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bre de estado don Ansern;,o Hilario Rivas, trazó una apotegma de nuestra política internacional centroamericana diciendo que "las emigraciones constituyen mayor peligro para los gobiernos de los Estados que les dan asilo que para el gobierno que adversan".

Alentador sosiego reinó entre Costa Rica y Nicaragua cuando eran Presidentes el Ge–

neral Somoza García y don Otilio Ulate Blanco, porque los emigrados políticos nicaragüenses y

los legionarios del Caribe se dispersaron por distintos rumbos y abandonaron voluntariamente su

refugio de San José y lugares fronterizos. Y distintos eran sinembargo los títulos presidenciales: El Poder Público con potestad para decirlo tuvo como buena la elección del General Somoza

Gorcía, mientras el Congreso de Costa Rica, a quien corresponde tal prerrogativa, declaró frau– dulenta la de Don Otilio.

Trágicos recuerdos para Nica'ragua remueve Ulate Blanco, pasajes que en verdad acredi– tan el rubor centroamericano, como son la imprudencia de políticos nuestros y la ambición par– tidista forzada y aprovechada por el interés norteamericano, que repitió en nuestro suelo la in– tervención armada, dentro de la revolución constitucionalista de 7926. Mancha nacional el loma–

zo de 7925 Y la sumisa conducta de don Adolfo Diaz, apenas compensada con el laurel inmar– cesible de una tropa que hizo triunfal cruzada de libertad y honor desde la Costa Atlántica has–

ta las puertas de Managua. Triste cosa es cierto la supervigilancia electoral concertada a la sombra del Espino Negro, de la que solo consuela el sacrificio impuesto al Partido Liberal, por– que traía la paz y comprometia "el honor de los Estados Unidos a la justicia de un pueblo". De– bían de leerse las proclamas del General José María Mancada para que tales palabras de sabi– duría y dignidad borraran efe la conciencia omel icono las que pronuncia la interpretación artera.

y pensar que pudo evitarse todo, si Costa Rica "con su paz interior, la sencillez demo– crática de sus costumbres republicanas y el prestigio internacional de que disfrutaba" hubiera cerrado sus puertas a la misión chamorrista de 1925, opina el Doctor Salvador Mendieta. "Si hubiera rechazado la misión chamorrista, Jirriénez se hubiera colocado a mil codos sobre Ore– llana, Quiñónez Molino y Paz Barahona y habría adquirido una incontrastable fuerza moral pa– ra evitar la guerra civil en Nicaragua o para terciar gallardamente como un conciliador y un pa– cificador".

Militó mi padre, el General Somoza García, como soldado del Ejército Liberal en 7926;

pero no tuvo principal figuración o mejor dicho figuración alguna en los pactos del Espino Ne– gro No fue protagonista ni intérprete, afirmación errada en que incurre Ulate que sin duda lo copia del Libro "Entre la Libertad y el Miedo" de German Arciniegas. Fueron los Presidentes Mancada y Sacasa quienes le asignaron papel importante en su Gobierno. Fue la voluntad de su pueblo quien lo puso al frente de sus destinos. En cuanto o mí, debo repetir que en ninguna afren–

to --sangre o imposición extraña- fundo el Poder que ejerzo. Me llegó por el intermedio legíti–

mo del Congreso que ratificó después el voto libre de mis conciudadanos. Si hay alguna rela– ción de sangre es la de mi padre derramada en asesinato vil que maquinó el odio fuera de las fronteras.

Cuando se retiraron los marinos americanos y la patria pudo respirar de nuevo aire de autonomía, fué designado el General Spmoza García para ejercer la Jefatura de la Guardia Na– cional. Es el primer Jefe nicaragüense cuando se Va el último marino americano, y toda su vo– luntad e inteligencia las comprometió en esa Institución aceptada por los dos Partidos históricos,

como garantía de paz y asiento de la República La Guardia Nacional es instrumento de la Pa– tria y no pedestal de ninguna familia o persona, como aparece en la versión tendenciosa de Ulate. El Ex-Presidente de Costa Rica o/yida, al hqblar de los orígenes del Ejército Nicaragüense, que fué establecido con el voto de su país en una de las Convenciones suscritas en Washington en 1923 Coincide la presencia de mi padre al frente de las armas nacionales, con el nuevo rumo bo de la política latinoamericana de los Estados Unidos bajo la inspiración de Roosevelt, que ocupa en la memoria de América sitio igual a Jeffersori y Wilson Ya en la Presidencia, el General So–

moza ordenó en ese ámbito nuevo su política de reparaciones, de nacionalización de riquezas, de justicia social. Aportó al país uno enseñanza nacionalista e inauguró un puente de reconcilia– ción nicaragüense Debe saberse que la Constitución Política de Nicaragua dispone la tercera parte de los Poderes colegiados para la minoría y una representación en todo orgariismo de or–

ganización plural. Esta es la influencia en el mecanismo constitucional, de la doctrina Somoza de Gobierno.

El señor Ulate acusa a Nicaragua de mala vecindad, de peligrosa frontera, y habla de los países como si estuvieran contiguas la morada de las virtudes y la casa del pecado. Sinembargo, nunca Nicaragua ha enriquecido su territorio con una pulgada de tierra hermana y si de buena

fe. retenía territorio hondureño que creía suyo, se apresta, al recibir ef gofpe de. sentencia adver– sa, a restituirlo a su dueño, con paciente dignidad y alto espíritu centroamericano.

En cuanto a las incursiones de la Guardia Nacional, doy pública satisfacción a Costa Ri-

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