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« Previous Page Table of Contents Next Page »Relaciones Exteriores recibi6 de la Legación Americana el proyecto de tratado, en cuyas cláusulas se proveía a la organización d~ la Guardia Nacional en forma apolrtica, dirigida, educada y entrenada por oficiales suministrados por el Gobierno de los Estados Unidos, los cuales conser– varran el mando del eiército hasta que estuviera listo un cuerpo de oficiales nicaragüenses instruídos, disciplinados
y desvinculados de los ideales partidaristas. El Ministe· rio de Relaciones Exteriores contestó a la Legación que, siendo este un hecho de tanta trascendencia, no princi– piaría a tratarlo sin tener el consentimiento unánime de la ciudadanía nicaragüense, expresado por las autorida– des de los dos partidos políticos que se dividen la opio nión pública. A la Legación le pareció bien la idea de la ,:;ancillerra, y sendas notas fueron dirigidas a las Juntas Directivas Nacionales ~e los pOirtidos conservador y libe– ral, enviándoles copia del proyecto del convenio, y ha– ciéndoles la consulta. La Directiva Conservadora cantes– t6 aprobando la celebración del convenio. La Directiva liberal aprobó la celebraci6n del convenio y aconseiaba que se señalara el plaz:o máximo de tres perrodos presi– denciales, es decir, doce años, para la duración del man– do y presencia de los oficiales extranieros en la Guardia Nacional. Obtenidas estas contestélciones se principi6 ~
discuth con la Legación las cláusulas del tratado. El Señor Subsecretario de Relaciones Exteriores, Dr. Jos4 Bárcenas Meneses, fue el encargéldo por el Gobierno de Nicaragua para presentar objeciones al proyecto y dis~
c,..tirlas cordialmente con el Ministro de los Estados Uni– dos en Managua.
El pliego de objeciones, entre varias que se referían a la constitucionalidad del t.atado y puntos de forma contenía las siguientes de fondo: El Gobierno estimaba la creación de un ejércitQ permanente por enganche pro· picio D la formación de soldados profesionales que sue, len constituir las castas militares Dijo que le pareda conveniente levantar la pro~esión militar en cuanto a fa oficialidad y a los ¡efes, pero no en cuanto a los rasos Para remediar esto el Gobierno proponía de¡ar todas las cláusulas del convenio referentes a la oficialidad y esta– tuir el servicio militar oblinatorio para todos los nicara– güenses de los 18 a 20 años El servicio obligatorio du– raria ~os años, y las plazas de soldados se llenarían por sorteo, sin que hubiera redenciones de ninguna clase. Se creía que así se lograría tener una oficialidad profesional, con amor a su o-ficio, y una escuela de disciplina y edu· caci6n ",ilitares para dos o tres mil ¡óvenes nicaragüen. ses cada dos años La Legaci6n contest6 a esta obie~ión,
que era verdad y que sería muy conveniente ese pensa– miento para más tarde, pero que en la actualidad lo má!i necesario era fundamentar s6lidamente el apoliticismo del e¡ército, y que creía que solo poniendo esa misma aspi. ración profesional én el alma del soldado, podria hacér· sele olvidar el partidarismo, que tan arraigado eitaba en el pueblo nicaragüense
li! segunda obieción sustanciül que hizo el Gobier~
no de Nicaragua fue que no le pareda conveniente la ',onfusión de las calidades de sold,do y poliera, porque las respectivas ~unciones exigían cualidades diferentes y aún contrarias entre sí; v citaba el texto de un au'ol' alemán de derecho administrativo, que decía que es con– dición del soldado ser brioso para acometer y hasta un
tanto arrogante, y que es cualidad esencial del policía ser paciente hasta la mansedumbre. La Legación contestó que también se debía deiar para más tarde ,esta separa .. ción, porque podía ser en la actualidad obstáculo para la libertad electoral, que se ¡ba a ensayar, y que podí" perturbarla una policia no maneiada por el mismo siste– ma de apoliticismo y que el erario no tenía lo suficiente para formar al mismo tiempo eiército y policía. De 11$ otras objeciones ~ueron aceptadas la mayo– ría y formulado en definitiva el cpnvenio, se señaló fe· cha par. la
~irma del documento. En este estado del negocio ocurri6 un incidente en las interioridades del poder interventor. El Gobierno de Nicaragua solicitó de la Legación que el cuerpo de o~iciales instructores perte– neciera al ejército regular de los Estados Unidos, porque creía que tenían meiores condiciones para formar una escuela de oficiales en Nicaragua. la Legación America– na notoriamente simpatiz6 con el pensamiento, y des– pués de consultar al Departamento de Estado, se allanó a darle curso a la solicitud. Dos dias después el Almi· rante Latimer visitó el Ministerio de Relaciones Exterio– res, para manifestar que no ereia de iusticia que, siendo el cuerpo de marinos de los Estados Unidos el que ha. bía tenido la dura faena en la pacificaci6n de Nicara– gua, se le postergara en los momentos de prestar ser· vicios, que podian ser provechosos para ese cuerpo, por cuanto era honrosa hoja el haber ~ormado el ejército de otro país, y con mucha parsimonia se queió de la Lega. ci6n Americana, creyendo que era aUf donde había na.. cido el pensamiento de traer oficiales del ejército regu· lar En el Ministerio se le dieron explicaciones al Almi· rante, pero se insistió en la idea del cambio. Dos días después la Legación recibl6 nuevas Instrucciones, y el cuerpo de marinos triunf6, y fue el encargado de proce– der a dar cumplimiento al Convenio para el estableci.. miento de; la Guardia Nacional de Nicaragua suscrito el día 22 de Diciembre de 1927.
En las primeras elecciones supervigiladas lue elec– to Presidente de la República el General José Maria Mon· cada. El orden público descans6 en su período sobre las ruerzas de ocupación de los Estados Unidos; pero se prin. cipió a formar la Guardia Nacional, tanto en la educa– ción de la oficialidad, cuanto en la selección de los rasos los oficiales americanos encargados del empadronamien–
·~o, acogían con gusto las recomendaciones de los hom– bres importantes de uno y de otro partido. Muchachos conservadores V liberales iban entrando a los cuarteles, para servir a l. República bajo la promesa de olvido de su partidarismo. Duro entrenamiento militar tuvo la Guardia. \ la paz en la República, bajo la ocupación ex– tranjera, fue más de apariencia que positiva. El Gral. Cé– sar Augusto Sandino levant6 en las Segovias la bandera de la rebelión, con el doble carácter de un movimiento de protesta contra las vulneraciones de la soberanía y de una guerra implacable con todos los caracteres del bandole· rismo. A la Guardia le tocó lo más áspero de la pelea. Ganaba en cualidades de resistencia, de arroio, y los ra· sos se hacían pronto veteranos; pero era un obstáculo para su educaci6n en el sentido pacifista y cultural, en
C¡!JC el soldado se entrena por las lecciones del cuartel
y la academia.
En el último año del perrada del Gral. Moneada el
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