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El erotismo del monje ha sido crucificado y resucitqdo Sigue existiendo, pero transfor– mado El monje es una pasión pura, y es pura pasión, sin ninguna otra cosa en él más que pasión y locura de amor

[n cada deseo, en cada apetencia nuestlO, hay una gran cantidad de energía, de pasión

y fuego. ¡Y es tan grande esa energía y ese fuego cuando el alma se entrega por entero o de–

seor una sola cosa y a un solo amor!

Pasiones, apetitos, afectos, instintos, y todos las ansias del corazón humano son el com– bustible del amor a Dios En realidad todo el ser humano es combustible Y el amor con que Dios corresponde al alma es como echar gasolina en un incendio

Porque cuando uno se siente amado pOí lu persona amada, uno ama másí y nada en– ciende tanto el amor como saberse amado por el amado, y cuando uno enciende más el amor en el amado uno enciende también más el amo/ en uno mismo Cuando uno piensa en lo que

ama, ama más, y cuanto más ama más piensa en lo que ama, hasta que uno es una sola llama de amor

Todas las células de nuestro cuerpo, to::las las partículas de nuestro ser, son nupciales, porque hemos sido creados para unas nupcias. Todo lo que Freud l/ama la 'ílibido" es el aceite de los lámparas de las vírgenes prudentes esperando al esposo.

Santa María Magdalena de Pazzis corría por los corredores del convento gritando loca de amor: "¡Amor! ¡Amor! ¿Sábéis, hermanas, que Jesús es amar y que está loco de amor?"

Quien ha estado alguna vez loc€lmente enamorado puede comprender el amor divino. El amor humano y el divino son el mismo, sólo el objeto del amor es distinto Y la vida religiosa

es sólo cuestión de amo/

El religioso no, renuncia a las criaturas porque sean malas, sino todo lo contrario, por– que son buenas y oelJas: tan buenas y bellos que ellos lo han hecho enamorarse de su creador, pues conocemos la belleza del Creador por la belleza de sus criaturas -y no tenemos otra ma– nera de conocel su belleza

Si nos hemos privado de lo belleza humana y del amor humano, no es porque los des– preciáramos, sino porque han inflamado en nosot/os el amor a Dios. ¿No es Dios el inventor del sexo, y el inventor de todas las caricias y el creador de la voluptuosidad y de la pasión?

Y el c/eador de todas las cosas no es un Dios estéril, como dice en Isaias: "¿Vaya abrir yo

el seno materno para que no nazcan hijos?, dice Yavé. ¿O vaya cerrarlo yo, que soy quien hoce

nacer?, dice tu Dios".

El es eternamente joven y nuevo. Sus obras son siempre frescas y el mundo amanece

cada mañana nuevo como recién creado por El; codo aurora es un nuevo "Hágase la luz" y

tiene la frescura y lo novedad de la primera aurora Por El los potrillas en la madrugada brin–

can de gozo, retozan las palomas, y cantan los sensontles: "El Dios que es la alegría de mi juventud". La inocencia y el encanto de las jovencitas proceden de El, fuente de la virginidad

y de la fecundidad. Y El es el único amor que no envejece y e( único amante que no es infiel ni muere.

La juventud es lo edad de entregarse a Dios, p9rque es la edad de las ilusiones y del amor -del amor del hombre a la muier, y de la primavera y del Cantar de los Cantares- y

la entrega a Dios es una entrega de amor. Y mientras más suei'íos tengas tú y más ilusiones ("una sed de ilusiones infinita") y más amor a lo que dejas, es mayor el don que das y es mayor lo que recibes y el amar mutuo es mayor. Si uno estuviera desengañado de lo vida ¿qué vida es (a

que va a dar? Dios pide la juventud y el ardor y la pasión y los sueños. Pide lo que te pide el mattimonio, porque su amor es matrimonio.

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