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« Previous Page Table of Contents Next Page »(sic I defensor de los débiles, consumaba el escanda– loso atentado de despojarnos de nuestro puerto de San Juan del Norte en nombre de un monarca de "zacate", un salvaje que era nuesiro súbdito, y de una monarquía fantástica e imagiI:\alÍa, a la cual el mis– mo agresor había, sin embargo, señalado límites efec– tivos, asignándole la mejor y mayor paríe de nuestro territorio, Se hizo necesario trasladar la Aduana a San Carlos, con grave perjuicio de la renta Privados con ese hecho, de una extensa región, la importación y exportación tuvieron que afeC±alse, corno es de supo– ner, sin contar con la nociva influencia que en ellas ejercería el sistema de constantes molestias l'llantenido por el intruso usurpador, sobre el comercio de Nica– ragua
A causa segural'llente de tan serio contratiempo, reforzado un poco después por la guerra civil de 1854, y por la de los filibusteros de William Walker, que le siguió, el desarrollo de la renta perdió bastante en ra– pidez, pero debido a la vigilancia del señor Rivas, secundado por el señor Reyes, progresó siempre con firmes aunque más lenios pasos
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En San Carlos se hallaba el señor Rivas cuando se firmó en Granada el Tratado del 23 de Octubre de 1855, ajustado entre el General don Ponciano Corral, con omnímodos poderes del Gobierno Legitimista, que por el momento se encontraba en Masaya, y Wi– lliam Walker, jefe democrático expedicionario Sabi– do es que por ese tratado, dábase por terminada la guerra civil que venía afligiendo a Nicaragua desde el mes de Mayo de 1854, y se nombraba al señor Ri– vas Presidente Provisional por catorce meses, y a Walker, General en Jefe del Ejército.
Un vaporcito expreso fue a notificar al primero su nombramiento, y a conducirlo a Granada
Debemos tener por cierto que el difícil punto de la designación de la persona a quien se encargaría provisionalmente el Poder Ejecutivo, hasta tanto que el país no se reorganizase, fue resueUo con inespera– da facilidad, admitiendo Walker llanamente y sin dis– cusión la candidatura de Rivas, a propuesta de Co– rral Su plan era de vastos alcances, y al encaminar sus pasos a su realización era de pequeña y secunda– ria importancia la designación de la persona, aunque le fuese desconocida. para servir de primer magistra– do nominal, pues el verdadero poder basado en el fundamento de ·la fuerza, había tenido buen cuidado de reservarlo para sí como General en Jefe
De la personalidad de Walker, el General Corral había sido muy favorablemenie impresionado, y con tal antecedente, y la poca dificultad que presentó la negociación del Tratado, creyó haber alcanzado con éste el triunfo completo de su partido sobre su contra_ rio el Democrático En la Historia de la Revolución de Nicaragua por el Licenciado don Jerónimo Pérez, al cap XII, pág 165, se registra el siguiente p~saje:
"Corral regresó a Masaya el 24, lleno de entUSiasmo por Walker, hablando muy alto de su caballerosidad y nobles sentintientos" Por otra parte, Walker en su libro intitulado "La Guerra de Nicaragua", el cap. IV,
pág 48 de la traducción de don Fabio Carnevalini, edi:l:ada en Managua en 1884, se expresa en estos tér– minos: "En realidad, duranie dos o tres días, pareció que Corral tenía en sus manos al Ejecutivo" (Re– cuérdese que en inglés se designa ordinari~mente con el nombre de Ejecutivo a la persona que ejerce el Po– der conocido en derecho público con eSe nombre, no como en español, de modo exclusivo, al Poder mis– mol Y continúa: "En la tarde del 29 creyó decidida– mente que los Legi:l:imistas habían ganado ventaja so– bre Los Leones, pues pasando al frente de la casa de la niña Irene, que había salido a la puerta para pre– guntar al General el giro que habían tornado las co– sas, éste le contestó en el lenguaje del patio de gallos, les hemos ganado, (a los democráticos).
