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« Previous Page Table of Contents Next Page »lentosos, algunos muy bien intencionados.-y honrados, pe– lO OtlOS en cambio, incapaces y crueles Todos contribu– yeron, sin embargo, como es natural, a que el tono de mando fuera la voz natural del Estado Un caudillo cen– tro-americano de la época de la Federación dio una de– finición magnífica de la realidad política de su tiempo al declarar: "No hay ley, no hay constitución, no hay propiedad No hay más ley que lo que yo mando En mí residen todas las facultades de un supremo dictadol"
Es ver dad que dUI ante la segunda parte del siglo XIX cal acterizada pOI una expansión económica impre– sionante, los caudillos PUIOS desaparecier on uno ti as otro En Chile ya habían sido sustituídos por una olí garquía telrateniente durante los primeros años de la década de 1830 y se insaló allí un régimen también de hecho constitucional En Argentina, el último caudillo en el nivel nacional, Urquiza, cayó en 1861 y los últi, más caudillos en el nivel pi ovincial desaparecieron unos diez años más tarde Hasta un país como Bolivia que ha bia tenido que sufrir las expresiones más brutales y bál– baras del despotismo militar, obtuvo al fin del siglo un régimen civil y relativamente proglesista En el Perú, la reacción de los elementos civi les confl a el gobiel no militar tuvo un caráctel de pri nci pio tan marcado que se dio el nombre de "civilista" al partido llegado al podel en 1872 En el Brasil, durante mucho tiempo, el gobiel– no imperial supo felizmente imponer su autoridad sobre los gener ales, per o a raíz del triunfo alcanzado sobl e el Palaguay en 1870, el aplomo de los jefes militares cle ció continuamente, y en 1889 forzaron la abdicación del Emperador Pero el gobierno abiertamente militar de los primeros años de la república en el Brasil fue un fraca– so y pronto elementos civiles recupel aran la dirección po– lítica del Estado En el Uruguay, que hasta entonces ha– bia sido una república extraordinariamente intranquila, el último caudillo milital, Saravia, desapal eció de la es cena en 1904 Francisco García Calderón, el ensayista peruano, cuyo libiO sobl e la evolución de la América La-
Bajo el impacto de 105 cambios conyunturales intel– nalcionales y de un mercado mundial inseguro a partir de los años de la década de 1920, país tras país en Amé– rica Latina sufl ió crisis económicas agudas, las cu¡¡les a su vez provocaron la caida más o menos inmediata de 105
regímenes políticos, fueran conservadores, fueran libera les Fue en ese momento cuando la nueva generación de oficiales militares profesionales vio su posibilidad de intervenir, lo que también pudo presental se para ellos corno un deber Mientras que por ejemplo el dictador militar argentino, Uriburu, era un consel vador apoyado por la 01 igarquí a tel rateniente, fueron en otros países unas tendencias radicales las que se apoderaron del po der con {os jóvenes oficiales ambiciosos A comienzos de la década de 1930 fueron gobiernos civiles en el Para guay y en Bolivia respectivamente los que precipitaron a estos dos países en la guerra sangrienta y poco justifica da del Gran Chaco, pero al acabar la guerra fueron ve– teranos desilusionados y reformistas los que se incauta– ron del poder político en ambos países Seguramente muchos militares latino-americanos habían sido influen-
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tina en 1912 alcanzó a tantos lectoles eUlopeos y latino– americanos, Cl eía que, en cuanto a la América Latina, se podía hablar de los caudillos y del militarismo más bien en forima de imperfecto Según Galcía Calderón, los ca– pitalistas estaban para ocupar los puestos de los gene– rales en el ¡uego político
En el cur so de la segunda pal te del siglo XIX tam– bién se efectuó una transformación de la ciencia militar y de la posición social de los militares DUI ante los tiem– pos antel iores hubo siempre entl e los muchos jefes mi– litares un elemento pintoresco de genelales auto-nomina– dos, líderes de huestes de caballel ía ir regular y de ban– das de salteadores También había sido costumbl e que muchas personalidades poderosas más bien civiles reci– bier an el tr ato de genel al solamente como reconocimien– to adulador de su poderío Per o ahora las academias mi– litares se hicielOn el punta de partida más o menos obli– gatorio para la cal lera militar e instructores extranjelos <:ontl ibuyel on a propolcional a los cadetes toda la disci–
plin~ y los conocimientos teoréticos exigidos pOI la gue– . ra moderna De esta maner a la casta milital fue estric– ramente sepal ada de las demás capas de la sociedad, mucho más que antes Poco a poco, aunque en ritmo más lento, se ha n cambiado también las formas del re– ciutamiento y las condiciones de los soldados De una manera u otla, las fDlmas de leclutamiento que antes habían sido caracterizadas pOi una completa arbitraredad y cr ueldad fu el on puestas en relación con el principio del servicio militar obligatDl io, aunque también es ver– dad que esta obligación en Amél ica Latina generalmen– te afecta sólo a las capas humildes La gente acomodada ha podido comprar su exención
Gracias a una disciplina mejor, una dil ección me– JOI y al mas moder nas, a partil del siglo XX, hasta un contingente milital pequeño pudo fácilmente tener en
¡aque masas popuJales al madas y numerosas Canse· cuentemente sólo revoluciones efectuadas pOI estos mis–
mos contingentes militares pudieron tener una esper an– za de éxito final
ciados pOI el espíritu pr usiano representado por los ins– tructores militares alemanes Pelo también habían ab– sorbido diversos ar gumentos teoréticos justificando el mi– lital ismo que había sido divulgado por ciertos escritores franceses Después de la primera guerra mundial in· fluencias comunistas y fascistas comenzalOn también su infiltración en los círculos de militares jóvenes En el Brasil un joven subalterno llamado Prestes iba a sel el caudillo indisputable de los comunistas En Argentina, Pe– rón empr estó todo lo que necesitaba para su ideología reformista confusa del dictador italiano En algunos paí– ses, este militarismo de modelo moderno distanció a las Fuel zas Al madas de su aliado tr adicional, la oligarquía terrateniente En fas huellas de la Segunda Guerra Mun– dial se establecieron en varios países latino-amel icanos regímenes civiles y populal es de tendencia izquierdista, pero bastante pronto, y pOI lo menos en par te, a con– secuencia de su incapacidad para mantener el orden in– teriDl, cayeron víctimas de las intrigas de los líderes mi– litares ambiciosos Fue por métodos ilegales de diversa naturaleza como Odría conquistó el poder en el Perú,
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