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« Previous Page Table of Contents Next Page »nOS t;1edi~ábamo~ .a la limpieza ,de.Jas difer?h– fes ppSiClOnes ml11±ares que hablan establecldo los defensores de la plaza de Masaya.
En el Coyotepe puede decirse que no hubo :muertos. Toda la defensa que había anuncia– do el General Zeledón en esa posición militar fue pura fanfasía, pues. él, cuando oyó los pri– :meros"disparos, montó en su bestia y salió con sus ayudantes como quien va a recorrer sus posiciones ~ili:l:ares, mas en realidad era para , salir de la cludad y escaparSe. ..
No puedo precisar exacfamen±e la horl}, pero fue por la Inañana de ese mism~ día del aiaque a Masaya que rec~bimos el i~lorme tie que una pequeña escoHa montada que recorría los ah'ededores de Masaya y pueblos circun– vecinOs, se encqntró con otro grupo de monta– dos con el que sosfuvieron algunos dü¡paros, encontrándose que entre los gravem.ente heri– dos o muertos en ese encuentro estaba el Ge· neral Zeledón y el Coronel Emilio Vega.
> • Tanto para nuestras fuerzas de Masaya como para nosotros en Managua fUe una. sor– presa muy grande el fener noticias de que en una pequeña escaramuza sin importanda al– guna hubiera perdido la vida el General Zele-dón y el Coronel Vega. '
Probablemente el Liberalismo, avergon– zado de la conducta del General Zeledón, que promete ante el mundo defender hasta la muerte la fortaleza del Coyo:l:epe y en lugar de fener ese gesto heroico, huye del lugar del pe– ligro cuando esfá cierio que la posición que ha jurado defender va a ser atacada, para ir a morir tristemen:l:e en los breñales de Ca:l:arina, ha :l:rafado de difamar mi nombre, escribiendo carias apócrifas y falsas órdenes de fusilamien– fo que yo nunca trasmin, ni contra el General Zeledón, ni contra ningún rnili:l:ar de los que han luchado contra mí.
La carfa que aparece con mi firma en ese sentido fue fraguada en el escritorio de un pe–
riodist~, según el rumor público de ese tiem– po. y en verdad, cualquiera que haga la comparación de le:l:ras de esa caria con la, del periodista don Andrés Largaespada, en90ntra– rá que no hay diferencia alguna enfre ~llas.
Por la tarde del día de la toma de la ciu– dad de Masaya se desarrolló en esa' plaza Uf!. saqueo del comercio local, 1;>astante desenfre– mido, cometido por las tropas del Gobierno. Para cont~ner ese saq\leo, yo hice los mayores esfuerzos y llegué hasta pedir ayuda a las fuerzas nor±eamericanas para que és:l:as auxi– liaran a mis columnas que estaban tratando de donfener que fales desmanes confinuaran. Fero no fue sino has:l:a después de ·mucha lu– chaque se logró dominar aquella si:l:uación y reconcentrar a los cuadeles a los soldados dis– persos que los cometían. Fue :l:anta '¡a dureza .de algunos de mis oficiales que llegaron hasta cortar las dos manos a soldados que encontra– ban robando, pero sólo con medidas extremas de esa na:l:uraleza Se logró contener aquel de– sentrenado pillaje.
..", OcUpado Masaya y'.tranquilizadq, por fin,
eSe sec:tar, proseguimos a ocupar los otros Pe–
par±amentos que estaban en poder dta ~as fuer-, zas de Mena. '
Por medio de conversaciones con l<hs Jefes de la Revolución conseguimos la rendibión d~
la plaza de Granada a las fuerzas nor±eélmeri~
canas, y fUe entonces que tuvimos 1<;1 pena de ver pasar en un vagón de carga a mi compa– iriota el General Luis Mena rumbo a Corinto para embarcarse y no volver más al país.
Sin embargo, el General Luis Mena regre– Só al país, donde era lnuy estimado por sus viejos amigos y tenido en gran estima por los conservadores. A su reg1"'eso se retiró de la po– lHica ac:l:iva y se dedicó a la agricuHura, mu– riendo asesinado por uno de los vecinos de su propiedad. La política no tuvo nada que ver con su muede.
Pacificado Odenie con la entrega de Gra– nada, nos quedó solamente el secior de Occi– den:l:e que se había armado con elernenlos entregados por Mena rnismo en Masaya 'l Gra– nada y que fueron llevados, por la costa del rna!", hasta León.
Queriendo evitar] a entrada de esas arInas a la ciudad de León envié al General Durón para que defendiera esa plaza y cuando fuí a' despedirlo personalnlente a la Estación de Ma– nagua le adverií que a su llegada a aquella población no debería de entrar con sus fuerzas a la ciudad misma sino que debería acaTIlpar afuera, para evitar que en caso de levanta– miento sus fuerzas no fueran afacadas desde las casas vecinas alrededor de donde estuvie– ran acantonadas, pues yo ±enía la experienc;iEi. pasada en la ciudad de Comayagu&, HOl1du– ras, de lo terrible que es un levan:l:amiento de una ciudad enemiga contra una fuerza de ocu– pación que se halle adentro.
El General Durón me prometió, una y aira vez, que no entraría a la ciudad de León cOn las tropas, sin embargo, eso fue lo que más pronto hizo, pues a su llegada recibió la visita de varios conservadores amigos los que l.e in– dujeron a que penetrara con sus tropas a la ciudad, ya que esa era, según ellos, la mejor medida para evi:tar que las armas que veníaIl. en camino de Granada y Masaya no entraran a León.
El General Durón, confiado en su valor personal, resol \fió enfrar y acuartelarse en la ciudad.. Allí se encontraba cuando al amane– cer del siguiente día, por todas par:l:es fue a:l:~
cado y :l:uvo tan mala suerte que pagó con S\l
vida el no haber seguido mis insfrucciones y
su columna compuesfa de soldados valerosos fue masacrada en esa lucha confra un enemigo invisible que desde los aposen:l:os de las casas les disparaban al cruzar una calle.
A la defensa de Durón y de la plaza de León envié de Managua varias airas :l:ropa.s El
la cabeza de las cuales fueron el General Ro–
ber:l: Hurtado, brillan.l:e jefe mili:l:ar que s~ dis– tinguía por su val<;lr y pericia en todos lqf.l encuentros de armas que tenía la suerte de di:' rigir, así como el General Frutos Bolaños Chª,:
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