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bra no se puede agotar en el curso de una vida, Como prende, cuando menos, dos partes:

l. la palabra del arte literario que presenta, de· fine, sugiere, la imagen visual: la palabra que debe re· nacer con frescura en cada obra de arte y descender con

renovado brillo;

2. la palabra legal o cientrfica que debe, desde el principio, ser definida con la mayor precisi6n posible

y no cambiar de significado. .

Por Jo que hace a la ética, refiero al lector al G,:an Digesto de Confudo~

En cuanto él religión, me bastará decir, en el estl· lo de un amigo literario, "ogni ravennate che si rispetta, vene procreato, o almeno riceve 'spirito o alito di vita,

nel mausoleo de Galla Placidia" (G.B.V.) "todo ravenen– se que se respeta es engendrado o, por lo mEmos recibe el espíritu y el soplo de la vida, en el mausoleo de Ga– la Placidia".

El Dante quizá haya dicho aemasiado en el Paradiso y, sin embargo, no lo suficiente. En todo caso los te610– gos que ponen la razón (la lógica) en lugar de la fe son los que comenzaron el resbaladizo proceso que ha ter– minado produciendo teólogos que para nada se intere– san en la teología.

La tradición reside en las imágenes de les dioses, y acaba por perderse en las definiciones dogmáticas. La historia se conserva en monumentos, y es por éso que los destruyen.

Con una definición clara y exacta del dinero, con un concepto claro de su naturaleza, se evitarán muchos años de perplejidad o imbecilidad económica. Añádanse definiciones del crédito y de la circulación, y se obten– drá prácticamente una erudición económica que puede registrarse en unas pocas páginas y ser de veras enten– dida en unos cuantos meses de estudio.

Sin entender la economía es imposible entender la historia. John Adams se sorprendía de que fueran tan pocos los hombres que habían estudiado los sistemas de gobierno. Entre su tiempo y el de A~istóteles la li· teratura política es bastante escasa. ¿Y Salmansius? De Modo Usurarum parece no haber sido reimpreso des– de 1639 o 40.

El relieve dado a la economía por Shakespeare, Ba– con, Hume y Berkley no parece haber sido suficiente pa· ra darle un lugar prominente en la conciencia pública

anglo~iona. Después del archiherético Calvino, según parece, no se volvió a discutr la usura. Una gran lás– timal Mientras la Madre Iglesia se ocupó del asunto se continuaron construyendo las catedrales. EII arte reli– gioso f1oreda.

Desde allí se desciende o se regresa a otra antigua forma de fraude: la de obligar a una nación a comprar mercaderlas (a menudo inútiles) por el doble de lo que valen.

Yo diría que todo libro valioso contiene una biblio– grafía declarada o rmplícita. El De Vulgari Eloquio nos refiere a Ricardo de San Vlctor, Sordello, Bertrán de Born y Arnaut Daniel. El Dante fue mi Baedeker en Pro– venza. Aquí debo mencionar 11 Glusto Preuo nel me– dio Aevo por el Rev. L. P. Cairoli.

la term.inología no es una ciencia, pero toda cien· cia progresa definiendo su terminolog(a cada vez con ma· yor precisi6n.

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Debe hacerse la distinción entre el fraude que consiste en ganar intereses con un dinero creado de la nada, y la defraudación que se produce elevando el va– lor- de la unidad monetaria por medio de las manipula– ciones de un monopolio, obligando as( a los deudores a pagar el doble de lo que deben, en términos de las mercandas o de la propiedad que obtuvieron en la épo– ca en que el dinero les fue prestado.

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Repitiendo: un experto que mira un cuadro (de Memmi, Goya o cualquier otro), debería poder determi· nar el grado de tolerancia de la usura que existía en la sociedad en que ese cuadro fue pintado.

El arte es un medio de comunicación. Está sujeto a la voluntad del artista, pero la sobrepasa.

"EI carácter del hombre se revela en cada pincela– da' (y ésto no s610 es aplicable a los ideogramas).

i:Je,ro.6 &le texto

El texto para cualquiera que resuelva estudiar el arte de la métrica, el arte de hacer versos, sigue siendo el De Vulgari Eloquio, pero ninguno llegará a ser ex– perto sin conocer a Bion ("la Muerte de Adams") a los trovadores mencionados por el Dante, y el desenvolvi– miento técnico habido en Francia durante el siglo dieci–

~ue~e, incluyendo a una veintena de poetas sin mayor Impoi'tan<;ia por lo que tienen que comunicar.

Al'presente podemos ya entender hasta cierto pun– to la fanopeya china, lo mismo en el original que en buenas traducciones, pero lo que es el arte de sus so– nes y metros, permanecerá como un,. libro cerrado para

Occidente hasta que no aparezca un sinólogo realmen– te apasionado.

Para aprender lo que es la poes[a no se puede pres– cindir de una docena de autores que no escribieron en la lengua de Petramala.

"Quoniam permultis ac diversis idiomatibus nego– tium exercitatur hl.lmanum ... " (D.V.E. 1, VI).

Si no se conoce a Homero, Safo, Ovidió, Cátulo, Propercio, Dante, Cavalcanti, unas pocas canciones de los trovadores junto con otras tantas de van der Vogelwei· de o Hans 5achs, Villon y Gautier, no se conoce la poe-

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