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« Previous Page Table of Contents Next Page »Felizmente comienza a perfilarse en América Latina voces, al princIpIo dispersas y últi– mamente más coordinadas, como lo de Muñoz Marín, Figueres, Betancourt, Haya de la Torre, y
otros que enfocan lo lucha anti-comunista bajo un ángulo de más amplia perspectiva. Reiterada– mente han señalado aquellos destacados elementos, que la única manera de convencer a las masas latino-americanas de la gravedad del peligro rojo, es ayudándoles a salir def desamparo y la desnu– trición, de desprenderse de sus gobiernos dictatoriales, de echar las bases de un régimen democrático de vida, porque sólo así sentirían los sectores populares deseosos de defender las condiciones de vi· da que entonces disfrutarían.
Desgraciadamente fos dirigentes potiticos de Washington prestaron oídos sordos a tales cuestiones y llegaban a pensar que esa actitud era fruto del chantaje potitico o cuando menos de la
torpeza y confusión de fos latinos. No acertaban a comprender el por qué había de plantearse simuf– táneamente el problema de las dictaduras, a la par del peligro comunista cuando las primeras eran fruto de realidades locales no era de la incumbencia de los Gstados Unidos.
Claro que había programas de ayuda, de asistencia técnica, de préstamos a corto plazo, pero eso se hacía como gestos humanitarios o cuando menos para despertar agrado y simpatía.
Fue preciso que llegara a la Primera Magistratura de la nación norteamericana un hom– bre joven como el Sr. Kennedy para que el enfoque de Washington cambiase. Desde el discurso de Tampa Florida, hasta fa elaboración del programa "Alianza para el progreso", se habla de la Iticha que parejamente ha de librarse, contra la infiftración comunista y contra la miseria y el atraso políti– co. Muy pronto empezó a notarse los resultados de tal potitica positiva. La causa de Fidel comenzó
a perder simpatía y sumado a ésto fas excesos del gobierno revolucionario, se prevee una era de rá– pido entendimiento entre las dos Améric6s. Sin embargo, fa situación cubano· comenzó a deteriorar– se tan rápidamente, el control del comunismo internacional llegó a profUlidizarse tanto, que el Go– bierno cubano llegó o constituir rápidamente un evidente e inmediato peligro para la seguridad de los Estados Unidos Era lógico que en esos momentos se procediese con rapidez, adjudicando fa "pri– mera prioridad" al caso cubqno.
Fue en este preciso momento que espíritus de buena fe, de reconocida simpatía democrá– tica, han comenzado a flaquear y a manifestar desconfianza por ese énfasis que los Estados Unidos estaban dando por el caso cubano. Creen esas buenas personal¡ que si se soluciona el caso de Cuba
y se devuelve al ciudadano norteamericano la seguridad perdida, pronto habrá de olvidarse del ca–
so latino-americano y no admiten otra disyuntiva que actuar conjuntamente en el otro campo, tum–
bando por fa menos a los dictadores sobrevivientes. Se ha llegado a criticar la invasión; se ha llega– do a recriminar la ayuda que recibió de gobiernos claramente dictatoriales; se teme que el caso de Guatemala se repita y se consoliden dinastías y satrapías que a la hora de lo victoria contra Castro, se presenten a cobrar el crédito político conseguido en la hora de la prueba.
Todo este razonamiento a priori muy explicable, revela sin embargo mucha dosis emocio– nal y lo que es más lastimoso, cierta ausencia de perspicacia pofíticd. Debemos comprender que las promesas del Sr. Kennedy de luchar contra el atraso latino-americano y por la expulsión de las dictaduras criollas tiene que realizarse. Y eS,to no porque nos basemos exclusivamente en '? since– ridad del Sr. Kennedy, sino porque estamos convencidos que fa tiene que hacer por "necesidad". La guerra fría está apenas comentando en este Continente y tendrá ql,.ie seguir. Los Estados Unidos comprenden muy bien que mientras exista en la vecindad de sus fronteras pueblos sumidos en la miseria y el abuso, continuarán siendo expuestos o la infiftración comunista. Este es un interés que no puede detenerse por fa propia seguridad norteamericana.
Por eso, lo actitud fógica en estos momentos es apoyar la acción contra Castro como una
medido de emergencia, como una incidencia insoslayable que surgió en el camino para que pronto reiniciemos la ruto y terminemos hombro con hombro con los Estados Unidos fa gran tarea de esta– blecer el cambio fundamental de las estructuras socio-económicas que América Latina está recia. mando.
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