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« Previous Page Table of Contents Next Page »ca si hubo los excesos que el cronista de desgracias se solaza en relatar. Y, de paso, creo que
mi carta de veintitres de Noviembre fué bastante explícita en tan molesta materia. Tan solo de– bo repetir, pues, que fueron las amenazas comunes de la Legión del Caribe las que /levaron a
los Gobiernos de Costa Rica y Nicaragua a concertar acuerdo por el cual tropas de los dos paí~
ses podían traspasar las frontelOs de ambos, como medio de preservar la paz,' y voy a copiar un párrafo de autor costarricense, el ex-Diputado Albertazzi: "Quiero dejar claramente establecido, con la más catególÍca de las afirmaciones, que el intento patriótico por la frontera nicaragüense fué organizado y l/evado a cabo total, absoluta y exclusivamente por elementos costarricenses. Las consejos que se hicieron circular en Costa Rica de que tul movimiento fué apoyado por la Guardia Nacional de Nicaragua, es una estupenda falsedad".
No quiero aludir, porque ha sido negado, al rumor de que don Otilio ya en la Presidencia, haya gestionado Pacto de Ayuda Militar con Nicaragua, a través de un español de apellido Po– zuelo que visitó Montelimar.
Lo que ha pasado después, al retornar Figueres a la Presidencia, en curioso "continuismo alternado", ya está expuesto y debatido. Puede leerse al respecto, la nota de la Cancillería nica– ragüense a la de Costa Rica, cuando en 1954 se fraguó sangrienta invasión en aquellas tierras hermanas. Mi padre fué asesinado, por fin, en 1956.
Por lo que hace a reclamaciones económicas en normal tramitación, pienso que no es el monto mayor o menor en que se fijan agravios lo que aquilata el respeto a las soberanías que debe fundarse en superiores expresiones y que es tan solo la lealtad lo que otorga categoría a
la amistad entre los hombres, sean o nó Presidentes.
Soy el primero en reconocer con emoción patriótica las virtudes públicas de Costa Rica que pueden presentarse como modelo a la consideración de América y del mundo, a pesar de la Jefatura vitalicia de don Braulio Canilla y del Decreto del Presidente Alfara, que tan en carne viva hirió a Nicaragua. No ha florecido en verdad el despotismo en esa tierra pródiga en letras
y repúblicas, en bellas mujeres y cultivados hombres y en verdad el recorrido de la tragedia cen– troamericana se detiene en excll.oción, como en remanso u oasis, en la pacífica patria de Gar.
cía Monge, ajena al sangriento trajinar de otras latitudes. "La concentración de la población
en la Meseta Central y la pequeñez del país, le ha permitido -observa Alberto Herrarte- de– sarrollar una especie de gobierno municipal, a cuya sombra una oligarquía se adueñó pacífica– mente del poder que ha ejercido patriarcal y familiarmente, guardando las formas democráticas".
En mi calidad responsable de Presidente de Nicaragua, a la que no impide la juventud aleccionarse en el pasado y entender el signo de los tiempos, me preocupo hondamente por se–
guir los ejemplos superiores, por reparar males de antaño, por elevar a mi Patria a sitio de respeto y colaboración democrática en el concierto continental Y en ese empeño que mis pro– pios enemigos reconocen y el Liberalismo que es la mayoría de la nación respalda, no me des– consuela ni me martiriza que en vez de la voz de aliento que era de esperarse del vecino cuI–
ta e impecable, me lleguen su diatriba y anatema.
He convocado a los Partidos políticos de la nación, para que en rueda de paz, orde– nemos el destino nicaragüense, convengamos en las fórmulas nacionales para que cada partido tenga lo suyo en la Ley y se sienten las bases de la libertad electoral de 1963. En las conferen– cias de Quito será tramitada la Ponencia de mi Gobierno para que Observadores de la Organización de los Estados Americanos den fe de tal libertad. Lo que no puedo es faltar a la Constitución que juré cumplir o infl ingir agravio a la soberanía nacional a mi custodia confiada, pidiendo o
aceptando para Nicaragua tratamiento discriminatorio. CIma que no es original el pensamiento de Ulate Blanco de las intervenciones colectivas, sino que nació en la Cancillería Uruguaya a la que oportunamente contestaron lo que tenían que contestar los otras Cancillerías de América. Lo que es original e insólito es que un periodista extranjero pida la tutela de Nicaragua y se dirija al De– partamento de Estado para que proponga a la Organización de los Estados Americanos procedi– mientos unilaterales e interventores. Comprendo el concepto restringido de las soberanías nacio– nafes, desde el momento mismo en que las naciones se constituyen en sociedad internacional;' pero esa restricción no avanza hasta el extremo de no tener como lesivo e impropio, lo que se disponga en términos que no sean generales o no comprendan por igual a las nacianes con– gregadas. En cuanto a supervigilancia electoral se elevan en contradicción con el parecer perso– nal de Ulat.e, las autorizadas declaraciones de prensa que dió en Managua el Doctor José Mora, Secretario General de la Organización de los Estados Americanos.
No me detendré a contemplar el problema comunista, sus implicancias y esencias en nuestros países, en uno de los cuales, cuya tradición democrática, política y económica tanto enor– gullece a Don Otilio, ha tenido especial beligerancia, desde los puntos de vista del señor Ulate Blanco, porque no se reconoce en ellos seriedad sociológica, con solo que afirma que si los Es-
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