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mundo. El está prerente en todas las cosos, inflamándolos sin consumirlas, como el fuego de Ip

zarzo que vió Moisés.

En presencia de todo lo bello, de una mujer por ejemplo, debes pensar en 10 belleza in~

finita de tu Amado ql,Je es el creador de tod Q la her.lYJo$t.!la de la tierra, y alegrarle desintere– sadamente por lo glorio que esa hermosura le tributCl

(l

tu

Amado, sin querer poseerla tú r qt.Ji– t6rsela a tu Amado, puesto que tu Amado es poro tí y tú eres poro tu Amada. Alégrate par todo esa belleza porque es un canto de gloria paro ·\:tu Amado, y por lo tonto es un canto de gloria para ti. Porque tI,Í eres para tu Amado y tu Amado es para ti.

Lo tierra es bello en todos partes: Nicaragua, como Venecia, Kentucky como el Saharo. Todos los panoramas del mundo son bellos: el mor, el desierto y los bosques, la estepa, los IQgos, los montañas, el trópico y el ártico. Porque en toda; P<Jrtes está Dios rodeándonos de beflezo' y

de poesia, metiéndonos por los ojos y por todos los ~el'ltidós de nuestro cuerpo la belleza visi–

ble que El ha creado y que 1s un reflejo y un resplandor de su belleza invisible.

Toda tu tierra es bella y todos sus rincones están llenos de encanto y todos sus seres

son seductores, pero ¿cómo no vamos a renunciar a eso seducción por poseerte a Tí que eres mucho más que todo eso? Y si la tierra nos seduce Mnto ¿cómo no vamos a arder por verte coro a coro?

Iría a pie hasta el fin del mundo si supiera que voy o encontrarte allí Pero tú estás

dentro de mí y no en el fin del mundo.

Estós dentro de mí y en tus ojos están concentrados todos los ojos de las muchachos qué

yo he amado y los ojos de los que me han amado y mucho mós, y todas los mirados de amor que ha habido en el munqa y mt.Jcho mós, y tus ojos están fijos en mi desde todo la eternidad,

y desde toda lo eteiflidad, me están mirando

QUERIENDO' ir hacia ~I Creador tendemos hacio las criaturas, como lo mariposa q~

choca contra un vidrio. Porque la creac;i(>n es transparente y el resplandor de Días penetra Q

través de ella. .

Nos proyectaitros'h~cia afuera atraídos por la belleza que vemos en las cosas, sin dor–

nas cuenta de q~e e1/os no.són sino el reflejo de la belleza real. Y la belleza real estó dentro de

nosotros. Y osí, paradógicomente, mientral¡ más nos proyectamos hacia la belleza, más nos ale– jamo!; de ella, que est6 en la dirección opuesta de doride' lo vemos; está en nuestro interior.

Pero uno no se une <;on Dios y después dejo todas las cosos: uno primero de¡a todas las

cosas y después Se une con Dios.

Dios no se puede unir al alma hostq que el almo consiento, como el enamorado no pue– de unirse con su amada por mucho que la ame, mientras la amada ame a otros. Pero Dios se

une al alma en el mismo momento en que el alma lo ama. La unión es automática. El alma al dejar de amar a las criaturas' queda suspendida no en el vacío -pues no hay vacío.- sino en el

abismo insondable de Dios y ;el alma automaticamente es abrazada por Dios.

y como no p~e echarse vino en un recipiente si no se vacía primero, así el alma no

puede ser llenada poi: ~;Pios ~í antes no está vacía de todo.

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