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rumor qUé produce la naturaleza al Jimtre¡;¡arse a su profundo sueño, alabétnosle también, Adan, porque ese run1.or no es otra cosa que un hitnno de alabanza que lo tontona toda la creación!

Cuando Eva hubo concluído, se encontraban los dos arrodillados Adán tenía la vista fija en él cielo y

sus labios munnuraban. Aquella mirada, aquel sem– blante mostraban la profunda emoci6n que le había causado la mística elocuencia de Eva. El sol ya se ha– bía ocuUado, la luna con BU luz de plata iluminaba plácidamente aquel cuadro sublime, y Dios desde el cielo le contemplaba complaciéndose en su obra I

CAPITULO II

DESPlJES

I

MI INSUFICIENCIA EN EL ASUNTO Algunos días han trascurrido.

En el n1.otnento en que comienza la segunda par– te do esta historia, aun se oía en el lejano bosque el eco de una voz, Inajestuosa COtnO el trueno, impo– nente COUlO el n.lgido del oceano agüado por huracán soberbio ¡Adán, Adán, ~por qué cotniste la fruta pro– hibida? y este eco lo repetían lúgubremente las

montañas vecinas.

Yo no he descrito ahora ese trágico acontecitnien– to que se llama el prin,er pecado, porque no he creído fener fuerzas bastantes para hablar sobre ese dratna houiLle, origen de todos los demás que se han suce– dido: migan de todos los dolorlO>s, de todas las angus– tias, ue todas las miserias y de todo!! los males Dra– nla sangriento, porque es el único centro del cual par-

ten iodos esos ríos dé sangre qua la soberbia del hom– bre ha,derramado Drama funesto que cerrando a la hUtnamdad las puertas de la gracia, le abri6 de par en I?ar las puertas del vicio y da la muerte. Dratna horrIble, cuyas trascen~entales consecuencias no pudo borra.r por completo nI aun el estupendo sacrificio de un D10S\

Yo no tengo una sola palabra. un solo acento q';le pueda c?rresponder a, setnejante acontecimiento S,olo un genIO, el gran Mllton, poniendo su gi'lante 11ra acorde, con el trueno, y el huracán, y las tempes– tades, l0li!ro arrancarle acentos. propios con que can– tar el pnn'ler pecado Pero SI la pobre inspiración znia carece de palabras y enmudece anfe 10 horro– roso y fa:l:ídico, no sucede así ante el dolor y la des– gracia. Continuemos

II

MUDANZA Por soberano manda.l:o Adán y Eva salían del Pa. raíso Ibán llenos de la tnás profunda tristeza Un dolor infinito, inmenso, se piniaba en sus semblantes. Las lúgrimas, esas tiernas mensajeras de las penas del corazón, se deslizaban una tras otra por sus tnejillas, en donde el dolor :l.ambién había ítnpreso su tinie tne– lancólico Sus tniradas perdidas en la inmensidad, parecían implorar el perdón de un gran crimen El Paraíso además ha caniliiado: sus árboles, su fuente, sus flores, sü cielo sereno y puro, toda aque– lla hljosa grandeza creada por Dios tan hermosa. Se ha tornado mustia, y parece que la virgen nafurale:m llora cubierta por todas partes con su manto de lufo. Negras nubes en desorden reemplazan a su cielo

trasparente En lugar de aquella brisa tan grata y ju– guetona, un cier:.!:o frío como la muerte le cruza, oyén– dose no pocas veces mugir el viento en la cumbre da los árboles Una que otra ave de lúgubre canto escú· chase de cuando en cuando como interrumpida sal– modia. La fuente no parece ya munnurar alegremen– te, sino gemir llena de tristeza. El arroyuelo antes trasparente, se muestra ahora enturbiado, cual si un genio maldito hubiera recorrido sus ondas. Muchas flores habían perdido sus perfutnes, y las gotas de ro– cío que trémulas pendían de sus marchüadas hojas, parecen lágrimas de dolor. El sol que a través de la brutna se Veía, muestra su candente disco ennegreci– do y sus ardientes rayos parecen querer abrasar la naturaleza.

11I

LA MALDICION ¿Qué ha causado transfonnación seInejantef' ¿Por qué la hennosura ha desaparecido de todos los seres, y hasta el vienio al chocar contra los árboles produce tristísimo sonido, como las quejas de un corazón des– garrado por cruel dolor? ~Por qué la tnano de la Pro– videncia ya no toca al mundo engalanándole y derra– mando por todas partes la alegría? ~Por qué Adán y Eva en cuyos corazones sólo había espacio para la di– cha sienten ahora tan atroz amargura? ¡Ahl Es que han comido la fruta prohibida y Olas obra en ellos su justicia. Han desobedecido y por esto les castiga, ha– ciendo que la naturaleza se rebele contra ellos, para que en todas partes vean su pecado Acaba de caerles aquella terrible maldición en que se les condena al dolor, sin más consuelo que el trabajo, fuente también de dolores. Y tan s610 allá, a traves de los tiempos, les promeie la Misericordia Divina que una mujer dando a luz la VIDA, salvaría a la humanidad, así como Eva, dando a luz al pecado la había condenado a la muerte

Salieron, pues, del Paraíso. Inmediatamente re– cobr6 sus bellezas aquel delicioso lugar, y un ángel amenazador blandiendo en sus manos flamígera es– pada, fue enviado por Dios a custodiar su entrada, pa– ra que eternamente quedase vedado a los mortales Dejémosle nosoiros, ya que andando los tiempos se

ocultó por completo y continuemos con los dos pros– critos.

Sollozando amargamente recorrían todos los lu– gares cercanos al Paraiso, buscando por donde abri_ garse de los ardorosos rayos del sol, por fin, después de recorrer las lanuras y bosques vecinos llenos da cansancio, de hambre y de sed, llegaron a una arbo– leda sombría y allí fijaron su residencia.

Cuando se hubieron repuesto un tanto de sus fa· tigas. dieron sueUa a su dolor Amarguísimo llanto mostraba el intnenso arrepentimiento de sus corazo– nes. Eva sufría más, y a pesar de esio, trataba de cal. mar la desesperación de Adán recordándole la proIne– sa de salvaci6n que Dios les había hecho.

Las horas se trascurrían 11l3nas de mortales an. gustias, hasta que, cansados de llorar, en medio de :liernos suspiros y entrecortados sollozos, Se quedaron donnidos, mutuamente reclinados, bajo uno de aque– llos árboles. Sus semblantes dejaban ver una actitud de dolor tan profunda, que sólo pudiera compararse a la que, 40 siglos más tarde, mostraba al pueblo deicida la más dulce de las madres, cuando ccmtem– pIaba la agonía que en afrentoso patíbulo padecía BU

hijo inocente y divinal

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