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los 65 de Mollejones y los 45 No es cierto acaso que ellO de Junio en Nicaragua, solo nosotros,

de ülama estábamos alzados contra el Gobierno ?

Pero no solamente dijimos la verdad, sino que agregamos algo Dijimos que era necesario se-

gwir adelante, a pesar de todo, pero que quien no pudiera hacerlo quedaba en libertad de rendirse.

Recuerdo bien como pedimos a todos que nos siguieran Varios como Luciano Cuadra, físicamen–

te imposibilitado para dar un paso lloraron de emocián en eso pesdedio No podían ir con nosotros! I No

podían sostenerse en pié

Otros mós enteros de cuerpo, pero desilusionados con las últimas noticias, no aparecieron ya en

el portón del corral de la finca

Yo creí que eran pocos los que iban a quedarse Caminé junto con Reynaldo, Luis y otros más

hacia un pequeño cerro de la vecindad, confiando todavía en que muchos podían seguirnos, y cuando vol–

ví los ojos hacia atrás y pude observar que solo éramos quince, lloré como Luciano

Quienes se quedaron allá no merecen sufrir el escarnio de nadie

Ellos eran muchachos rendidos por la fatiga y el hambre, a quienes en la hora suprema les faltó saber que sus conciudadanos es¡aban con ellos, luchando junto COn ellos, o apoyando su lucha

Diez dias es bastante tiempo para decidirse

f amente al llamada hecho desde las montañas, que no habla huelga, y se alarmaron de que nosotros

e'~ nún1ero tan I educida, estuviéramos tan cerca de las pobladas que dominaba /0 Guardia

Cuando nos enteramos de que los periodistas hablan contado esto a todos, ya era tarde

Cundió el desánimo entre muchos de los nuestros¡ que se encontraron así¡ solos en medio de to-

do su pueblo Sin respaldo

Hicieron preguntas, y Jos contestamos

Qué ¡bamos a decir los responsables de lo que estaba ocurriendo ?

Dijimos la verdad, que era lo que correspondia decir Mejor dicho, aceptamos la verdad que

se noS estaba informando por parte de aquellos periodistas que daban datos exactos de lo que estaba ocu–

rriendo

* *

1':

Quienes seguimos adelante creímos en ese fllornenta que nuestra muel te ya estaba escrita Fui– mos a ello cancientes y jamás perdimos la alegría, pero Dios dispuso que cuatro días después, en el sitio

llamado Sanadi, ese presentimiento, no se cumpliera

Otra vez Banadí

13

Octubre

1959

T

ERMINA un receso más

Los abogados de oficio han impugnado la "verdad oficial" del Mayor Guillén, pero el Consejo ha decidido aceptar su testimonio como válido e imparcial

En vista de ello, prosigue e/ juicio y se presenta a declarar el Teniente Gastón Quíntana

El testigo narra cómo la Guardia tu va conocimiento de que en Banadí se encontraban 15 "in_ vasores" escondidos en una IJburrita de monte", y dice que él, con 45 soldados y un regular número de auxiliares civiles se aproximó al sitio, dividiendo sus fuerzas en tres alas y rodeando al "enemgo" total–

mente, hasta encontrarse seguro de que tenía mejor posición, número superior, y mayor volumen de fue–

go que los sitiados

Agrego que intimó a la rendición, identificándose con altas voces y que los 15 "invasores l

'

re–

queridos por él, aceptaron dejar sus armas en el suelo y salir del monte con las manos en alto Sabía quié–

nes eran} y qué armas portaban al haberse enterado de ello cuatro días antes} por otros prisioneros y to– mó en el momento de la operación, las medidas y precauciones que preceden a un combate Trozó un plan en el suelo frente a sus soldados, dijo que si él caía, su segundo debía asumir el mando, ordenó avanzO!

a cubierto y pidió rendición, antes de pensar en hacer fuego

Todo su dicho es cierto Me consta porque en la citada" burrito de monte" a que el testigo se refiere, estaba yo, como he dejado escrito anteriormente

Mientras Quintana declaraba, Reynaldo, Eduardo Chamarra, Mauriee Pierson y otros pertenecien– tes al grupo de Sanadí, cotejábamos sus palabras con nuestros recuel dos Maltrechos y con hambre, ais– lados del mundo, vendidos por el informe de un campesino, que quizá ni sabia por qué nos entregaba, fui–

mos rodeados en una forma ef-iciente, sorpresivo y total

Salimos con las manos en alto

Quintana no agrega cosas nuevas al juicio, aunque sí a su fraseología Guillén nos había /lama-

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