fallas en que tomásteis parie?
-Soy, señor¡ uno de los pocos soldados que que· dan aún de la m.emorable batalla de Jena -Aquélla fue la más completa de las victorias¡ por esíos enca– necidos bigotes se cernió muchas veces la nieve de Moscow, esta medalla, que guardo como sagrada re– liquia, me la puso el emperador con su propia Inano después de la gran batalla de Dlesde, en que tantos valientes quedaron por tierra Fue en esia batalla donde lT\urió el general Marean, que no había trai· cionado y que peleaba al lado del enemigo El mis– mo emperador e1.1. persona dirigía las baterías, y es probable que la bala de cañón que llevó la pierna al general fuese dirigida por ese artillero coronado
-¿ReCOl ciáis los detalles de aquellas meInorables jOlnadas?
-Todo, iodo, corno si lo esiuviela viendo ahora mismo, pero lo que no puede borrarse un mOrrLenío de mi memoria, lo que rrLe persigue hasta en sueños como un fantasma hon-ible es la espantosa retirada de Moscow: la nieve, el frío, el viento, el desierto, es lo luás aten ador y téh ico que he visto en mi. vida No podréis nunca ilnaginaros lo que fue aquella incom– parable catástrofe El emperador no tuvo, sin embar– go, la culpa de nada aPoclía él impedir la nieve de caer, el frío de matar a los hombres y a los caballos? ¿Cómo puede decirse que él haya perdido al ejérci– to? ¡Oh! No, no El era sierrLpre el misrrLo: invenci– ble, grande, muy grande
-¿Podréis coniarnos algunos episodios de la re– tirada de Moscow?
-Figuraos, señor, que después de la sangrienta batalla del Borodino, a las márgenes del ría Moskowa,
-154-
This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »