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ilustración, oéupando el primer lugar en-'fll foro, según la opinión general. Las cuestiones jurídicas las deba– lía con un espíritu de deducción lógica incontrastable, elevándose a las más sublimes consideraciones de le– gislación civil y criminal, sin desatender por esto su la.do práctico y po~itivo, e inclinándose siempre, en falfa de leyes expresas sobre la materia, a la interpre– tación más benéfica y plausible El poder de su elo– cuencia en el foro era irresistible, tanto más cuamo lan2'aba a veces en sus elocuentes alegatos algunas pun2'antes saetas de una sátira fácil y elegante En me– dio de la exaltación de su genio noble y caballerezco, nadie provocaba a este Júpiter tonante, sin que sus ra–

yOS no hiriesen a par de muerte Al observar su fogo– sidad, cualquiera le juzgaría un hombre irascible y

rencoroso, pero muy al contrario, al momento volvía en sí, y con su acostuInbrada caballerosidad e hidal– guía, suplicaba el disiInulo de su ardorosa imagina– ción Y carácter. Cuando se le recordaban injurias pa– sadas que le habían hecho, deda con aquel su acento bañado de sinceridad y emoción: "JaInás Ine pongo a la cama de noche, sin perdonar u olvidar a cual– quiera que me haya inferido un agravio. El rencor y la venganza son un peso insoportable a mi alma" Opuesto a los hábitos de su profesión, el espíritu de avenencia fue el norie de su conducta, sacrificando así cuanta cOInodidad pecuniaria pudiera resultarle con la secuela de los pleitos, a trueque de que estos se ter– min'asen por :medio de un convenio amigable, rena– cielfdo de este Inodo la confianza y armonía perdidas entre las familias Así es como la caridad y fraterni– dad evangélicas triunfaban del vicio antisocial del es– píritu de litigio propio a su profesión, para edificar su reputación sobre el cimiento indestructible de la vir– tud: y que con el ejeInplo de su noble conducta, aque– llos dds sublimes principios del c;atolicismo, fuesen los dos polos del nuevo mundo de la civilización cristia– na, que se levania glorioso y triunfante en las presen– tes generaciones Semejanfe abnegación y desprendi. mienfo de sus propios imereses, le hizo vivir modesta– menfe y InorÍr pobre; pero disfrutando de todas las ín– fulas y consideraciones debidas al genio y a las luces, esas estrellas del alma

Volvamos ahora a su vida polilica. En 838 formó pade de la Constituyente de aquel año, que modifi– cando en mucha parie los principios que Zavala había defendido en la de 826, dió a luz el presente código constitucional sin medro de la independencia y dura– ción de la auioridad pública; y cuya proyectada refor– ma acarreó úliiInaInenie fantos y tan graves quebran– tos al Estado: pues en nuestros tiempos de disturbios, por libIes que sean las instituciones, y aunque se pro– mulgue una Constitución fundada en los principios más democráticos, siempre habrá un partido inquieio

y desconfentadizo que revuelva y conspire, no pudien– do tolerar el freno de la ley, y deseando invedir o al– terar los verdaderos principios del sistema popular representativo El Sr Zava1a siempre perieneció al padido Inoderado, y sus opiniones en este senfido le atrajeron escandalosas vejaciones y proscripciones sin forma, emanadas de los enemigos jurados de las ga– rantías sociales, y cuyas dernasías y violencias él cen– suraba y proscribía con la incontrastable firme2'a de su carácter y sonoridad de su voz. Tenía el heroísmo de la palabra. y cuando sus convicciones le iInpelían en la proclamación de las refor=as y defensa de los prin– cipios de orden y regularidad social, no rehusaba to– marla en las sesiones públicas de la Legislatura Ordi– naria, en medio de las vociferaciones sanguinarias de las facciones armadas En tales circunstancias, la re– sisfencia individual, aunque impotente, es heroica y sublime: salva al menos el honor de los principios y de la civili2'ación Por su reputación de saber y probi– dad, fue el Sr Zavala un poder social de razón ilus– lrada, de juicio imparcial y de pública considelación los Gobiernos de los Esfados y los personajes Inás no– lables le deInandaban su opinión en los negocios más arduos, y estos homenajes tributados a la ilustración Ya-l genio, consagran hoy su nombre y su celebridad all aprecio de sus conciudadanos y de los amigos de

as luces.

