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be enseñársele al niño desde en fa cuna misma. Ef Partido Conservador no rehuye ni oculta su ín– tima unión con fos principios de fas grandes fuerzas espirituales, que radican en fa Religión; y por eso precisamente nosotroS los conservadores creemos que fa doctrina conservadora, basada en los principios morafes y espirituafes, es la única doctrina que puede salvarnos de las desviaciones que la Humanidad ha sufrido y está sufriendo en la actualidad.

No es ni siquiera una aspiración conservadora suprimir el concepto de la enseñanza laica

de la Cohstitución de Nicaragua. Esto es apenas una aspiración de algunos liberales de buena fe

que se conforman con fa libertad d~';'énseñanza refigiosa en fas escuefas.

La verdadera aspiración del Partido Conservador es consignar en la Constitución Política

de Nicaragua un precepto que haga obligatoria en las escuefas la enseñanza religiosa, fo cuaf estq conforme con la verdad, en la costumbre y con lo tradición del puebfo nicaragüense.

El Comunismo es el sistema político que explícitamente excluye a Dios y por eso ha sido el primer gran sIstema social que ha hecho del odio el principio del progreso, mediante la lucha de

clases. La tendencia moderada liberal en Nicaragua es restringir a Dios a fa esfera de fa religión. Marx afirmaba con sorna que los creyentes quedan hacer de Dios un monarca constitucional al es– tifo ingfés, que debe ser tratado con ef mayor respeto, pero que no debe interferir en fos asuntos de la vida. La creencia del Partido Conservador es que Dios es necesario no solamente en fa Religión, sino también en la pofítica. Porque el Partido Conservador le da a la persona humana todo su va· lor. Y de esto depende toda la naturafeza de la Sociedad. Porque el hombre, a su muerte, no aca– ba af igual que los animales. No puede desligarse de Dios. Y de la existencia de Dios y de ser el

Creador de todo!; los hombres es de donde arranca la doctrina de la fraternidad humana, -la úni–

ca que puede detener el avance def ~omunismo- . •

La necesidad de producir más y al mismo tiempo la imposibifidad de que dicha producción sea consumida, es una de las contradicciones más graves que existen en estos países cen– troamericanos a causa de la baja densidad de población y la falta de suficiente poder adquisitivo de sus habitantes, campesinos en su inmensa mayoría. Ciertamente que bajo una economía dé tipo agrícola, mono-productora y atrasada es muy difícif rescatar a la pobfación centroamericana de aquel círculo vicioso y que por eflo mismo, la industrialización sea uno de los recursos más valiosos para salir de ese estado circular.

En un país como Nicaragua en el cual openas el 33 % eS económicamente activo, no exis–

te para las industrias las condiciones mínimas para su crecimiento y progreso. En la actualidad, la producción industrial en nuestro país apenas Ifega al 10.5% de fa producción nacional total. Esta situación repercute sobre el bajo nivel de vida, cuyas características, ya lo sabemos, son las de paí–

ses agrícofas de régimen económico del tiempo de fas Encomiendas.

Por otra parte, fa falta de técnica, la escasez del ahorro, la concentración de la riqueza nacionaf en pocas manos, el favoritismo pofítico, la fafta de responsabilidad def Gobierno ante el puebfo, el status qua mental, etc., han fomentado la existencia de unos cuantos poderosos monopo– lios y trusts, que han impedido la sana competencia en beneficio del puebfo consumidor.

La única alternativa a esta situación de países que producen barato y compran caro, es

incorporar af mundo de la vida industriaf, que dispone de salarios más aftos y que por ende fevanta ef standard de vida. Lógicamente, por ef pequeño volumen de estos países era preciso pfantear ese problema en escala centroamericana. Esta necesidad es tanto más urgente, cuanto que el órea gas-

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