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¡¡irvent ~e ve .bien que nunca; ha b1:iacado ?n placer en la satIsfaccl6n de las necesldades del estomago

Viste Jerez xnalísimaxnente. Poco o nada se cuida del code y de la lim.pieza de su traje. General de Di– visi6n, no se ha puesto nunca un entorchado, quizá cuando joven gastaría alguna vez uniform.e Inilitar, pero yo desde que le conozco no le he visto jam.ás ni un bot6n de Inefal.

Este absoluto abandono de las exterioridades le ha perjudicado probablem.enfe en varias circunstan– cias, porque es indudable que en la sociedad m.oderna, :tan pagada de apa.riencias, "el hábito hace al xnonje" aunque el refrán diga fodo lo contrario

No puedo olvidar que debido a su pobre trapillo, una señora de Granada que no le conocía xnás que de nombre, le tom.6 en cierta ocasión por criado del Ge– neral Martínez.

Pocos hom.bres hay tan activos corno Jerez A pe– sar de su débil constituci6n, puede cabalgar m.uchos días consecU±iv'os haciendo siempre buenas jornadas Diríase que ni el sol, ni la lluvia, ni el polvo, ni alIado ejercen irtfluencia sobre su economía.

Sobre todo, cuando el interés de "su causa" le ani– ma, es infatigable.

A principios de este año le ví hacer lo siguiente: ¡¡alió de Guafemala para Costa Rica el 19 de Febrero,

y el 5 de Marzo estaba de vuelia, volvió a salir para costa Rica el 7 del mismo mes, desem.peñó en aquella República una Inisi6n de importancia, y el 2 de Abril entraba o:tra vez en Guatemala.

Los que hayan recorrido el lalgo y dilatado tra– yecto que Jerez salvó cuatro veCeS en cuarenta y fres días, podrán apreciar en Su verdadero punto la ener– gía indomable de ese hombrecito endeble por natura– leza, y cascado por los años y las fatigas de la vida militar.

El General Jerez es muy sobrio, no gusta de to– mar vino y Inenos aun licores fuertes

Cuando nada le preocupa se acuesta a las nueve de la noche y se levanta a las cinco de la mañana, pero si tiene algo que hacer, duerm.e poco, y si es ne– cesatio, no duerm.e nada absolutamente, sin que al si– guienfe día de una noche de insomnio revele su fiso– nomía ni el más ligero cansancio

Dice el Licenciado Péraz que el General Jerez no sabe montar a caballo, ni disparar una pistola Quizá

110 tenga en verdad, grandes conocilnientos teóricos sobre equitación, al mismo tiempo que, por su des– garbada figura, no podrá ser nunca un apuesto jinete, pero es capaz de montarse en una Zebra o en la yegua de Mahoma sin tornar informes sobre sus anteceden tes y cualidades Además, como he dicho antes, hace largas jornadas a caballo sin manifestar fatiga

En cuanto a lo de disparar una pistola, creo que Jerez no es menos hábil tirador que cualquiera de nuestros señores militares, y estoy seguro que, llegado el caso, sabría dispararla con tnano tan serena corno el más aventajado duelisfa.

Con todo, es lo cierto que no se la he visto nunca al cinto, y que por lo general hace muy poco caso de toda clase de arm.as.

Hasta aquí el hombre exterior Salvemos el um– bral de la tnateria y veamos lo que hay denfro.

. Posee el General Jerez un gran talenfo especula– hvo y una Inemoria portenfosa. Su in..frucción, al me– ndos para un centroamericano, bien puede calificarse e profunda.

Docior en Leyes desde muy joven, InerecEi biE!n"sú tifulo, y aunque en Nicaragua, la palabra "Licenciado" se ha hecho, y con juslicia, sin6nima de "iliJUorante", Jerez aparece corno una de las po·cas e~cepClonesh~n­

rosas entre la turbamulia de Abogados de pacotilla que pululan en nues:tros Congresos, Cortes y Cabild,Os.

Sus conocimientos, en Matemáticas, sobre todo, son muy notables Da gusto oírle hablar de Geodesi~,

de Geografía y de Cosmografía. Dedicado al prof~so­

rada cuando no ha esfado al frente de una revOluClQn, conserva siemore frescos en la memoria los =ás difí– ciles problemas de las ciencias exactas por las ·que tj.e– na afición

No se explica, en verdad, cómo el hombre .menos práctico ert política y adIninistración, el Inás ~lui;lo y fantástico en fodo, casi diría, el tnás delirante, se.a tan apasionado del Algebra y de la Geometría. .

La memoria de Jerez es prodigiosa C~I'lP:ta ha!l±a con sus más insignificanfes detalles suc;:e~O$ ~caec.i.dos

har.e largo tiempo, relata palabra PW palabra un.a conversación qué tuvo con Walker o don Pairicio Rí–

vas en 1855, con frecuencia Se le oye aitar párratQs enferos de carlas que le escribieron cuartdo m.andaba en Jalieva el ejército democrático.

Recuerdo que un día en Nacaom.e, queríamos fra– ducir una estroía de Séneca, aosa de seis u ocho .versos' latinos Tornó Jerez el libro, y despu~s de leer dos ve·– ces la esirofa en cuesHón, me la repitió de mem.oria sin perder una sola palabra

Latinista consumado, es inútil decir que vertió $n–

mediafamente al español, sin necesidad de dicciona· rio, el pensamiento del poefa cordobés

Adem.ás del latín, conoce bastante el francés que aprendió en París cuando fUe a Europa corno Secreta– rio de don Francisco Casfellón, y posee medianamente el inglés aue estudió, aunque muy a. la ligera, en los Estados Unidos.

A pesar de su grart talento y de BU vasta erudj– d6n, Jerez no escribe bien, al Inenos para mi gusto. Su estilo es descuidado, Hojo y con frecuencia 06CurO. He escrito muchas veces bajo su diciadp, y he pq–

dido observar que no se cuida para nada de. la elé– gancia de la frase, que no le importa repetir diez Ve– ceS una misma palabra en cUBfro líneas, y qUe empe– ñándose en ser claro, se hace difuso y redundante.

Quizás esfos defectos provengan de que no tiene el hábito de escribir La prensa peri6dica no. la ha contado nunca en el nÚInero de sus afiliados Ha.pu– blicado uno que otro opúsculo oalifico, por lo regular folletos jusfificativos de su conducia en el parlatner1Ío a en el campo de batalla, para su conespondencia pri– vada fiene casi siempre un Secretario

En la conversación familiar Se expresa con faci– lidad y has:ta con elegancia En la discusión es fuerte por su l6gica contundente y porque siem.pre encue1;l– tra el término más propio con admirable pront~d.

Es un interlocl.úor tnuy agradable y un hábil razona– dor

Con todo, Jerez no sabe hablar en pú,blico Cuan– do quiere perorar se turba, no halla las palabras, re– piJe el mismo pensamiertto dos o tres veGes, Y se des_ cuelga corno puede para terminar su arenga. Juzgo de la imponancia que tendría su palabra en Urt Con– greso, no hablo por supuesto de los Congresos de tni tierra, por las tres ocasiones que le he oído hablar en público

Las dos primeras se dirigía a la falange nical:a– güense que esiaba bajo sus 6rdeneB en Nacaome¡· y

aunaue su auditorio se com.ponía exc1usivB:;rrten±e de suba1fernos casi todos amigos de confianza, parecía

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