Page 101 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

v

Cansado de esperar el estado normal, resolví apro– vechar los intervalos de quietud entre las facciones del

~he16n, Siete Pañúelos, Somoza y oiros que sucedieron

~ la caída de León, y así pude estudiar cánones y le·

yes Poco antes de obtener el grado en derecho civil, ¡

uri 6 el d.octor. Benavent, cuyos restos condujimos discípulo!; al sepulcro. El docior Barberena, mi 'aestro de cánones, existe aun corno un monun'lento la antigua Universidad, y aunque tiene la figura de n niño, lleva en la cabeza los c6digos sagrados y rofanos El dirá si aun cuando yo fuí Ministro de

~stado Y él un particular, dejé de iributarle el respeto,

y sprecio que :merece, D~n Pio Bolaños, electo Dipu; tado a la Asa:mblea Constituyente del 48, :me conVIdo que le acompañase, y fui con él a Managua con el gusto de siempre Diaria:mente asistía a la galería, y según el interés de los asuntos, permanecía Iuás o me– noS tiempo, Esta Asamblea es una de las más impor– tantes que hemos tenido, A un lado estaban Zepeda, Juárez, Zeledón, Norberto y Mariano Ramírez, General Muñoz, Padre González y oiros, y al opuesto se veían al Ledo Pineda, Fruto Cha:morro, General Corral, Pío Bolaños, Sebastián Escobar, José Lebr6n y otros de me– nor escala, Se trataba de reformar la Constitución de

38 y corno el triunfo fuese de los conservadores, se

re~olvió nulificarlo, parodiando el 18 Bru:mario de Na– poleón l, y en efecto, levantalon unos grupos dándo– les licores, los cuales, con toda clase de armas, corrie– ron sobre la Aso:mblea. Se dijo entonces, y aun des– pués, que Chamorro y Corral cubrieron diesirmnente las puedas del Salón, para que Muñoz no se escapase, a quien inlimaron que él sería la primera víctima si el populacho consumaba el atentado, de. suerte que el pueblo, al ver en rehenes a su principal caudillo, se retiró o 10 hicieron retirarse oíros que comprendieron

la sÜuación. Los conservadores habían ido armados, especia1:mente Cha:morro y Corral, que de infento ense_ ñaron a Muñoz los mangos de sus pistolas, cuya ame– naza la comprendió éste corno hecha por los hombres lan resuellos. Pineda, tan afamado de cobarde, se porl6 con :mucha dignidad ell. la silla de 1:"

presidenc~,;,

que ocupaba, y esta muesira de valor CIVICO le valio la elección de Director un poco más tarde

Mas volviendo a mi n~i'ración os diré: que escogí para mi pasantía el estudIb del Licenciado don José María Esirada, tan acredi±§'do poJ' su ilustración, corno por su moralidad, y :me aceptó brindándome sus lu– ces, su confianza y amistad.

En el mes de abril de 1850 sufrí un contratiempo para mí inolvidable: la muerte de mi :madre A ella especia1:mente debía cuanto había necesitado en :mi carrera, y yo ansiaba corresponderle ¡Qué imposible I

J¡m¡ás un hijo podrá corresponder la ternura y los afanes de una :madre Muchas veces recibió la mía o"rrecimienios de parientes ricos de Granada de darme cuanto necesitase para mi estudio, y yo al ver los sa– criikios de ella, quise inclinarle a que aceptase, pero

Isa negó abiertamente diciéndome, "Mieniras yo viva

y pueda trabajar, no aceptaré estos favores que agra– dezco, quiero que vivas y aprendas sin dependencia de persona alguna, para que cuando seas hombre na– eie p\leda reclamarte que le debes servicios de esta

,specie·' .

VI

Por el fallecimiento de mi madre protesté aban· donar la carreta, que por ella había seguido, cuya re– soluci6n supo don Pío Bolaños estando en San Jacinto,

y he aqui el mayor servicio que me hizo viniéndose a esla ciudad a persuadirme que entonces más que antes lile convenía la conclusión de mis estudios, y como yo le ,manifestase la resoluci6n que había adoptado, me angi6 que al :menos pasase con él y su familia algu–

ll~s días en Granada, a donde se había irasladado, ane:diendo que no se iba sin llevarme, aun cuando es– fuvlese largo tíempo esperándome. A esta exigencia

110 pude resistir, y en efecto, partirnos dos días des-

pués, y sin duda, cuando calculó que yo había enirado en cal:ma, :me habló de un discurso que deseaba leer pero conmigo, y esperaba que yo le dijese cuando po– dría, respuesta que no demoré por satisfacer su deseo.

