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« Previous Page Table of Contents Next Page »sino en 10 que SE ES. Y el sentido .s;1.é la libertad, el sentido de la independencia" el sentido, en suma, de la Patria que pr~tendían nuestros abuelos era, ~encillamente, un sentído EXTRANJERO, totalmente diferente de nosotros mismos, y que, por lo tanto, hacía completarnente irreales esa liberiad y esa independencia tan afanosamente buscadas.
aQué vigor de originalidad podía haber en una Patria Hispano Americana que pretendía renunciar ~ !o hispánico Y a lo indígena'? (Porque no nos olvidemos que nuestros abuelos tampoco creían en el vá16r afirmativo del indio. A lo sumo, creían en un indigenismo romántico, irreal y absurdo, completamente fue– ra de la realidad del mestizaje, y por consiguiente, extranjero también a nosotros, a lo hispano-americano). Ni siquiera llegaban a valorar en su verdadero sentido a los propios héroes de la Independencia. No alcan– zaban a comprender que ellos nunca estuvieron en conira de lo hispánico, sino ai contrario, en contra de una ESPA'NA AFRANCESADA que, precisamente, estaba en contra de lo hispánico. (4) Los héroes trata–
r~n oe
salvar lo hispánico, lo auténticamente español, al levantarse en armas. Por eso, el pretendido ori f–
nalismo de nuestros ",-buelos no podía pasar de un siro.ple lirismo hueco, lleno quizás de toda la mejor buena voluntad pera falio totalmente de realismo. Porque na estaba en lo auténtico
Lo más grave de este "originalismo" era su pleno sentido negativo. Porque, ni siquiera se afirmaba un nuevo valor de vida, -como hemos visto-, sino que, sencillam'ente, se IMITABA, y el proceso de esta imitación era el de una negación de 10 nuestro, de lo hispánico y de lo indígena . Un renegar y un recri– minar constantemente de nuestro pasado, de nuestra sangre, de nuestra religión y de nuestro propio espiritu. Este oríginalismo, falto totalmente de originalidad, era lo sustancial para Darío del problema hispano–
~merícano. Desde el fondo del puro arte poético analiza con ioda seriedad él problema. Así, comentando su propia obra, nos dice en su "Historia de mis libros", cómo "no Se lenía én ioda la .América española como fin y objetf poéticos m~" que la celebración de las glorias criollas, los hechos de l~ Independencia' y la naturaleza Blnericana: IlIn eterno canto a Junín, una inacabable oda a la agriculfura de la zona tórrida, y décimas patrióticas". Frente a esto confiesa que: "no negaba que hubiese un gran tesoro de poesía en nuestra época prehistórica, en la conquista y aún en la colonia, MAS CON NUESTRO ESTADO SOCIAL Y PO– LITICO POSTERIOR LLEGO LA CHATURA INTELECTUAL A PERIODOS HISTORICOS MAS A PROPOSÍTO PARA EL FOLLETIN SANGRIENTO QUE PARA EL NOBLE CANTO".
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EL POE'tA DEL OPTIMISMO
La realidad negativa de Hispano América no provoca en Daría ninguna reacción de pesimismo, de sim– ple lamentación o de mayor renunciamiento, sino, que, muy por el contrario, despierta en su espíritu la más decidida voluntad de afirmación.
Frente a la Hispano América desfalleciente, "con el alrna a lientas, con la fe perdida", Rubén Darío se lanza a la recuperación de la verdadera Hispano América, a la del glorioso pasado, a la que sangra en el doloroso silencio de la negación. Su palabra toma lada la trascendencia de un mensaje, de una buena llueva que llevará, hasta lo más hondo de los vacíos escépticos y hasta 10 más profundo de los pesimismos desesperados, el contenido vital de una fe y la animación vigorosa de un saludable optimismo. Contra los que ya no esperan nada, Daría lanzará su grito de esperanza, de una esperanza plena que no puede burlar– se porque está afirmada en la verdad de un desHno histórico. Su poesía se hace profecía:
"Y un cisne negro dijo: "La noche anuncia el día". Y un blanco: "La aurora es inmorfal", la aurora es inmortal!" ¡Oh tierras de sol y de armonía, aún guarda la esperanza la caja de Pand;ora! (5)
El grito está didgido El hispanoamericanos y españoles. Ya vimos anteriormente cómo en Daría no exis– te, ni por un momento, la creencia en una sustancialidad Hispano-Americana diferente de la española; sino más bien la creencia firme e indudable en una sola unidad sustancial de Hispano América y España, de las "ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda". Es así cómo Darío confiere la fe y la esperanza en lo hispánico a la,. propia España. Con lo cual hace la primera y quizás más grande afirmación de Hispano América: La afirmación, nada m¡nos, que de una RECONo.UISTA de la propia nación conquistadora. La afirmación por la que se hace creer a España misma en lo español.
Su palabra se abre así, poderosamente sonora y para siempre, como una verdadera palabra de Vida y ESperanza, como toda una llamada de atención a quienes, por indolencia o desconfianza, consideraban iodo pérdido,' y como el más entusiasta anuncio para iodos de un advenimieneto de gloria:
"Inc1iias razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, espírifus fraternos, lUrrtinosas almas, ¡salve!
porque llega el momenio en que habrán de cantar nuevos himnos lenguas de gloria .
pálidas indolencias, desconfianzas fatales que a tumba o a perpetuo presidio condenásteis el noble entusiasmo,
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