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de Gabriel Marcel, sólo se realiza el acto de registrar, pero no deja recuerdo alguno Por lo tanto, enterar– se y conocer ya no bastan para que la tradición, como proceso de ti ansmisión, se efectúe y complete en el que la Iecibe Es pi eferible que el l/último de la se– rie" acepte el tradendum realmente l/como" algo que le es transmitido, que no tiene aLII1 y que no se toma por sí mismo, sino que se hace dar por otro y cLlya au– tenticidad éste le garantiza O sea que ha de acep– tar y reconocer como valedero lo transmitido, en vir– tud de una autoridad ajena, sin tener ninguna posibi– lidad de probarlo y comprobarlo por su cuenta Dicho con otl as palabras cuando se trata de I/tradiciónl/, en su sentido estricto, el que la recibe ha de presuponer oigo que corresponda con bastante exactitud a lo que la gente llama l/fe" Pero la realización de este acto de fe está ligada a tantos condiciones y entraña tan– tas dificultades, peligros y obstáculos, que apenas es necesario insistir sobre ello

Un obstáculo de esta clase, que suele levantar una y otra vez la genel ación anterior, es decir, la ge– neración que históricamente tiene a menudo en sus manos la dirección de los acontecimientos, es precisa– mente la misma palabra "tradición" Difícilmente ha– bró nada más desconsolador que contestar a la pre– gunta insidiosa de un joven acerca de la razón que existe para que algo heredado deba continuar tenien– do validez, diciéndole que la única razón es' el hecho de ser I/tradiciónl/ Este argumento que, por otra par– te, no es preciso formulm de una manera categórica, no sólo no produce efecto alguno en el hombre, sino que le impide además realizar el traditurn en LlI1a for– ma activa Por otra parte, en una contestación de es– ta clase se advierte que la generación anterior tampo– co ha loglado realizar la transmisión en una forma ac– tiva y que, por lo tanto, se trata de lo que se ha lla– mado una l/mala conservaciónl/ Con ocasión de las fiestas del Ruhr, celebradas el año pasado, se dijo en el curso de un debate público la tradición desaparece en cuanto se fa Hamo por su nombre Esta expresión es precisamente la que la destruye Claro que esta formulación es exagerada, pero señala un punto im– portante El que quiere transmitir algo no debe ha– blar de I/tradiciónl/, sino cuidar de que los valores, cu– ya transmisión se plopone, conserven realmente pre– sente las l/antiguas verdades", mediante un lengua–

je vivo, un rejuvenecimiento creador, como si dijéra– mos un l/cambio de piell/, mediante una confrontación incesante con la actualidad inmediata y, sobre todo, con el futuro que, en el terreno de lo humano, es lo verdaderamente efectivo Aquí aparece, en primer lu– gar, un problema muy exigente, que es el acto mismo de la transmisión Hay un proverbio hebreo que dice l/Enseñar lo viejo es más difícil que enseñar lo nuevo" Pero esto pone de relieve el error que supone relacio– nar el concepto de "tradiciónl/ con la ideo de lo es– tático, de la pura inercia o siquiera del estancamiento La tradición, en su calidad de proceso de la transmi– sión viva, es un hecho extraordinariamente dinámico De modo que lo verdadera conciencia tradicional tie– ne poca similitud con el l/conservadurismo" Hay, na– turalmente, conservadurismos que son un obstáculo

para la tradición porque se aferran a la apariencia his– tórica casual de! tradendum que si, ha de transmitirse al porvenir, sólo puede hacerse bajo nuevas formas ex–

ternas Por otra parte, hay sin duda una tradición que se realiza verdaderamente en el sentido estricto y ele. vado, que no toma en consideración el confuso conser– vadurismo doctrinario del llamado l/culto de la tradi– ción", precisamente porque el traditum se ofrece y se recibe bajo un aspecto histórico distinto Pero, en úl–

timo término, lo decisivo es la conservación del valor y del contenido, fuera de lo temporal, por las genera_ ciones sucesivas

Bueno, se nos dirá tal vez, ¿qué es este valor por el cual vale la pena de luchar, a fin de mantene; constantemente una representación efectiva? Basta con mirar a nuestro alrededor para ver claramente que los valores de la tradición se extienden sobre todo el ámbito de la realidad histórica y pueden corresponder a todas las fases de la existencia humana Las co– sas transmitidas llegan a convertirse en una institu– ción, tales como un canto, un precepto legal, los ritos del matrimonio o del entierro, del mismo modo que una doctrina, una declaración acerca de la verdad y de la existencia Hay ágapes y manjares tradiciona– les fiestas, vestidos, expresiones y actitudes que pue– den tener carácter tradicional El radio de acción de lo transmisible se extiende desde la periferia más leja– na del comportamiento externo, desde la forma de lle– varse a la boca la comida, de hacer un saludo o de co– rresponder a él, de cuidar de los animales, hasta el corazón de la fe religiosa y de las ceremonias del cui– ta

Periferia y corazón ésta es, naturalmente, la di– ferencia en la que todo se centra Pero esta diferencia tiene también sus perfidias Se conmemoran l/de ma– nera tradicional" el cumpleaños, las fiestas de los ti– radores, el aniversario de una fundación, y es igual. mente l/tradición" que se celebre la Pascua y el pri– mer día de la semana Se comprende fácilmente que se trata de valores de distinta categoría y de tradicio– nes de una obligatoriedad muy variada La celebra– ción de un cumpleaños o de la fiesta de los tiradores puede saltarse tranquHamente, cuando no se tiene tiempo para ello, pero no conmemorar la Pascua, se sitúo en un plano muy distinto Esto no quiere decir que carezca en absoluto de importancia toda la ma– ñana de las conmemoraciones menos esenciales, y que puedan suprimirse Es muy posible que si un grupo de gentes abandona su traje peculiar o deja de ama sor un pastel o el pan en una forma determinada, em· piece a perder, a partir de este momento, las tradicio– nes que constituyen el centro de su existencia Y sin embargo, no podrá hablarse aún con razón de pérdi– da, ruptuI a o ausencia de tradiciones, porque el as– pecto exterior de la vida histórica haya modificado la apariencia ti adicional Estos vocablos que empleamos tal vez con demasiada precipitación deberían reservar– se para el caso en que se cortara el hilo central y pro– fundo del tejido de las tradiciones

No obstante, si buscamos un signo particular, una característica común, que distingan de una ma– nera elevada estas tradita obligatorias, encontramos

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