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« Previous Page Table of Contents Next Page »proclama la liberlad de la. mujer. tan injustamente desgraciada. pero la proclama tan sélo en la casta privilegiada. y después. él mismo la envilece arreba– tándole el insigne título de madre
. ¡Ah! ¡Qué larga cadena de sufrimientos para la mUJer nos presenta la historia de la humanidad1
Y. cuán triste es confesarlo, el hombre es quien le. ha :proporcionado todos sus .dolores y todas sus hu– l'TUllaClohes: el hombre de qUien ella es complemen– to, y para cuya felicidad ha sido formada: el hombre que debiera hacerla feliz. porque es ella el único ser que calma sus dolores y dulcifica más susp laceres
¡Qué bárbara ingratüud la del hombrel Colmar de su– frimientos al tierno y dulce corazón de ese hermoso ser que en cambio le prodiga las más inefables ale– grías!
Cuando yo me doy a estas reflexiones, contemplo a la :mujer. bajo este punto de vista. a mayor altura que el hombre} y quisiera formar de mi corazón un santuario para tributar allí el culto que se merece a ese ser cuyos sentimientos nobles y delicados han es– tado casi sie:mpre a la altura de sus inforlunios.
(NOTA: Esta composición fUe leida por su autor en la inaugu-
ración del Ateneo, de León, el 15 de Agosto de 1881)
DON JaSE DOLORES RODRIGUEZ
1841-1921
Naci6 en Managua, el 18 de Septiembre de
1841. Fueron sus padres don Juan Paulina Rodrí– guez y doña Gervasia Largaespada Hizo sus estu– dios de primeras letras en la escuela del Maestro Gabriel Morales de quien era ahijado Perdió a su padre en el combate de Choluteca en el año de
1844 A consecuencia de la guerra civil de 1854 se trasladó con su madre a Granada en donde obtuvo su título de Bachiller en Filosofía. Fue testigo pre– sencial del incendio de esa ciudad en 1856, lo mis– mo que del fusilamiento del General don Ponciano Corral Continuó sus estudios en Inglaterra, en el Colegio de Cristo da Londres De regreso a Nicara– gua trabajó en las minas de Chontales, como Inge– niero Su labor durante el Gobierno de los TREIN– TA AROS fue de gran relieve.
Ocupó asiento en el Congreso A la muerle del señor Presidente Carazo, el doctor Rodríguez era Designado a la Presidencia. junto con el docior Sa– casa, que fue el elegido En el servicio diploITláfico fue Secretario del General Máximo Jerez, que era Ministro en Washington A la muerte repentina del
Gene~al Jerez -;-11 de Agosto de 1881- el doctor Rodnguez se hizo. cargo de la Legaci6n como En– carga.do de NegOCIOs, y. como ~al di6 los pasos ne– cesanos para e~ sepelio del Ilustre desaparecido. En una carla pnvada al doctor Adán Cárdenas pu– blicada en la Revista de la Academia de Geog~afía
e Historia, Tomo V. número 1, pág 46, el señor Ro– dríguez describe los detalles del infausto aconteci– miento.
En 1896 el docior Rodríguez fue designado Mi– nistro Diplomático en Washington, en representa– ción de la Dieta de la República Mayor de Centro AITlérica. y logró un triunfo diplomático al lograr el reconocimiento de esa entidad politica que care– cía de Poder Legislativo y Judicial El docior Ro– dríguez era Abogado, Ingeniero y poliglota. Murió en Managua, el 4 de Junio de 1921, a los 80 años de edad
(GllÜUS Halftermeyer, Historia de Mn– nagua, Edición Definitiva, pági»a 185).
ESTUDIO SOBRE DON PATRICIO RIVAS
En la galería de los bene:méritos y distinguidos nicaragüenses pertenece al señor don Patricio Rivas uno de los lugares preferentes. Velado este lugar por las nieblas de las pasiones, ha venido pasando inad– vertido. quizás aun olvidado Sin e:mhargo. el tiem'Po, comenzando por enrarecer la espesura de las nieblas, acaba por disiparlas. por enfriar todo ardor con soplo lento pero suave y refrescante. mientras de paso rec– tifica los extravíos del criterio, que hacen injustos a los hombre!!!, quienes bajo su influencia, ya levantan y adoran ídolos de purísimo barro, de lodo tal vez podrido e inmundo. ya escupen y pisotean y arras– tran por el suelo, o relegan a antro oscuro al mérito relevante. El Hempo es crisol en donde se aquilatan las buenas reputaciones. y se reduce a vil escoria pa– ra arrojarse al basurero, la mezcla de sus impurezas
Borrascosa era la época en que apareció la figu– ra de don Patricio Rivas en el escenario político de Nicaragua Las revoluciones ocurrían con desesperan– te frecuencia, pero aunque efecto de múltiples cau– sas, podía esperarse con razón. que poco a poco ter-
ITlinasen, a medida del progresivo desaparecimiento de esas causas: y en realidad. no obstante que no perdían BU carácter pernicioso, ya por 1845 habían dejado de ser la enfermedad agudísima que afligió a nuestra entidad política a partir de 1821. Las revolu– ciones, sin embargo, gravísiITlo mal como eran, po– dían contarse por cosa de poca monta. ante la anti. gua, terca y persistente persecución inglesa. El inglés, ¡ahl el in9lés. el :mismo que hoy sin el menor derecho a ser creldo, pues sus hechos lo desmienten. sin ex– cepción, en los cuatro rUITlbos del horizonte, nos opri. ITlía, sin razón, de todos modos, pretendiendo adue– ñarse de lo más florido del territorio nicaragüense, constituía nuestra enfermedad crónica, que parecía empeorar cada día, más bien que mejorar. Contra to– da justicia, sino es la que sanciona su peculiar y ex– traño código de moralidad, se posesionó de la Costa Atlántica de Nicaragua, en nombre del selvático caci– que de una tribu salvaje, que por ser de nuestro terri– torio, nos debía obediencia. lealtad y fidelidad, inves– tido por él. burla. entre libaciones alcohólicas, pero para sus propósitos. de cÓITlica realeza. Un cónsul
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