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« Previous Page Table of Contents Next Page »cias y de incrementar sus posesiones, llegó a, cansí· derar todas las cosas materiales en primer lugar ca mo medios para sátisfocer sus propios deseos. Y po· co a poco fué tratando y usando a las demás persa· nas como instrumentos para su engrandecimiento pro· pio. Y día o día fué creyéndose dlJeño de su destino
y señor absoluto del mundo.
LeÍ naturaleza de este plan egoísta no se alter<1 esencialmente por el hecho de que los hombres hayan descubierto que muchas veces pueden lograr sus pla· nes egoístas e individualistas, cooperando los unos con los otros. En la literatura comunista hay una cons· tante insistencia en todas fas formas (y lo mismo su· cedía en la nacista y fascista) en la superioridad del sentimiento del "nosotros" sobre el sentimiento de I
"yo". El hecho de que los hombres necesiten aS0' ciarse con otros para alcanzar sus fines, no signifiClI
de suyo ningún cambio en la naturaleza egoísta d~
esos fines. Significa solamente que el egoismo indivi· dual encuentra nuevos fuerzas en el egoísmo cojee· tivo. Esto simplemente es elevar hasta su última po· tencio el postulado de la independencia absoluta del hombre, de su derecho de adueñarse de todo y d) acomodar al mundo de acuerdo con sus propios de seos; lo cual hemos visto es lo característico de lu edad moderna.
Cuando se miran las cosas de esta manera, el comunismo no es el movimiento revolucionario qu ~
supone ser, sino el desarrollo extremo de lo que se llamó liberalismo hace un siglo, y enciclopedismo il
iluminismo hace dos siglos. Y si el liberalismo capitCl lista es decadente y reaccionaría, por el mismo motivo es decadente y reaccionario el comunismo que no es más que un continuador hasta el extremo de esas ideo· logías.
Mirado desde este ángulo particular del concep· to que el hombre se ha formado de sí mismo de qu.} es un ser independiente, capaz de conformar el mun· do a la medida de sus deseos, este movimiento llama· dó comunista no es una negación de la idea. que h" dominado al hombre en bs últimos siglos. Más bien es una reafirmación de esa idea, diciendo que lo qU) el hombre no ha podido conseguir individualmente l.) puede conseguir colectivamente. Es la expresión cu!· mjnante del orgllllo humano, del intento del hombr:! de hacerse el arquitecto de su propio destino y seña. del universo. Sostiene que es posible alcanzar esos f;· nes si los hombres amalgaman sus ambiciones indio
vid~ales en una colosal empresa colectiva.
El nudo de Jo cuestión es examinar si este con· cepto del hombre que ha sido característico de 1.
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edad moderna, no deja de hecho de tomor en cuent. varios factores muy importantes de la verdadera no turaleza del hombre; y que si este concepto violator~,
de la verdadera naturaleza del hombre, no es la rall del malestar del mundo moderno El cristianismo mar, tiene que el hombre no es el ser independiente, lib, de seguir hasta donde pueda sus propios inc!inacio nes, según se ha sostenido en lo.s últimos siglos; sin, que ES -no que debería ser, sino que ES- esen cialmente un ser dependiente -dependiente de la no turaleza, dependiente de los demás hombres sus se
es el hombre. Esta idea falsa ha s.ido en parte cons– ciente; y ha encontrado su expresión en las filosofías
dominantes. Pero también ha sido en gran parte in– consciente; los que han tenido la voz cantante en la determinación de los cauces que debía seguir la vida política; social y económica, tenían en los recovecos de sus mentes ciertas ideas de lo que es el hombre, y para lo que es el hombre. No se han detenido a examinar esos presupuestos, ni han caído en la cuen– ta de que ellos los estaban fabricando. Ahora obli– gados por el caos que esas ideas han traído al mundo, nos vemos Obligados a examinarlos con toda seriedad y detenimiento.
En los dos últimos siglos, los hombres encon– traron tantas cosas interesantes en el mundo exte– rior, que han dedicado muy poco tiempo a pensar en sí mismos. Pero en nuestros días los hombres inteli–
gentes se preguntan COn ansiedad si se pue'de confiar a los hombres los inmensos poderes que se han ad– quirido sobre las fuerzas naturales.
El problema del HOMBRE es el que ahora ocupa el centro del escenario. El problema que tenemos que encarar en nuestro~ días, y probablemente en todo el siglo que viene, no es el acrecentamiento de los co– nocimientos del mundo exterior, o del dominio sobre la naturaleza; es el problema de la naturaleza del hombre y de su relación con la sociedad. Y en esto hoy un creciente consenso universal, que se mani– fiesta hasta en las preocupaciones de las masas, cu– yos aspiraciones son eminentemente sociales en todo el mundo.
Con la expansión industrial y científica, el indio viduo, especialmente el individuo bien €Jotado, se sen– tía intoxicado por las inexhaustibles posibilidades de una vida en pleno desarrollo, en progreso continuo de– cían todavío hace cincuenta años.
Esta concepción de las infinitas posibilidades del individuo, Vino a ser la idea central de la educación moderna.' El fin principal de la educación fué capacitar al individuo a desarrollar su personalidad. Ciertamen– te hay una profunda verdad en esa idea de que a ca– da uno hay que darle la oportunidad de desarrollar los capacidades que tiene. Pero cuando esta verdad es separada de otras verdades igualmente importan– tes, inmediatamente se presentan dos dificultades. La primera es que por fa misma rozón de que el indivi– duo puede desarrollarse en cualquier dirección, puede encontrarse muy fácilmente sin dirección. Por lo mis– mo que las posibilidades son infinitas, con toda facili– dad se llega a sentir aburrido, fastidiado y defrau– dado
La segunda dificultad es que toda esta gente que esté! desarrollando sus personalidades, con mucha fa– cilidad tropiezan unos con otros.
En la práctica, este tipo de educación ha sido el privilegio de los afortünados y de los fuertes, y se ha dejado en olvido las necesidades de la mayoría. Este tipo de educación ha hecho hombres paro quíenes su ambición personal, mós bien que el bien de la sociedad, es lo más impor....nte.
Conforme se iban descubriendo los tesoros del mundo, el hombre quería librarse de toda atadura y restrl~ción. En Su deseo de aumentar sus experien– •
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