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· Mientras tante;>, .Walker seguía adelante en la eje– cucl6n de su proposlio de yanquizar a "'Nicaragua Des– de luego se hizo autorizar por el Gobierno provisional para aUInentar el nÚInero de la fuerza extranjera has– ta c:l;onde lo tuviese a bien Por el contrato entre el GobIerno provisional DeInocrático, presidido por don Francisco ~astellón, por u~a parte, y Byron Cole, por otra, en vIrtud del cual VIno Walker a Nicaragua el núluero autorizado de "eInigrantes" Inontaría a :300

pero tan escaso fue el crédito de la enlpresa en su~

cOInienzos, que el aventurero no logró conseguir Inás de 58, entre quienes se contaban algunos de sus ca– Inaradas en su reciente aventura de Sonora El IniSInO refiere que con dicho núInero partió de San Francisco para Nicaragua en el berganiín Vesta Esfaba en San Juan del Sur, durante su segunda expedición sobré el DepartaInento Meridional, cuando le llegó, a princi– pios de Oc1ubre, un refuerzo de 35, conducido por el "Coto" GilInan, uno de los dichos veteranos de Sonora, en donde recibió la herida que le hizo perder una de sus piernas Así es COIn.o a la sorpresa de Granada del 13 de ese mes, pudo llevar 80 yankes. Los Democrá– ticos, Inandados por Valle, faInbién habían recibido el InisIno 3 de Octubre, un refuerzo que les fue en– viado de León, a cargo de Ubaldo Herrera, y asistie– ron a esa función en número de 280 ó 285 A las tropas de Valle se agregaron los cientos y tanfos pre– sidiarios de San Francisco, liberfados al caer la ciudad en poder de Walker Sin eInbargo, aun antes de los trascendenfales sucesos de Oc1ubre y de que apare– ciese en Granada el Gobierno Provisional de quien se hizo dar la autorización mencionada, Walket", según cuenta, había escrito desde San Juan del Sur, a su aInigo íntiIno A. P Crifienden, de San Francisco, en– cargándole el envio de 500 hombres, a cualquier pre– cio

Siguiéronse dos medidas de gran significación, que fueron la una, el que llamaron Decreto de Colo– nización, y la otra el Decreto de Confiscación Por el primero, se ofrecían concesiones venfajosas a los in– dividuos que quisiesen venir a radicarse a Nicaragua, terrenos abundantes, cuyo título de propiedad Se ex– tendería a los seis tneses de recibidos por el inmi– grante, sin exigírsele la condición de previo cultivo, si– quiera en parte Seis Ineses se necesitaban taInbién para obtener la cOInpleta nacionalización El pensa– Iniento de Walker tenía dos objetos, el priInero ha– cerse con más soldados extranjeros, el segundo, pre– parar el terreno, aUInentando el elemento extranjero, para ahogar el voto nicaragüense, llegado el caso de una elección.

La otra Inedida de las dos en referencia, fue el decreto, por el cual se llamaba a todos los nicara– güenses ausentes de sus hogares, a volver a ellos den– fro de quince días los que se hallasen en Nicaragua, y dentro de un Ines los que estuviesen fuera del terri– torio La falta de cumpliIniento se castigaría con mul– ta de diez hasia diez mil pesos, :¡:ue se haría efectiva en sus bienes, pero si el desobediente no tuviese bie– nes, quedaba absuelto de pena Siendo los Legifirnis– tas los únicos que habían dejado sus hogares por es– capar a las caricias filibusteras, a ellos exclusivamen– te se dirigía esta alta e inusitada Inedida de SUInO imperio. Por supuesto. nadie obedeció, y largas fue– ron las listas de las propiedades raíces confiscadas y "vendidas" uniforInemenie a yankees, por risibles precios nominales. Aquello fue como festín de galli– nazos, una "zopilotera, cOmO dice nuestro pueblo. Aun la dignidad y decoro del Senado Americano. se revolcaron en el fango inmundo de la confiscación filibustera, en la persona del Senador Pierre Soulé, quien no se desdeñó de aceptar una valiosa hacienda de las confiscadas. Este tal Pierre Soulé había venido a Nicaragua a visitar y alentar a su amigo Walker de quien era querido y adInirado

El objeto en mira de aquel despojo en grande es– cala, verdadero asalto de bandoleros, no era otro, se– gún la espontánea y descarada declaración de su jefe,

que el de traspasar a los extranjeros la propiedad raíz de los nicaragüenses naturales, consecuencia lógica del incalificable error cometido en admitirlos.

