This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »IV
LA PROHIBICION
Pocos momentos habían pasádo desde que Eva hubo reclinado en su pecho la cabeza de Adán, cuan– do éste lanzó un suspiro entrecortado. Conmovióse Eva ligeramente y fijó su mirada llena de dulzura en el risueño semblante de su co:mpañero Adán abrió los ojos. y su :mirada de fuego se encontró con la que ardiente le dirigía aquel ser encantador Ahl eS imposible describir lo que aquellas almas sintieron en tan supremo instante En mútuo arroba:mienfo per– maneCIeron largo refo. sus corazones latían con vio– lencia, él contemplaba extático fanta her:mosura, ella sentíase atraída hacia aquel ser. sus :miradas al e.n– contrarse despertaron en sus corazones un mundo do amor. Adán, en medio de tan subli:me arrobamiento. levantó sus brazos, tornó entre sus manos la her:mosa
cabeza de Eva, y deposífó en su casta frento un beso e:mbriagador!
Fue entonces cuando Dios se dejó ver de ellos y les dijo, Creced y muliiplicaos hasta llenar la fierra, os doy absoluto dominio sobre iodos los animales da la tierra, sobre las aVes del cielo y los peces del mar Comeréis de todas las frutas que hay en el ParaíBo, y principalmente del árbol de la vida para que seáis in– mortales, pero os prohibo comer la del árbol de la ciencia del bien y del mal, y si de ella comiéreis, mo– riréis.
Adán y Eva, desde que vieron a aquel ser y es– cucharon su majestuosa voz postráronse de hinojos, pro:meliéndole en seguida cumplir sus mandatos, y Dios desapareció
V
EN EL PARAISO
Algunos momentos han transcurrido después del suceso que acabo de referir.
Adán y Eva, lenas de la más pura alegría se pa– sean por aquel delicioso lugar. En cada mirada, en cada suspiro, en cada sonrisa se dirijen con ternura muiua:mente una caricia, porque aquellas :miradas, aquellos suspiros, aquellas sonrisas encierran amOl, amor puro, inefable, divino, de dos corazones que se abren dulce:mente a la vida, ese a:mor :misierioso y santo que hoy solamente describe el Poeta y sienfe el Angell
Embebecíanse en mirar aquel lugar llera:o de fan– ta belleza_ Allí los árboles rnanfeníanse cubiertos de camas de flores de vario color, que e:mbalsamaban el ambiente con su aromática fragancia, otros, cuyos racimos tocaban al suelo, estaban ade:más cargados de sabrosos frufos, convidando a saborearlos, allí la bri– sa grata y llena de pureza, enireieníase a través de las hojas, cuyas gafas de rocío, heridas por los rayos
del sol, fonl1aban al caer una lluvia de diamanfes, allí recreaban dulcemente el oído los arpados cantos de las aves, cuyas alas esfaban matizadas de mil cam– biantes colores, allí el suelo estaba, por fodas partes, cubierto de blando césped, regado de flores, semeján– dose a una alfombra na.l:ural, allí la fuente murmura– dora elevaba al cielo sus cristales que al quebrarse en ellos la luz, dejaba ver en graciosa confusión los co– lores del iris en den-edor Todo, fado sonreía felicidad y a:mor a aquellos corazones embriagados de placer: los tiernos suspiros, las dulces caricias, los ar:monio– sos cantos de las aves, el aroma de las flores, el mur– murio de la fuenfe, la frescura de la brisa, la pureza del cielo, todo esto de consuno brindaba deleífe y a:mor Sus pensa:mienios Se concenfraban en fres pun_ tos: la bondad del Creador, la belleza de la natura– leza y el inmenso amor de sus corazones A la som bra de aquellos árboles, departían dulcemenfe sobre alguno de estos punfos, alabando por fado a Dios que los había colmado de tania dicha
VI
UN JDILIO Era una tarde serena, de esas en que parece com– placerse Dios en derramar la hermosura sobre foda la creaci6n, inundando de mares de rosada luz los cie– los y la tierra, en que las nacientes flores se preparan a recibir en sus tiernos pétalos el húmedo beso de la noche, en que las alias copas de los árboles, perdién– dose en el azul oscuro de los cielos, parece que se le– vanfan de la fierra y escalan el fir:mamenfo para pe– dir a Dios la savia de su fecundo aliento, en que las aves buscan sus parejas re~~lando sus frinos para entregarse juntas al sueño. biI'r una de esas fardes, es– taban Adán;y Eva senfados bajo el árbol de la vida sobre la fresca yerba, departiendo dulcemenfe sobre las bondades de su Creador.
-Mira, Eva, decía Adán, cuán bueno es nuestro Diosl Cómo cuida de nosofrosl Cómo nos ha rodeado de fanta felicidad! Vé la naturaleza, la ha creado pr6vida, tan sólo para nosofros, la ha llenado de ar– monías, tan sólo para recrearnos, la ha cubierto de belleza, para nuesfro deleite, la ha rodeado de encan– tos, para nuestra alegria.
-Oh, Adán :mío, alma de mi vida, somos muy felices. Cuando veo llegar hacia nú los pajarillos can– sados de volar, me recreo llevándolos a la fuenfe, pa– ra darles de beber en mi propia :mano, cuando vienen a posarse sobre :mis ho:mbros las palomas cantándo– me suavemente al oído sus e:mores, me divierto lam– bién en presentar a sus tiernecitos picos el trigo que les recojo fodas las mañanas, cuando a nosotros llega el hermoso le6n, que fan soberbio se muestra con los ofros animales, ¿no es verdad, Adán, que gozarnos
mucho en acariciarlo, jugando su sedosa melena, y e11 verle dormido en seguida, echado :mansamente a nuestros pies?
-Si hubieras visio esta :mañana, Eva, venía yo de la fuente y pasé bajo el árbol de la ciencia del bien y del mal, se deslizó de una de sus ramas una ser– piente que me acarició en extremo, pero yo no corres– pondía a sus caricias, porque me parecio muy fea, y porque comía de la frufa prohibida que los afros ani– males no comen, por lo demás, fu sabes cuánto me gozo en jugar con fados, y en contemplar fania dicha creada para nosotros, y después de fanfa que nos ro– dea, vienen a complefarla, hermosa mía, la vidud y nuestro amorl Alabemos a Dios que fambién ha pues– to estos sentimientos en nuestros corazones!
-Sí, sí, alabémosle, exclamó Eva, llena de eniu– siasmo. Juntemos nuestras alabanzas a las que le di– rige sin conciencia toda la naturaleza. Cuando oiga– mos al ruiseñor interrumpir con sus arpados cánticos de a:mor el silencio de la noche, unámonos a él para alabatle, cuando vea:mos a la flor abrir sus péfalos al beso de la luz, para esparcir su esencia embriagadora, elevemos a Dios nuestra alabanza para que unida a su aroma suba hasia su frono, cuando el sol por la mañana se levante majestuoso dorando el espacio in– =enso, unámonos a él que también le alaba, cuando llegue a nuestros oidos el dulce mur:murar del arro– yuelo, que mansamente se desliza por su pinfado cau– ce, rnurmure:mos como él una alabanza, cuando la noche, en fin, cubra al :mundo con su negro manio, y
sólo se perciba a fravés de su callada soledad el vago
-140-
This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »