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POR nosotros :mismos. Es ese doloroso estar ya casi "sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote, -sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Dios", que es un completo NO ~R .

Com.o bien puede apreciarse, hay en esta Hispano Am.érica llegada así, tan dolorosamente, hasta lo más hondo de Daría, una PRESENCIA mucho más intensa que su propia realidad geográfica. Para Daría, el pro– blema de Hispano América sobrepasa en mucho, -COlno ya hemos dicho antes-, a una simple cuestión de soberanías o a un mero peligro de disminución de fronferas ferritoriales. Es, nada menos, -y como bien hemos dicho- el problema sustancial del propio SER de Hispano América.

En esta valoración profunda del problema hispanoamericano, Darío hace CONSUSTANCIALES a Hispano América y a España. Y de tal Inodo llega a palpüar en él esta consustancialidad, que sin lugar a duda al– guna, nuestro problema no sólo llega a identificarse con el plopio problema de España, sino que ES, esen– cialmente, este Inismo problema.

En la vibración del problema hispanoamericano no existe en Daría ni por un mom.ento una distinción entre Hispano Am.érica y España. Todo lo contrario. Para él, Hispano Am.érica y España forman un solo ser, son una unidad. Esto cuenta corno realidad, histórica y cultural, totalm.ente indiscutible. Es una creen-· cia. Algo que está adentro, y permanentemente, en el poeta.

Es así, cóm.o, al vibrar en su interrogación a los cisnes una preocupación de destino, tal preocupación planfa, en un destino común, a Hispano América ya España:

"La América Española, como la España eniera, fija esiá en el orienie de su faial destino;

yo inierrogo a la Esfinge que el porvenir espera con la inierrogación de iu cuello divino. .. (21

El problema del Ser de Hispano América viene a ser, pues, en Daría, el problema del propio Ser Espa– ñol. Y del mismo modo el problema del no ser de Hispano América es, precisamente, el problema del no ser de España.

Lo importante en está valoración de UNIDAD con que Hispano América y España se presencian en Da– ría, es que en ambos pueblos sucede, realmente, el problema del no ser. España misma está de espaldas a lo español. Y esto es Jo que vuelve más trá!1/ico el problema de Hispano América. Por eso el ruego de Nues– tro Señor Don Quijote se dirige, principalmente, por la recuperación de la fe en nosotros mismos, en "EL SER DE LA MANCHA, EL SER GENEROSO Y EL SER ESPA¡;:¡OL",

"Ruega por nosotros, hambrientos de vida, con el alma a tienias, con la fe perdida, llenos de congojas y faHos de sol,

por advenedizas almas de manga ancha, que ridiculizan el ser de la Mancha, el ser generoso y el Ser español".

Se asoma con toda claridad por estos versos aquella actitud de Hispano América y de España del siglo XIX actitud de AUTO-NEGACION o, más propiamente, de AUTO-DENIGRACrON, como la define el notable historiador mejicano Carlos Pereyra. (31

No hará falt.a, desde luego, que nos refiramos en todos sus detalles a este momento de nuestra historia, tan exacfamente reflejado por Daría. Todos recordamos cómo se negaba y se denigraba, por hispanoame– ricanos y españoles, los valores esenciales de nuestro ser. Casi puede decirse que esta NEGACION DE LO HISPANICO era una obligación patriótica para nuestras generaciones pasadas. El ejemplo típico de esta ac– iitud nos lo ofrece el propio Sarmiento, quien, con, toda buena fe negaba a LO ESPA¡;:¡OL todo valor positivo de progreso y de elevación. Se operaba, pues, un lamentable fenómeno de DESCASTAMIENTO

Lo peor de este descastamiento era, más que todo, el que se produjera en el momento preciso en que nos disponíamos a jugarnos una vida independiente. ¿Qué valor afirmativo podía esperarse de un pue– blo que no creía en sí mismo~. . Desde luego, que ninguno Lo natural, lo lógico tenía que ser lo que en realidad sucedía: la presencia de un pueblo titubeante, indeciso, dispuesto a eniregarse en cada momento a lo extranjero. Un pueblo, "con el alma a tientas, con la fe perdida, Heno de congojas y faltos de sol" .. De esie modo, la negación de lo hispánico llevó a Hispano An1érica a la entrega a LO FRANCES y a LO NORTEAMERICANO.

Para nuestros abuelos, la creación de una patria significaba la imitación servil del racionalismo. fran– cés y del tecnicismo norteamericano. Pero como las patrias no pueden improvisarse ni crearse artificial– mente, porque la Patria NACE y ES antes que nosotros, el afán de imitación era, más que una falsificación, una DESNATURALlZACION del ser mismo de la Patria Un estar "casi sin vida".

La desvinculación de lo hispánico nos llevaba así a la falta de originalidad, y. por consiguiente, a la falfa de afirmación de nosotros mismos. Esta FALTA DE ORIGINALIDAD, esta carencia de valor afirmativo la sentían nuesfros abuelos, pero eran incapaces de comprender su causa. Sentían la inseguridad en que les dejaba la falta de tradición, pero eran incapaces de volver por esa tradición

Para satisfacerse, nuestros llamados "Padres de la Patria" pretendieron formar una originalidad en ellos mismos. Y el fundamento de esta pretendida originalidad fue el de la libertad, el de la independencia. Pero, tal originalidad no pasó de un lirismo hueco e intrascendente, porque la originalidad no puede darse

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