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po, pero'1éhusó dejarse dominar por los explotadores.

R O M A

O M M O

A M O R

Sobre todo esto, la sustancialidad del alma, y la sustancialidad de los dioses.

':Ditchel1-eol1del1~are

la palabra alemana Ditchtung significa "poesía". El verbo dichten, "condensare".

En nuestra vida intelectual -o "lucha", si se quie· re- necesitamos hechos que iluminen como relámpa. gos, y autores que presenten sus asuntos bajo una luz que no vacile.

las obras de Frobenius contienen ráfagas de luz. De la filología del siglo diecinueve, que todo lo ence· ri'aba en compartimentos separados, y producia especia· listas capaces de escribir monograffas o artículos para las enci~lopedias sin entender en lo más mínimo su al· cance o relación a la totalidad del problema, Frobenius avanzó a la kulturmorphologie. El le dio validez al he~

cho vivo para el estudio del documento muerto. Empe– zó -incipit vita nova 5ua- cuando tuvo noticias de que unos constructores de ferrocarril tenlan dificultades a causa de una tradición local. Un rey y una muchacha habían entrado al interior de la tierra desde cierto mono tículo: 'no se debía nivelar ese lugar sagrado. los cons– tructores materialistas no hicieron caso y ordenaron se· guir adelante -y desenterraron un carro de bronce con las efigies de Ois y Persephone.

Más tarde escribió Frobenius: "Dondequiera que hallamos estos dibujos en las rocas, siempre había agua a los seis metros de la superficie".

la tradición oral, los ritos no enteramente desapa. recidos, y también el aporte efectivo de los descubri– mientos arqueológicos, todo ello forma parte de su pero cepción total. No vio nada ridículo en que un niño qui– siera saber si la letra final de la palabra Kan represen· taba la cola del gato, y la primera su cabeza. Pero el maestro de escuela que no se interesaba en la inteligen– cia ni la curiosidad vital del niño, lo creyó estúpido.

Para vivir necesitamos hechos, y la oportunidad de compararlos. No queremos el dumping de artículos ex– tranjeros, ni de productos materiales, ni de produccio– nes seudo literarias. Pero ejemplares para servir de comparación, has son indispensables. Para conocer los mejores modelos, y mejorarlos. Para conocer las obras maestras, y alcanzar la maestrfá. Conquistas como las de Nicolás V.

Una reforma de las universidades se podrla efec– tuar, a mi parecer, por la infusión de ciertos datos cono· cidos que pueden condensarse en pocas páginas. Con· fucio, Mencio, la antología que hizo Confucio de poe· mas ya antiguos en tiempo de él. Una docena de poetas chinos, y una idea general, siquiera, de la naturaleza del ideograma como medio de expresión verbal y visual a la vez. Esto imparte nueva vitalidad.

Un sentido apropiado de los momentos claves de la poesía. No descuidar a Homero. El estudio de la mé– trica requirirá una escasa media hora de trabajo con Bión, los trovadores, y la poesía francesa desde 1880 a

1910. Cierto esnobismo, que data del Renacimiento, ha sobrevalorado, talvez excesivamente a los griegos, po–

niéndolos por encima de Ovidio, Propercio y Cátulo. No debe sobrecargarse al estudiante, sino más bien tratarlo como si se le condujera a una galerla ,de' pino turas donde hubiera unos pocos cuadros, pero sólo de los más grandes maestros. Calidad, ha cantidad. Para enseñar historia: una síntesis no inferior a la de Brooks Adams.

Nuestro amigo T. E. Hulme deda con razón: "todo lo que un hombre ha pensado, cabe en una cuartilla; lo demás es s610 aplicación y elaboraci6n".

Sin gustos fuertes no se ama, es decir, no se existe.

':De modo U.1urarum

Adeudarse es una manera casi segura de hacer ca· rrera en la política. El mandarín Wu Yung cuenta que habiendo sido nombrado Gobernador, los banqueros le presionaron a solicitarles dinero. El se cansaba de repe– tirles que nunca podría pagarles con lo que ganaba. Pe– ro ese era un detalle insignificante que en absoluto no les preocupaba.

la anécdota me recuer.da la vida de un portero que conocí en una biblioteca de Venecia, y que se ahorc6 después de cuarenta años de leal servicio. la nota es– crita a Inano;

" ... rompe i muri e l'armi" y una política de sala– rios injustamente bajos, puede favorecer el luego de los usureros. El énfasis hay que ponerlo en el adverbIo "in· justamente": Dicha poUtica se origina de una imperfecta comprensión de la naturaleza del dinero, y del poder del estado. Las autoridades encargadas de las cuestio– nes monetarias pueden satisface~ las necesidades del puEiblo y proveer para todas las obras útiles al estado, hasta un límite impuesto por (a disponibilidad de mate· rias primas y la capacidad cerepral y muscular de la gente, sin tener que pedir licencia al usurero o recurrir a la alternativa de Cavour.