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acaso rnayor elocuencia para liJ.ostrar los re– suHados satisfaciorios de nuestra adrninistra– oión éconórnica. Sin embargo, no cansaré a mis lectores con la repetición de aquello que está claramente expuesto en las Mernorias del Ministerio de esos años y a ellas refiero al que quiera convencerse de la verdad <:le rnis aser– tos.

La organización rentística de Nicaragua, montada sobre la plataforma científica del Plan Financiero, llarnado Plan Lansing, pro– dujo cada año resuHados sorprendentes. De– bido a ello pudim.os ernprender la reconstrUc– ción y reorganización de la República así co– mo atender al pago de nuestras deudas en una proporción aHarnente satisfaC±oria.

La producción de las Rentas Nacionales alcanzaba cifras superiores a las pasadas y los gastos de la Administración se reducían a lo netarnente indispensable, con, un espíritu de verdadera y estriC±a austeridad sin facha– diarnos de ninguna especie, todo lo cual, per– mifía el curnplim.iento de nuestras obligacio– nes.

. El fondo de reserva deposifado en Nueva York para respaldar la circulaciónrnonetaria del Banco Nacional era mucho rnayor de lo que la ley del Banco exigía, lo que le daba una firme solidez a nuestra sana rnoneda. Antes de concluir con este período de mis Mernorias, período im.portante de rni vida co– zno ciudadano y como Gobernante, quiero manifestar que zne propuse cuznplir fielrnente el jurarnento que rendí de respetar laConsfi– tución y las Leyes. Durante los cuatro años de mi Administración, hasta mis enemigos reco– cieron mis esfuerzos por otorgar al pueblo to– da clase de garanfias y libertades. Para un Mandatario es una satisfacción suprerna el he– cho de que sus propios opositores reCOnozcan que ha cumplido con su deber ajustando sus proceditnientos a los diC±ados de la Ley, y pa– ra un ciudadano es mo±ivo de orgullo perso– nal el tener el íntitno convencitnien±o de ha– ber sabido corresponder la, confianza deposi– tada en él por sus conciudadanos:

El 1 9 de Enero de 1921, en una cerernonia brillante que representa un principio básico del Partido Conservador: la al±ernabilidad en ei Poder, hice entrega de la Presidencia de la República a mi sucesor constitucional don Diego Manuel Charnorro.

Una vez entregado el Poder, rne retiré a zni Hacienda RIO GRANDE donde me instalé con mi familia y donde emprendí algunos nuevos trabajos agrícolas y ganaderos.

En esas tareas estaba, cuando un día de tantos del mes de Marzo o Abril, fuí llamado por el señor Presidente para propoI\erme el Ministerio en Washington, proposición que acepté sin vacilación alguna porque estaba seguro de la sinceridad con que el señor Chª– morro me hacía tal ofrecizniento y porque pa– ra mí era tan interesante como necesario ir a descansar de las labores a que había estado sometido durante mi gestión presidencial

Don Diego Mamíel Chamollo con dos de sus Ayudantes

Cuando fuí nombrado por don Adolfo Díaz en 1913 presenté rnis credenciales ante el Presidente Mr. Woodrow Wilson y en esta nueVa ocasión en que me tocó llegar corno Ministro del Gobierno de don Diego Manuel Cham.orro lo hice ante el Presidente Mr. War– ren G. Harding, quien falleció durante servía su período presidencial.

Los trabajos de la Legación eran poco rnás infensos durante la Administración de don Adolfo Diaz a causa del Tratado de Canal y otras que fenían atingencia con la Revolu– ción de la Costa Atlántica.

Debido a esa mism.a escasez de labores oficiales rnuc:ho de rni fiem.po lo ernplee en leer Boletines de Agricultura, en visitar algu– nas granjas del Gobierno y en asistir al Con– greso Internacional de Agricultura en Denver, Estado de Colorado .

A este Congreso asist.~ corno Delegado de Nicaragua y :recuerdo qué' en una de las sesio– nes, el Delegado de Auslralia, en su discurso de informe sobre la agricultura de su país, ex– presó, más o m.enos, estas ideas: En Australia, anteriormente, las fam.ilias pudientes m.anda– ban a los hijos que consideraban rnás inteli- ,gentes a estudiar medicina o cualquiera otra profesión y dejaban a los rnás atrasados para dedicarlos a la agricultura, pero ahora es lo contrario, dijo, los australianos han compren-

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