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« Previous Page Table of Contents Next Page »Firrnemente creo que don Rafael Cabrera retir6 del Gabinete más por cansancio que
s~r advel"sar a los Estados Unidos, porque en Pus frecuentes visitas que me hacía después
S. en'lpre lo encontré amigo de ese gran país.
51 Por otra parte, yo mismo me ví después en dificultades cuando el Gobierno Americano dispuSO el em1;>argo de los bie~es de los ale-man éS y sus ah~dos en estos palses. . . Desde el· ano de 1885 yo conocía vanas casas alemanas q.edicadas a actividades co– merciales e industriales en el país. Cuando yo . las conocí ya tepían muchos años de estable– cidas, 'l como algunas de ellas quedaban fren–
te a la casa de mi padre, me relacioné mucho con ellas y así pude observar sus simpatías por las genies del 'país y las inclinaciones de sus varones a contraer matrimonio con señoritas nicaragüenses, lo que hacia que nosotros los viéramos también con simpatía. Además, por
9U dedicaci6n al frabajo y sus contactos con la sociedad del país eran para mi gentes insos– pechables de que pudieran fener contados con
9U paí.s ,de. orig~n en contr~ de nuestra Améri– ca.' Por eso crel que dee;po]ar a aquellos hom– bres Y familias que por muchos años había visto luchar para amasar una pequeña fortu– na me pareda algo inusitado e impropio, por lo que siempre le puse evasivas al Encargado de Negocios de los Estados Unidos ante mi Go– bierno
Considero que fal actitud fue xnal interpre–
tada por el Gobierno Americano.
Ahora, con más experiencia de los hom– bres y de la política, y de lo que son los inte– teses de país a país, he llegado a comprender que hasta cierto punto tenían razón los Esta– :ios Unidos al estarme pidiendo la declaratoria :ie guerra,·-a.l8; que no puse. objeción alguna, procediendo a hacerla-, como tampoco ha– bría puesto ninguna objeci6n al envío de ele– mento humano a los campos de enirenamiento militar para que después fueran a figurar tam– oién, al lado de las tropas norteamericanas en los campos de Europa, pero eso de despojar a :iudadanos pacíficos de sus bienes, aun me ;mrece algo ins6lito.
Oira cosa que íambién recomendé muy 3specialmen:l:e a mis colaboradores en el Go– :)ierno, fue la honradez en el manejo de los :ondos públicos, así como también me propuse :Iue en mi Adminis:l:ración no hubiesen perse–
~uidos, ni prisioneros, ni expulsados. Me cabe 11 orgullo decpoder decir que durante mi Ad– ninistración de 1917 a 1920 no hubo más que los personas que sufrieron verse privadas de
IU libertad por causas que podríamos llamar 'políficas". Una fue el Dr. Enoc Aguado, quien lsiuvo preso a causa de un escrito a la Corte iuprema de .Justicia, -en el caso de una exhi– >iei6n personal-, escrito que fue dirigido en érminos injuriosos para el Presidente de la
~epública, lo que realmente me molestó, no >01" 10 que el Dr. Aguado dijera de mí, sino lOrque a mi juicio, la Corie, al ver los términos lel libelo, tan impropios, debería habérselo
dl3vuel±o para que lo enviara en los términos que la ley exige al tratarse del Jefe del Estado
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y bajo esa primera impresión ordené fuera lle– vado a la cárcel. Pero znuy pronto esa primera impresión se fue calmando, y considerando que el Dr. Aguado estaba recién casado y que su prisión causaría una seria molestia para su señora esposa, dí orden que se pusiera en li–
bertad en el mismo día de su prisión y sin que nadie me 10 pidiera.
El otro caso fue el de la prisión de don Juan Ramón Avilés, quien, estando el país en gran peligro de que se produjera una guerra entre Nicaragua y Costa Rica, escribió en "La Noticia", un editorial subversivo por el que procuraba producir la deserción de las tropas que de aquí se enviaban a la frontera de Cosía Rica.
En esta ocasi6n, lo que dió motivo a su detenci6n fue el haber don Juan Ramón llega– do en persona a distribuir su periódico a la Estación del Ferrocarril donde se embarcaban
300 reclutas en el tren para Granada. La noti– cia de la llegada de don Juan Ramón a dis– tribuir el periódico con el editorial subversivo me la di6 el Director de Policía, sin embargo, no hice nada al respecto en ese momento, mas cuando tuve conocimiento de que a causa de su insana propaganda se habían desertado cer– ca de 50 reclutas en la ciudad de Masaya, en– fonces dí la orden de su prisión.
Por eso aun hoy, con mi sangre entera– mente fría por los 90 años que llevo encima, al repasar los sucesos de mi Gobierno, me digo que si el caso se repitiera haria 10 mismo hoy que 10 que hice entonces, porque nO es posible admitir que por desahogo político se dañe al país en peligro de guerra.
y ya que hablo de examen de conciencia pienso en esíe momento que si don Juan Ra– m6n hiciera uno de la suya, muchos de sus violenios ataques contra mí deberían esfársele haciendo ahora una carga pesada.
Pero volvamos a la labor desarrollada du– rante mi administración, que por contar con muy escasos recursos y no poder disponer de las rentas aduaneras fenía que ser aun más precaria su situación. También debe tomarse en cuenta la época en que se gobierna para po– der juzgar las obras de progreso que cada go– bernante haya realizado en el país. Hago esta salvedad porque no se puede exigir que en mi tiempo se hubieran hecho obras viales de la magnitud que se pueden hacer hoy día con las grandes y poderosas maquinarias que existen y sobretodo con la diferencia de política desa– rrollada por el Gobierno de los Estados Unidos en aquella época y la actual. Mientras que cos– ió un mundo" de labor al Presidente Díaz con– seguir un préstamo de UN MILLON QUINIEN– TOS MIL DOLARES, ahora s6lo para la Carrete– ra al Rama le han facilitado a esie Gobierno más de VEINTE MILLONES DE DOLARES.
Muchos de nosotros que viajábamos por el país en aquel entonces, vimos c6mo el Inge– niero don Adolfo Cárdenas, de muy grata me-
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