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« Previous Page Table of Contents Next Page ».:lenía ~B; bue1l,a ;voluntaC;i par~ servir de la me– .or manera pOSible a mi Patna.
J Adopfé la conducta de la mayor prudencia ara na comprometerme por el defecto, que me
~ecía ~n amigo, tenía yo, cual era el de tener en lá punta de la lengua todo mi pensamiento corazón. De esa manera hablando sólo lo
~strietamente necesario fuí conociendo la me– 'or manera de desempeñar mi cargo ante el bobiemo Americano, que tanta ingerenci.a te– nía entop.ces en la política del país.
En Washingfon esfaba de Secretario de la Embajada el Doctor Joaquín Cuadra Zavala, quien nos r~cibió muy a~istosamente y nos ayudó, a mi esposa y a ml, en nuestra apro– piada instalación con sus juiciosas indicacio–
nes.
Creo sinceramente que en el Departa-mento de Estado se llegaron a fotnlar un buen concepto de mi actuación y de mi persona, por el hecho de que siempre que solicité alguna cosa la conseguí, por ejemplo, la prisión y ex– tradición del General Zelaya, la que conseguí con menoS dificultad de la que yo esperaba tener.
Cuandg se trató de la prisión me pidieron que enviara una persona que lo conociera pa– ra que lo identificara y cuando trataba de ese asunto el Secretario de Estado, Mr. Basset Moore, me dijo, "Su Gobierno quiere la extra– dición del General Zelaya. El mío no fiene objeción que hacer. Se hará. Pero personal–
m~nte voy a decirle a Ud. que para el Gobierno de Nicaragua va a Ber muy difícil mantener al General Zélaya prisionero, y a medida que el tiempo pase van a convertir ustedes a un dic– tador como él en un mártir, en un elefante blanco, o una brasa ardiente, que no van a sa– ber qué hacer con él hasta el punto que por clamor público, lo tendrán que poner en liber– tad. A mi 'juicio, el Gobierno d~ Nicaragua daría un paso en falso llevando adelanté esa ex±radición". .
Como yo :mismo viera cieda indecisión del Gobierno de Nicaragua en el asun~o de la ex– tradición del General Zelaya, no presioné más el aSunio y se dejó morir de inanición.
Recuerdo que en esa ocasióQ. me dijo tam– bién Mr. BaSse±i Moore: "Nicaragua es un país que siempre ha querido a los Estados Unidos, pero nosotros no hemos sabido reconocerlo". ?sfe concepto lo he siempre considerado muy Justo por fodo lo que yo he visto respecto a la polífica de los Estados Unidos con Nicaragua. Como todos saben, el Gobierno de Díaz se distinguió principalmenfe como un período de grandes dificultades económicas, por lo cual en,muchas ocasiones tuvo que ocurrir a la Em–
ba~ada en Washington para que ésta consi– gUiera con el Departamento de Estado que los banqueros faciliíaran algún dinero para mien– tras se verificaba el empréstito que se tenía en p;rs>yecfo. h~cer, y tuve la satisfacción que por
1'tU mediO se resolvieran siempre favorable– mente esías solicitudes. .
Debo explicar aquí para mejor hifeligen-
cia de mis lectores jóvenes la razón de estas mis gestiones con el Departamento de Estado sobre préstamos y negociaciones con los ban-queros. .
En esa época la política del Gobierno de los Esfados Unidos en cuestiones económicas estaba regida por la máxima de no interven– ción gubernamental en las actividades de la iniciativa privada. El Gobierno, entonces, no contaba con esos enormes fondos con que cuenta ahora para ayuda exterior, ni se habían esfablecido esas instituciones de crédifo iníer– nacional como el Banco de Reconstrucción y Fomento IBIRF} y otros. En ese tiempo se fe– nía que negociar con bancos y banqueros pri– vados que como Btown Bros. & Co. y J. W. Seligman & Co. hacían sus empréstitos a pla– zos y cuotas de interés corrientes, ya fuesen a Gobiernos o compañías particulares.
Pero como no hay cosa más recelosa que el dinero, los banqueros exigían de su Gobier– no cierta especie de garantía moral antes de efectuar sus préstamos a Gobiernos extranje– ros. Esta garantía la exigían bajo la tesis de que el Gobierno Americano debía defender la propiedad y los intereses de sus ciudadanos en cualquier parie del mundo.
Esa misma iesis llevada a sus extremos políticos creó lo que se conoce como la Diplo– macia del Dólar, por la que la intervención del Gobierno Americano seguía al Dólar America– no donde quiera que éste fuera. Había, pues, una íntima relación entre el Departamento de Estado y los Banqueros americanos, pero debe enfenderse que esfa relación era más bien po:' lítica y moral que económica o financiera, pue$ el dinero prestado era de los banqueros y no del Gobierno.
Como los planes económicos del Gobierno de Díaz eran amplios y complicados, y esta– ba también de por medio la cuestión del Tra– tado del Canal, se creyó necesario reforzar la Embajada con el nombramiento de un Agente Financiero, para lo que fue escogido el recono. cido economista don Pedro Rafael Cuadra, quien llegó a Washington con su esposa. doña Carmela y su hijo don Pedro Joaquín. Con io. dos ellos mantuve siempre la mayor armonía y me puse, como suele decirse" completamente a sus órdenes.
Es, sin duda alguna, a la magnífica labor de don Pedro Rafael a la que se debe, princi– palmente, el éxito que se obtuvo para que fue– ra aceptada la distribución de los TRES MILLO– NES DE DOLARES que el Gobierno de los Esta– dos Unidos daría al de Nicaragua por la opción del Canal.
El Agente Financiero, Sr. Cuadra, influyó también en la pronta aceptación de dicho Tra– tado de Canal, el que se firmó él 5 de agosto de 1914 y que ha pasado a 1ft historia como el Tratado Chamorro-Bryan.
Muchos de mis amigos me han pregunta– do por qué firmé yo ese Trata,do y la respuesta para mí siempre ha sidomllY sencilla. El Go– bierno de Díaz, a quien yo representaba, me
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