El discurso era de Donoso Cortés, y aunque co– mencé leyendo sólo para él y no para :mí, el asunto fue cautivando lui atención hasta cautivarla entera– mente Se refiere a la Biblia, ese libro misterioso, que si siempre se lee, se encuentra nuevo, que cuenta en la primera página el principio de los tiempos y d~ las cosas, y en la úllima, el fin de las cosas y de los tiem· pos, que enseña todas las ciencias y las aries; que en– cierra todos los géneros de la poesía, des,de el Génesis que es un idilio, más bello que el pnmer sol que alumbró los :mundos, hasta el Apocalipsis de San Juan, que es un canto fúnebre: lan iriste, como la últi– ma mirada de un moribundo En ese libro se ven pa– sar los pueblos y las generaciones. Nínive con su pompa, Menfis con su grandeza, Babilonia con su abo– minación, Grecia con sus sabios, Roma con sus gUt¡l– rreros Sí, todo pasa corno arista que lleva el huracán, y s610 Dios está firme, corno existe por sí como el úni. co ente necesario.

Estos pensamientos me hicieron experimentar un gozo inexplicable al ver la vanidad de todo lo contin– gente, pero mi admiración fue :mayor cuando al ha– blar de la mujer, no considera a las heroínas bíblicas Rebeca, Débora, y la Esposa del Cantar de los Canta– res, sino corno pálidas figuras de María, esa :mujer más bella que toda la creación, a quien la tierra no es digna de servirle de peana, ni de alfombra los paños de brocado, a quien el Espíritu Santo envía embajado– res; y en fin, esa mujer que su blancura excede a la de la nieve que se cuaja en las montañas, su rosicler al rosicler de los cielos, y su esplendor al esplendor de las esirellos

Basta, amigos, cuando acaba:moB el discurso, fui a la librería de don Pío y torné una Biblia anotada por Scío con sed insaciable de leer Esta disiracción ca1:mó mi pesadumbre, que habría durado en su vigor sometida a la acción del tiempo, y por fin, no tardé en volver a mi estudio, al cual no dejaba de invitarme el Licenciado Estrada, en las visitas que entonces me prodigaba, Un año después él mismo :me condujo ante la Corie de Granada, y zne parece estar viendo su bronceado rosiro irradiando el placer d-a su noble co– razón, cuando vió la aprobacion que :me dieron los Magistrados, después del examen Maestro, tu humilde y pobre origen es el :mayor ti:mbre de tu ilustre nom– bre, tu honradez y ciencia te elevaron a la :más alla posición y tu n'lariirio por la Patria, no hay duda, a la mansión de los bienaventurados Si de allí el espíritu humano pudiera vel' a los que vivimos en la tierra, el tuyo habría visto la extensión de mi pena cuando visi– té el lugar donde fuisie bárbaramente asesinado. En su leva tenía su retrato, y un pequeño libro que encon– tré y compré en la cañada de Somoto. Yo los conseJ'– vo,

Concluida mi carrera, me vine a esta ciudad, pero no ejerciendo mi profesi6n por falta de edad, me dedi– qué a un pequeño trabajo en mi finca, por consejo de un profesor que me consideró muy debilitado por :mi ocupación anterior

VII

Antes de continuar mi narraci6n quiero bosquejar nuestra sociedad para que la conozcáis, aunque sea imperfectamente.

Masaya en vario~ aspecios ha progresado mucho, a pesar de cuanto digan de estancamiento los que nos comparan con otros pueblos :más privilegiados El año de 11 cuando los indios se levanfaron por la influen– cia d~ don José O'Horan, 105 ladinos eran tan pocos, que para defenderse pidieron auxilio a Granada y Ma– nagua, aun existe la primera casa de teja, "la de ta– blas o de escuela", que se edificó aquí, la población

-111-

Page 101 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »