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« Previous Page Table of Contents Next Page »la libertad misma, que es inherente a su personalidad,
es imposible De ahí que en; el concepto .conservador,
olresponde al orden la primacla De esa primada! en el
~rden de realización como dirían los escolásticos, SU) ge el concepto autoritario y jerárquico del sistema conserva·
doro Ordenar, en efecto, es poner cada cosa en su lugar,
en armónico conjunto, dar a cada cual lo suyo Para ello es indispensable una autoridad, porque si correspondie·
ra a cada cual tomar lo que considera, según su arbitrio,
lo suyo, surgir!a al punto la inconciliable pugna de todos los egoísmos y también de ahf surge la necesidad de
una jerarquía porque no todos los valores tienen la mis·
ma categoría sino que estas difieren según sus fines Los
que tienen fines más altos deben prevalecer sobre los
otros Así los valores espirituales priman sobre los ma–
teriales, los sociales sobre los individuales. Asr también los intereses comunes están sobre los intereses particula~
res, los humanos sobre Ips patrimoniales
Mantener ese orden, asegurar la armonía social, conciliar los intereses, proteger las libertades vitales de los asociados, asegurarles los derechos inherentes a su
calidad de persona humana, es la órbita propia de la au–
toridad en el sistema conservador. Fuera de esa órbita
la autoridad está fuera de orden Por eso toda desorbi– tación de la autoridad, todo abuso o extralimitación de
sus funciones repugna tanto al sentido conservador co~
mo cualquier acto de subversión De ahí su repulsa tan· to contra la tiranía como contra la anarquía porque am–
bas rompen igualmente el orden jurídico, ambas desqui. cian el equilibrio social al perturbar la armónica concilia· ción, en una s/ntesis superior, de la gran dualidad auto ridad·libertad
En el sistema conservador la autoridad debe tener
institucionalmente y de hecho, suficiente fuerza para la
eficacia de su función Sus poderes deben ser todo lo
amplio que sea necesario a su misión, pero dentro de la
órbita que le es propia, sin interferir con las libertades populares que les corresponde, por derecho natural al pueblo dentro de su propio campo de acción "Autori– dad arriba, libertades abajo", expresa la fórmula de Mau
rras que es admirablemente apropiada para definir el sis tema conservador. O como lo expresa José Coronel Urte–
cho: "Que el gobierno gobierne y que el pueblo pueble"
En otras palabras, el sentido armónico del conser·
vatismo concilia los poderes de la autoridad con los in– tereses de la libertad A la autoridad le da el pleno ejer–
cicio de su poder en el campo que le es propio, sin que
deba mezclarse en la vida propia del pueblo al que deja en el pleno goce de sus libertades naturales, sin que es·
estas se expandan, a su vez, hasta anular todo principio de autoridad Por eso el conservatismo repudia tan~o el individualismo exagerado que culmine en la anulación de todo sentido social, como al totalitarismo que absor– ve de tal manera al individuo hasta destruir todo vesti·
gio de libertad Ambas cosas destruyen la armonía que
concilia, en la sintesis conservadora, la dualidad sacie·
dad·persona, que coexiote en la profunda realidad de la naturaleza humana.
PRIMACIA DE LO ESPIRITUAL EN EL CONCEPTO
CONSERVADOR
Si en el orden de realización como he dicho, la pri·
macía le corresponde al orden, en el orden de intención,
o sea dentro de la jerarquía de los valores, viene prime~
ro lo espiritual porque su relación con Dios y la conse~
cución de su destino trascendental y sobrenatural es el
más alto fin del hombre, pues para eso ha sido creado
Por eso el conservatismo, dentro de la lógica interna de su propia filosofía, reconoce la existencia del orden divino como base, primer principio y fundamento del
orden moral y de la ley natural que a su vez es fuente de la ley pos'ltiva
Asegurar al hombre los medios para la consecución de ese supremo destino es la primordial misión del con·
servatismo "Probablemente, dice Sir Hugh Cecil en su obra CONSERVATlSMO, no tiene en nuestros días el con–
servatismo funciones más importantes que la de velar por
la vida religiosa del pueblo desde la esfera política. El alcance de la religión es para la política como el de los cimientos que sostienen toda la fáblica del edificio Mien–
1ras el conservatismo se consagre al cumplimien10 de su misión religiosa, haciendo de ella el primero de sus ob–
jetos quedará preservado de los dos peligros principa·
les que alternativamente lo amenazan, a saber: de un lado, el riesgo de convertirse en una mera variedad de
liberalismo, apenas díferencíado de éste por ningún prin· cipio fundamental Por otra parte, el peligro de consa–
grarse a la defensa de las clases pudientes, sin un sin· cero propósito de respetar los intereses de la cumindad entera, ni otro objeto más elevado que el triunfo de su
egoísmo La religión es la medida con arreglo a la cual deben enjuiciarse los programas pollticos, y el espíritu religioso purificará sus fines y sus métodos Subrayan.
do esta verdad, el conservatismo no corre el riesgo de convertirse en una facción superflua ni en una colecti–
vidad de egoístas"
Velar pOI la vida religiosa del pueblo,compréndase
bien, no constituirse él mismo en religión Y velar des~
de la esfera política, no desde la esfera teológica, por– que el conservatismo no es una teología, no es un dog–
ma La teología, el dogma, están en la Iglesia Por eso
el conservatismo asegura a la Iglesia el pleno ejercicio de todas sus actividades sin interferir en su culto ni en
su libertad docente Antes bien, le otorga su decidida plOtección "Un Esfado que posee una Iglesia estableci· da, dice el notable pensador inglés de nuestros días, Mr
Christopner Dawson, obviamente no tiene que crear sus propios ideales espirituales y sus propios standards mo~
rajes porque esas cosas se dan ya en la Iglesia"
A diferencia del liberalismo que es esencialmente
dogmático, el conservatismo no compite nunca con la Iglesia en su propio terreno Antes ibien, colabora con ella en vir,tud de que, aunque diferente sus misiones en
cuantq a su objeto propio, bien eterno del hombre la
una, bien común temporal el otlO, ambas se ejercen en el mismo sujeto
A eso se debe la magnífica paz religiosa que siem– pre se goza en los regímenes conservadores, y en cam– bio, el contínuo estado de rozamiento entre la Iglesia
y el liberalismo porque éste, como consecuencia de su dogmática laicista, no solo trata de eliminar a la religión
de toda influencia social, obligándola a refugiarse en la
intimidad de las conciencias, o dentro del recinto de los
templos sino que acaba por sustituir sus propios dogmas
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