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milia pudo hacerlp, por 10 que el_viaje 10 cir–

cunscrib~ al Ingenio San An±onio, en Chichi– galpa, y a la ciudad de León, de donde fuimos al balneario de Poneloya, donde fuimos fina– mente atendidos por fados los que estaban allí veraneando, aunque también fuimos brificados por habernos bañado en el mar promiscua– mente los hombres y mujeres, no opstarite de llevar los recatados trajes de baño de la épo– ca. Todavía no había entrado en su furor la moda actual. ' ,

Una vez de regreso a Managua haplé nue– vamen±e con mi amigo don Martín Benard pa– ra qpe no me falfara a la. gira poi' él Depaita–

m~n±o de Ma±agalpa, porque era precisamente allí donde quería yo proclamar su cc¡.p.dida±ura presidencial, pero quien sabe por qué Causa, Martín, aun prome±iéndomelo, desistía a últi– ma hora de comprometerse en ellanzamien±o de su candidatura;

y así llegamos cdn esas indecisiones hasta que don Diego Manuel Chamarra regrasó de los Es±ados Unidos. Probablemente don Diego no habría emprendido ese viaje si hubiera sa– bido que Martín estaba de lleno en trabajos candida±urales, mas le bastó recibir un cable de sus familiares para decidirse a venir y lle– gar; como se dice. con la espada desenvainada a trabajar por su propia candidatura.

A la llegada de don Diego sos±lJ.ve con él una conferencia política y familiar. Le hice ver que el hecho de suceder un Chamarra a otro Chamarra era el golpe más fuede que le podíamos dar a la familia, porque entonces ±o– do el Inundo iba a temer que si llegaba un Chamarra al poder tenía que seguir con la fa– milia entera. Todos mis razonamien±o!i fueron inútiles para con don Diego a fin de que no lanzara su candidatura. Recuerdo qUtll al fer– minar nuestra plática abrió rápidamenfe la puerta del cuarto donde conferenciábamos y salió, casi a la carrera, para ir a tomar el tren para León, donde se le fenía lisia una manifes– tación en la que pronunció su famoso discurso en el que dijo: "Aquí vengo a planfar:mi fíen– da de campaña ... "

La acfí±ud decidida de don Diego, por un lado, y la indecisión de don Marfín, por afro, hizo que los, amigos de éste desistiéramos de llevarlo a la Presidencia de la República, pero para nosotros fados y para cualquier o±ro que hubiera visto cómo estaba de deteriorada la personalidad. física de don Diego habría com– prendido qua aquel hombre, tan capaz en fado sentido, no podría resistir sin embargo los cua– tro años de su administración presidencial, y

que era una persona llamada a desaparecer en muy cor.fo tiempo de esfa vida, como, éfecti– vamen±e, por desgracia, sucedió.

Desaparecida, pues, la posibilidad de lle~

\7a,r a don Martín como candidato a la Presi– dencia, qui!:!imos asegurarnos' si aceptaría la

~andida±Uta para Vice-Presidente, y entonces, lun±o con otros amigos, me resolví a hablarle en ese senfído. Comencé por hac~le ver a Martín que ya don Diego tenía ante sí muy

"A la llegada de don Diego sostuvo con él una coilfel'eilcia política y familial .. "

pocos y' contados los días de su vida y que su elección para Vice-PresidentE;! en (ilSE¡l caso era, una elección para la Presidencia. Me con¡;ta que en ese mismo sentido le habló don Ramón Casfillo C., y en una ocasión en que é~fe me

acompañó de la Casa Presidencial a la Estación del Ferrocarril cuando íbamos a dejar a don Marfín que iba para Granada, le hablarnos del asunto de la Vice-Presidencia, ya qUE;) en esa misma semana se iba a reunir la Direc±iva del Partido para designar el candidato para esa posición. y en Elsa ocasión dcm Ma,rtín nos pro-metió aceptar tal designac;ió:p.. , .

Mi insistencia en recabar una respuesta afirmafiva de don Marfín se debía, a la, posi~

oión en que yo me encontraba, c>J,al era la de que si él no aceptaba ser el eandida±Gl a la Vi~

ce-Presidencia tendría yo que qumplir :mi pro– mesa a don Bartolomé Marfínez de trabajar e:q su favor para que la Directiva ,del Partido lo nombrara, candidato para Vice-Presi<;l.en±e.

Hada un año justo, exa9iamente el 31 de Enero de 1919, que había yo nOmbradQ a don

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