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levantar el caznpo y a regresar a León casi en cozn– pleta derrota
Mientras tanto nadie hablaba de la unidad de Centro América: estaría escondida seguraznente en al– gan rincón de la cabeza del General Jerez.
El parlido liberal o "deznocrático". cozno entonces lss lla~aba. estaba a :p~n~o de sucuznbir Aque~ gran !xnoVilTIlep.io popular InIclado con iania audaCIa, se– 'cundado con indescriptible entusiaszno por las tres . cuartas parles del país. y apoyado con la znayor efi-
cacia por Cabañas. serviría solaznenie para consolidar el poder de los "legnhnistas"
La snuación era angustiosa porque las huestes granadinas vencedoras llegaban ya a Pueblo Nuevo,
y los herederos de Chamarra no acostumbraban dar cuartel
Los l"estos del ejército que había cercado a Grana– da tal vez no habrían hecho resistencia en León En– tortces discurren los jefes de la revolución llamar a Walker y sus hordas de yankees aventureros. No sÉ' si al dar tan inconsullo paso se tuvo en znira la famosa unidad cen.troamericana
Con la cooperación de la.s tropas exhanjeras lo_ gran los "dentocráticos" volver a iomar la ofensiva. y el 13 de Octubre de 1855 se apoderan de aquella pla–
;;la de Granada que durante nueve nteses había resisti–
do el poderoso embate de todo el resio de la República empeñado en su desh'ucción
El paliido "legilintista" cayó Sus principales jefes estaban en el des.l:ie1ro o morían en un cadalso. El General Jerez pareció por un mOInenio vencedor, y digo pareció, porque al día siguiente del triunfo, Wal– ker y nadie ntás que Walker, dirigí.a los aconiecimien– tos
El General Cabañas, el ín±into amigo de Jerez y su poderoso aliado durante la revolución de 1854, fue desde Comayagua hasta Granada para saludar al ven– cedor, y quizá iambién para concerlar el plan de la futura campaña que debía dar por resuliado la unión de Cenho Aznérica, pero el valienie soldado hondure–
ño se encontró con que Jerez no había adelaniado nada, Walker mandaba discrecionalmente en Nicara– gua, y si en aquella ocasión se habló de "Nacionali– dad" sería en alguna conversación de sobremesa co– mo pudo haberse hablado de cualquier otra cosa
A los pocos meses Jerez esfaba en los depada– mentos occidentales en una posición análoga ala que tenían en Segovia sus adverse.rios "legitimistas", ha– bía chocado con Walker quien disponía a su capricho de la suerte del país
Viene en seguida la guerra contra los filibusteros Las Repúblicas de Centro Aznérica se juntan para cozn– batir a Walker, y durante aquella larga, sangrienta y fatigosa campaña, es Jerez uno de nuestros tnejores Jefes y uno de los ntás bravos soldados del Ejércifo Nacional
Concluída la lucha en Mayo de 1857, se cons±i±u–
yó en Nicaragua un Gobierno dicfatorial a cuya cabe– za están los c10s caudillos de los parlídos "legititnista
y democrático"
Marlínez, jefe de los primeros, es un homble bas– lante común, pero conocedor profundo de las cincuen– ta mil bellaquelÍas que forman el fondo de la politica
y de la democracia centroamericanas Jerez era en–
t~nces lo mismo que es ahora: un sonántbulo, un ha– büante de la luna, un cumplido caballero perdidamen– te enamorado del ideal·
f No transcurrieron muchos días sin que Martinez uera dicfador único, y Jerez nada!
Ni sig.uiera pudo conseguir que se reconocieran como inválidos pensionados por el Tesoro. los cojos, ntancos y fuertos que había dejado la pasada guerra civil en las filas del ejército "democráfico"
Vino luego la elección y, corno era natural, Mar– tínez fue designado Presidente por cuairo años,
Terminado su período, trata Marfínez re-elegir, y conociendo la imporlancia de Jerez como hombre de prestigio y su incurable manía reconstrucfora, agarra el organillo de la "Nacionalidad" y preludia en él con tan admirable maestría una tocaia deliciosísima, que trasiorna inmediatamenie el seso a nuestro rOInántico y apasionado héroe .
Loco de contento el soñador eterno, se empeñó en p10bar al país que la Constiiución de 1858 no se opo– nía a la reelección de Martínez, aunque el artículo 32
de la Carta nicaragüense es claro y terminante a este respedo Hizo aire con su poderosa influencia enire 1é!-s masas a la candidatura ntinisterial, y corriendo Slempre iras el organillo del pasforciio suizo, tue de. Managua a Gua:±emala, de Guateznala a San Miguel' y de San Miguel otra vez a Managua, '
Cuando 1eglesó de su lalga correría, y cuando creía iocar la suspirada meta, se enconlró lo de siem– pre: un triste y tardío desengaño
Marlínez que veía asegurada su reelección. y que se preocupaba tanio de la unidad de Cenfro América como de encontrar la piedra filosofal o la cuadratura del círculo, se fasti~ió de la l;túsica y del papel que representaba, agarro el organ1110 con entrambas ma~
nos y se lo rompió en la cabeza al pobre entusiasta que se quedó aturdido y con un palmo de narices
Fué por aquellos días que publicó un follefo pro– bando que "le habían engañado"
I pero Martínez y los marlinislas se reían de Jerez y sus panflefos a carca– jada fendida
Desde aquel momento se convirtió en enemigo acérrimo de la reelección, y con su acostumbrada ac– tividad recorrió el país eniero trabajando por la can– didahira de don José Joaquín Quadra, conservador de la vieja escuela, en quien Jerez veía ya segura.– menfe "un coquimbo nacionalisia de primísimo car– j:ello" ;
Inútil es decir que sucumbió en los comicios Es la suerle de todas las oposiciones legales de CenÍl o Antérica, y no había de fa llar la regla cuando enca– bezaba la resisfencia el General Jerez
No se desalenió, sin embargo ~Acaso Jerez se ha desalentado nunca?
Voló a San Salvador donde el Presídente Barrios ejecutaba a la perfección y con marcada complacen– cia e11 el organillo consabido; combaiió en Coatepe– que el 24 de Febrero de 1863, y por su bravura y bi– zarría mereció que aquel esclarecido patrioia, que era también un galante caballero, le designara en un par– te ntilitar, por siempre l'l1.emorable, con el pmnposo título ele "León del Isimo"
Si ha habido un partidario sincelo de la unidad de Cenho América que pueda ponerse al lado de Je– rez, ese tal es Gerardo Barrios
Dirán muchos que al levaniar la bandera nacio– nal solo consulíaba su desmesurada sed de mando Si esto es verdad. nada nos hnporla Grande ambi– ción, por cierlo, ela la suya; aspiración nobilísima que enalíecerá eternamente su men1.01ia en el lecuerdo-de fodos los buenos ceniroarnericanos!
Vencido Carrera en Coatepéque, resuelve Balllos emprender la gran guerra, aiacando a la reacción en su propia madriguera, Guatemala
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