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política internacional - política educativa - política económica

MARZO ABRIL

MAYO

Sobre <:poLítica 9ltterltacioltal

El Fracaso de la invación a, Cuba ha venido a plantearle a la América La–

tina asuntos de mayor trascendencia que inútiles discusiones sobre los errores militares y políticos co–

metidos en ciquel/a frustrada empresa, Castro ha sobrevivido a la prueba inicial y ante la inminencia de una operación de mayor envergadura, es urgente pronunciarse sobre ella. Porque la cuestión bá– sica en estos momentos es: somos conscientes del peligro que significa la existencia en suelo americano

de un gobierno controlado por comunistas? O en otras palabras, estomas listos a participar en una acción que conduzca eventualmente a liquidar la cabeza de playa de la conspiración soviética en

este Continente? ¿Estamos en esta hora hombro con hombro con los Estados Unidos, o tenemos al– gunos reservas que no expresamos clara y francamente . •

A juzgar por la variada reacción habida en América Latina en los días subsiguientes al desembarco en la Bahía de Cochinos, no existe unanimidad en la materia y esto es Una cuestión de

extremo gravedad, que debemos analizar objetivamente hasta sus últimas consecuencias.

Empezamos per aceptar que ef impacto de (o amenazo comunista en este Hemisferio, con realidades económico-secia(es diferentes en el Norte y en el Sur, no ha sido el mismo. Para fas ciu–

dadanos norteamericanos cuya inmensa mayoría disfruto del respeto a los valores esenciales del hom– bre; que participan y tienen influencia en el Gobierno de su país; que comparten y tienen occeso a

los riquezas naciones, el desafía soviético representq una reol amenaza que atenta contra Jos esen– cias misma de su sistema de vida. En cambio, para estos pueb(os latino-americanos privados de los

derechos básicos del ser humano; sumidos en el atraso y la ignorancia; apartados del disfrute de los

recursos nacionales no aciertan a vaforizar fa gravedad de esta, sometidos a fa influencia soviética, porque piensan que les queda muy poca Cosa por perder. Han tenido que recurrir los dirigentes tra– dicionales de estos países a presentar el sistema comunista como una negoción 01 derecho de practi– Car libremente su refigión, para que pueda entenderse a medias lo que el cambio significaría para ellos.

No nos asustemos entonces que estas masas reaccionen con indiferencia a los cruzadas an– ti-comunistas, ni que sea para ellos difícil distinguir detrás de lo careta reinvindicadora y nacionalis–

ta de Fidel Castro, la trágica mirada del imperialismo soviético. Estos ingredientes psicológicos, uni– dos al recuerdo de pasadas ínjusticias cometidos ((urente la política del big-stick, nutren los barullos que arman las muchedumbres desorbitadas def Caracas, Quito, Río de Janeiro y México

Muy distinto por cierto es la reacción frente a fa amenaza comunista de las llamadas "cia–

ses dirigenies" de estos países. Estas sí tienen fllndado razón de temer la dominación soviética; és–

tas sí saben el valor de lo que pueden perder y de lo cual ahora disfrutan. En cierto modo est6n identificadas con los intereses políticos de los ciudadanos de los Estados Unidos y pc;¡rticipan de su

angustia. La expresión política de estas "élites" fueron hasta hace poco las dictaduras criollas, de las cuales aún quedan tres sobrevivientes y en muchas otras permanecen remanentes incompleta– mente liquidados. Son los voceros de estos sectores los que integran las Conferencias Panamerica–

nas de donde han soNdo tantos pronunciamientos protestando una solidaridad continenta1 que nunca . ha existido al nivef popular. Estos dieron a 10s Estados Unidos una falsa idea de seguridad y acu– mu(oron para ellos resentimientos y desconfianzas que en la hora crítica se están amargamente co– sechando.

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