Sordamente, primero, pues la libertad estaba co– hibida, y de Inodo franco cuando fue posible, don Patricio Ri'li'as, y el Geneial Jer(!z, fueron increpados con la mayor dureza, por haber autorizado esos de– cretos, COInO Presidente el uno, y corno Minisiro el otro El apreciable historiador don Jerónimo Pérez describiendo la situación interior de Nicaragua flor aquellos angustiosos días, se expresa en estos térIni– nos, "El Gobierno era apenas \.\n siInulacro: el Pre– sidente y Minisfros no tenían la menor autoridad, por– que el poder lo ejercía Walker, apoyado en los aven– tureros que venían de todas partes en solicitud de la fortuna que no habían adquirido en otros puntos"

"Muchos. creían que don Patricio Rivas esperaba una oportunIdad para sustraerse a la influencia de

W~lker, pues ~ra tal la reputación que tenía en el pals, <¡ue nadie se persuadía que quisiese estat" de– sempenando el papel de un Presidente nominal an– tes bien se le consideraba preso en las garras d~ los aventuleros, y portanto se esperaba de un rnoInen10 a oho se fugaría de la República, pero en vano se aguardó este paso, que habría sido un golpe al fili_ busterismo: el señor Rivas xnanifestó mucho apego a la triste denominación que le cupo, porque el poder seduce a los hombres grandes que lo ejercen, lo mis– mo que a los pequeños, por la propia razón de su debilidad".

y Inás abajo: "Semejante arrebato no era extraño que lo quisiese Walker, que por este medio deseaba convidar aventureros que sostuviesen su empresa: tampoco lo era que don Patricio Rivas, nulo en sí, y

Inás nulificado por la situación lo autorizase con su firIna, pero sí es increíble que lo apoyase con su nom– bre Jerez, que había inundado su patria en láglÍrnas y en sangre porque no mandase un patriota esclareci– do corno el General (don Frutol Chamorro, atribuyén– dole violación de algunas garantías consfitucionales, mientras que entonces coadyuvaba a las usurpaciones más escandalosas que cometía el feroz aventurero destructor de nuestra patria"

Siendo el Gobierno un simulacro, lo cual está suficienteInente dexnostrado, por qué culpar de sus actos a los que lo componían, cuando no eran libIes de hacer otra cosa que la que Inandase el dueño del retablo, que era Walker? Por otra parte; habría sido posible la evasión que imaginaban, los que, hallán– dose afuera, estaban en salvo y en completa seguri– dad? Presumimos que no, y también que set"á del mismo sentir todo el que, siquiera en la IInaginación, pues de otro modo no se puede, contemple la situa– ción y circunstancias en que se encontraban los miembros de aquel Gobierno, con especialidad el Pre– sidente y su Ministro de Relaciones Esto más, que la evasi6n, si hubiesen podido realizarla, habría sido in– fructuosa para la causa de la patria, pues la autoridad de hecho que ejercía el señor Rivas, y de la cual ema– naba la de Jerez, cesaría con el nuevo hecho de la salida del territorio El poderío del tirano usurpador se afianzaría pues seguraInente habría asumido el Mando Suprezno, apoyado en las armas, y COInO único garante que se decía ser, del Tratado del 23 de Ociu– bre: e inmediataInente habría renovado sus empeños ante el Presidente americano para obtener un fOrInal reconociIniento que le allanaría el camino para lo de– Inás

COInO lo deInostraron los sucesos posteriores, el señor Rivas esperaba tatnbién la oportunidad, no pre· cisamente para huir del tirano, sino para combatirlo cuerpo a cuerpo, hasta no vencerlo Esperar y disimu– lar, era su programa, según antes lo hemos indicado

y juzgando ahora con serenidad de la distinguida fi– gura que hizo antes de llegar a la Presidencia Provi– sional, y de los servicios llenos de peligros, pero va-

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