El poderío de Walker era completo, pero su pro– gra,;,a aun no estab~ cUnlplido Los granadinos que hablan vuelto a la CIudad, Se hallaban en lastimoso estado de estupor y aturdin"liento; los graves, cuanto inesperados, acontecimiEmtos qUe con rapidez se ve– nían sucediendo, los tenían atuIrullados y llenos de temor En esa situación, Corral y don Patricio Rivas quedaban enteramente solos, a merced de Walker. Corral pareció despertal del sopor de que en mala ho– ra había sido acometido, y que pe1±urbó su visión, no dejándole percibir el peligro harto claro que entraña– ba el elemento extranjero Pela ya era tarde Tres o cuatro días después de haberse organizado el Gabi– nete, cayerOI1- en manos de Walker unas cartas lacó– nicas, escritas por Corral a dos de sus amigos de Hon– duras Es por lo menos dudoso que esas carias presta_ sen mérito legal contra su autor, y no hay nada que jusfifique el procedimiento a todas luces atentatorio que se empleó en la farsa de juicio a que se le some– tió Corral fue fusilado el día 12 de Noviembre da 1855, veinte días después de haber suscrito el Tratado del 23 de Octubre anterior
Con este trágico aconfecimienfo, don Patricio Ri– vas quedaba más enteramente solo
Los granadinos principales que pudieron ser ha– bidos Íueron detenidos simultáneamente con la cap– tura del General Corral Al ser éste fusilado se les pu– so en libertad, y en el acto escaparon para donde mejor pudieron
Al señor Rivas lo llamó el Consejo de Guerra co– rno testigo en el juício de Corral, no para hacerle pre guntas que a nada conducían, sino quizás a hacer sentir que había depuesfo en aquella causa de sangre contra su amigo, COl religionario político, y Ministro, lo que forzosamente debía inspirar en su contra rece– los, desconfianza y hasta desprecio, indignación y odio
Su situación era, pues, difícil, delicada, peligrosa
Por in convenientes fáciles de imaginar, no po– día pretender el apoyo cordial de los Democráticos, representados en el Gabinete que le había sido im– puesto, ni provocar con ellos íntimas inteligencias Se hallaba frente a frente de Walker, la aplicación de cuya sangrienta y despiadada zarpa acababa de pre– sencir Estaba, además, vigilado por los Thomas, Car– los y Emilio, dos antillanos de color y de alguna edu– cación, avecindados en Granada, y enemigos acérri– mos de los Legitimistas, aunque embozados mientras éstos predominaron. Los Thomas se manifestaron amigos celosos de Walker, y quizás sin pensarlo, pre– cipitaron el trilgico fin de Corral, según puede cole– girse de la mención que de ellos hace el mismo Wal– ker, en su libro antes citado, en donde refiere que le lnostraban su desconfianza y desagrado, por la esfre– chez de las relaciones entre Corral y Rivas. a quien pretendían haber alnonestado con que todo iría mal si coniinuaba entregado a su Ministro de la Guerra Es fuera de toda duda que convenía a Walker, para la realización de sus pérfidos designios, apartar de su camino al General Corral, que podía llegar a ser un serio obstáculo, una vez que despertase del ofusca– miento en que había caído; y la aleve denuncia de los Thomas puede haberle ofrecido la ocasión que eS– taba determinado a aprovechar.
El Presidente Provisional se hallaba en un ver– dadero callejón sin salida, y no obstante, era necesa– rio encontrar el modo de salvar a la patria, y si fuese posible, salvarse a sí miSlnO
IV
En circunstancias tan exfraordianrias, adoptó don Pafricio Rivas, quietamente, la única línea de con– ducia que le quedaba as",quible, esperar, y hasta don– de fuese compatible con el inferés público, disimular.
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