En 844 fue envuelto el señor Zavala en la pros_ cripción general que produjo la reacción que tumbó del poder a la facción que se había adueñado de él. Se le aprisionó, y enseguida fue expulsado del Esfado En Costa Rica obtuvo una acogida benévola y favora– ble a Nicaragua; pues al salir del cafaclismo espantoso de aquel año, y que hizo cambiar de faz al país, él prestó importantes servicios al Gobierno nuevamente instaurado, entre los cuales citaré el emprésillo de

10,000 pesos hecho pOl el Gobierno de Costa Rica al nuesfro A su regreso fue nombrado Mtro de relacio– nes exteriores por el Ex-Direcior Sandoval, y fue vano iodo empeño para su aceptación, por su genial des– prendimiento de toda representación oficial En 849

nombróle el Gobierno en unión de su ilustre colega el Ldo Don Laureano Pineda, para que tratara la cues– tión de limifes con la Comisión de Costa Rica, existen– te entonces en esfe Estado Todos han visto los resul– fados de aquellas memorables discusiones y esfipula– ciones, que pusieron en claro los imprescripfibles de– rechos de Nicaragua al Guanacaste y margen derecha del Río de San Juan: el cuaderno que corre impreso sobre el particular, es un documen.fo preciso de erudi– ción geográfica e histórica; su redacción fluída y bri– llanfe es del Sr. Zavala Cuando en Enero de 48, Ni– caIagua, como Ofelia la loca de Shakspeare, se arran– caba el mejor florón de su corona para arrojmlo a los pies del extranjero, convirtiendo a Sarapiquí en el se– pulcro de nuestra digni<:iad nacional, el señor Zavala y los señores Licenciados Minisfro don Francisco Cas– tellón y don José María Estrada, compusieron la comi– sión que a nombre del Gobierno debía estipular la desocupación de los puntos usurpados, así como de fo– da la extensión del Gran Lago, viéndolo surcado ya, con profundo dolor nuestro, en veleras lanchas por la audacia británica. Sabidos son sus esfuerzos en ese entonces para salvarnos de tan esc1'lndalosa rapaci. dad. toda su perspicacia y Inanera caballerezcas, al par de su dignidad y cultura, puso en acción junto con las capacidades de sus cOInpañeros, para conse– guir siquiera, ya que el Capitán Granville G Lock no quería acceder a casi nada, que solo el Puerto de San Juan quedase inferinariaInente en manos inglesas, mientras el Gobierno de Nicaragua constituía su Re– presentante cerca del gabinete de San James. Hoyes ya un Puerto declarado libre por la Inglaterra sin co– nocido señorío: y la intervención continental que se dice sostienen. los Estados Unidos respecio

El. la inde– pendencia y derechos de las Repúblicas americanas, ha sido eludida, violada y Inancillada a los ojos de la Europa y del Mundo Dios quiera, que el trafado Bulwer y Clayfon, no Sea el "acia de abdicación" de los derechos de Honduras y Nicaragua a los territorios süuados a las márgenes del Atlánticol El tien'lpo reve– lalá la capciosa oscuridad de esta transacción insidio– sa

El último empleo público que obtuvo mi Mecenas querido, fue el de Rector de la Universidad de Grana– da, a la que algo Inejoró su régiInen interior, llenando cumplidamente sus funciones a satisfacción general y de los jóvenes pobres, facilitándoles sus grados a tí– tulo de tales

Pero la existencia pública no revela toda la vida del hombre: el secreto de aquella o su solución Inoral reposa en la vida privada Esfa es su fuenfe pura y natural, de aquí manan y fluyen todos los sentimien– tos que animan al hombre desde la cuna al sepulcro El que no eS buen hijo, buen padre o buen esposo, es menos que nada en la sociedad: es un ser degradado disfrutando de una existencia parásita al arrimo de los demás, porque no tiene semejantes, pues carece de gé– nelO y especie: es una escrecencia social. El hijo por excelencia, el buen padre, el buen esposo, fado era a la vez el Sr Zavala: era la personificación más completa de esa trinidad social que garanfi2'a la perfecia mora– lidad del hombre, y que permite a la historia correr con honor el velo sagrado de la vida privada, para contemplar allí al hombre como la obra Inás acabada de la Divinidad Nacido mi Mecenas en medio de las

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