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« Previous Page Table of Contents Next Page »encontrarse al frente de una numerosa aSBlnblea de sabios. tales eran su turbación y encogimiento
Yo no lecuerdo a punlo fijo lo que nos quiso de– cir, pero si tengo presente que casi no se le entendió, y que tartamudeaba como un tímido escolar en pre– sencia de un jurado de examen
Des~ués le oi bdndar en Amapala, el día que se inauguro el Gobielno de don Marco A. Soto, con la misma dificultad de expresión e impropiedad de tér– minos que cuando arengaba a la falange nicaragüen– se. Balbuciente, nervioso, casi coriado, dijo yo no se qué sobre la reconstrucción de Centro América, ten,a obligado de todas sus conversaciones y discursos.
",Podría merecer el General Jerez el calificativo de hombre politico en la acepción centroamericana de la palabra?
Contesto resueltamente que no
Con dificuliad se encontrará un individuo más ajeno a las pequeñeces de nuestros gabinetes, a las mezquinas intrigas de nueshas cancillerías, a las mi– serias, enredos y patrañas que forman el fondo de lo que se llama gran políiica y alfa diplomacia en estas • microscópicas Repúblicas
Se acusa al General Jerez de candoroso, y pienso que con sobrada razón su vida política es una serie no interrumpida de tristes desengaños, así como su
Cé.l–
rrera militar sólo registra derroias.
Absorto en la contemplación de su bello ideal, la unidad centroamelicana, no quiere persuac::iirse que
n~die, absolutamente nadie, piensa aquí en Úl recons– 'frucción de la aniigua pahia
~Quién no ha engañado al Genelal Jerez?
",Quién no se ha servido de su pres1igio y de su
nob~e mania para revolver a Nicaragua?
Así es que tiene muy bien sentada su reputación de anarquista.
• Algunos suponen que Jetez no ha vencido nunca porque tiene "mala estrella" Error! Los astros no se :mezclan para nada en las absurdas combinaciones de los hombres Es claro, que cuando se dice: dos y dos hacen cinco, todas las esirellas del finnamento no im– pedirán que se vaya a dar al absurdo, a la derro1a, a la nada
y el gran maten.álico Máxitno Jerez dice frecuen– iemenie en polí±ica: "Dos y <los hacen cinco"
Para llegar al fin que se propone, la unidad de Centro AInérica, todos los hombres, iodos los medios y iodos los caminos le parecen buenos, el último belihe le prueba en quince minutos que va a servir desintere– sadaInent e a sus propósitos, y desde aquel momenio se transforma en un ángel a los ojos del crédulo cau_ dillo, que se iInagina haber encontrado una alhaja inapreciable, un patiidario de la hermosa causa que él susienta.
Basta que un desalmado le cuente cuatro menti– ras y le jure por Morazán que la unión de las cinco Repúblicas es el objeto de todos sus desvelos, para que inmediatamente le calüique el Genelal Jerez de pen– sador profundo y ascendrado patriota
Cualquiera que haya visto representado el draIna titulado "La Gracia de Dios", o la encantadora ópeta de Donizetli "La Linda de Chalnomix", recordará que un humilde pasiorcito se lleva desde el cenrro de Pa– rís hasta los ventisqueros helvéticos a la pobre C8In– pásina Suiza, su compañera de infancia, por medio de un OI:ganillo cuya música recuerda a. la desventurada loca las canoiones de su aldea naial.
Pues al General Jerez le sucede exactamente lo que a la linda de Chamomix El último bausán Puede
saca~"le de su :l:ranquilo,h?gar y pasearle por todos los confmes de Ceniro Amenoa, tocf.,\ndole el organillo de la "nacionalidad"
La mano que n"lueve el manubrio no le importa a él maldila cosa Oye la música y se va deirás sin re parar en nada ni en nadie . -
Por eso se ha llevado tanios chascos en política y
sufrido tantos descalabros en la guerra
Entregado en cuerpo y alma a la sinfonía "nacio_ nalista", no ve los obsiáculos. del c¡;lmino, no cuenta el número de sus contrarios, ni mira nunoa airás para saber cuántos le siguelJ.
A veces le sucede caminar lalgo trecho solo, ente. ramente solo, creyendo que bajo sus órdenes marcha un ejército numeroso.
Fiado en prorrlesas vanas, en quhnél'icas esperan_ zas y en yo no sé cuántas cosas más, todas ideales y
fantasticas, va detecho al centro del real separatista llevando en la mano su hermosa bandera desplegadá al viento Ya se figura vencedor, un paso más y ha enarbolado en el campo enemigo el glorioso esiandar. te nacional, pero en aquél instante supremo la ilusión se desvanece cotno por encanto, y el sublime sonám_ bulo se rOInpe la crisma conb a el lnuro iosco y frío de
la mísera y descarnada realidad
"Está loco, está loco", gritan entonces los chuscos todos los hábiles, quizás los mismos que le han lanza: do a la arena en provecho de lnezquinos intereses da banderia Me parece que en esos mOInentos, él mismo Hega a dudar de su razón
La historia polí±ico-miliiar del General Jerez puede lesumirse asi: DESENGAl'l'OS TARDIOS, DERROTAS INESPERADAS.
Aunque cOInenzó a figular desde muy joven, bien puede decirse que no llega a hacer gran papel hasta
1854, de ahí data su vida de ca"l.lrlillo levolucionario
Pasemos esa vida en ligera revista, y vetemos comprobada la verdad de las palabras que sirtietizan toda su larga y agitada canera de hombre público; y
que hoy podrían servir de empresa a su abollado es– cudo: DESENGAl'l'OS TARDIOS, DERROTAS 1NESPERA– DAS
Muchos de sus compañeros de enionces. y en esie número el Licenciado Selva, aseguran que jamás se pensó en tal cosa en 1854, pero COlno a Jetez debemos suponerlo mejOI informado que a Selva de las cosas de aquella época, y como, según lo he di.cho ya, Jelez no sabE¡) mentir, 110S es petmitido creeI, que la recons· trucción de la pairia era desde aquellos aciagos días el objeto de !ocfos sus afanes
Sea de esto lo que fuese, VeSln05 cómo pasaron las cosas
La revolución que iniciaron en el Realejo cua– renta y cuatro emiglados, contaba a los pocos días con Inés de t.J¡escientos hombres Chamot ro es den otado en El Po:t:o el 13 de Mayo, y el 26 del misnlo mes es– taba Jetez a las puerías de Grell1ada con un ejército de mil hOInbres
¿Será la "eshella funesta" de que hablan algUl;oS la que le impidió tomar aquella ciudad, defendl da por unos pocos vecinos pacífic05 que la víspera sola– menie se habían improvisado soldados?
Es lo ciedo que después de cien combates en los que casi siern.pre tuvo la. peor parte. y después de ha– ber pasado nueve meses en Jalfeva, se vió obligado a
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