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« Previous Page Table of Contents Next Page »pueblos son completamente diferentGS~que no comen, ni visten lo mismo; que se curan de distinta manera y que aún sus lenguas son diferentes, pe~e a que haya una lengua oficial común. El fenómeno que vamos anotando es de grandísima importancia, porque los Tratados deben ser para beneficio de los pueblos y no para moslrarlos en los archivos de las Bibliotecas, y debemos saber lo que conviene a cada pueblo, es decir al hombre de la calle, al que én Nicaragua forma un millón y medio de habitantes. Lo que conviene a los veinte o sesenta mil habitan– tes que van más allá de ese millón y medio, en verdad no necesitan de la ayuda del Tratado por~ue con su dinero o co,,!odidades, pueden obtener lo que deseen y vivir cómo quieran. Es al hombre de la calle al que se debe proteger con los convenios internacionales.
Estas líneas no pretenden decir cosas extraordinarias, sino cosas sencillas que puedan ser comprendidas por quien las llegare a leer, y por eso también es del caso mencionar los intereses del Gobierno. En las grandes Democracias hablar del pueblo y del Gobierno es hablar de una sola cosa, pero en América Latina, no es lo mismo referirse al Go~ierno y al Pueblo, que son dos cosas enteramente diferentes y que frecuentemente están en oposición uno de otro. Nadie ignora que ningún Gobierno ejerce ni puede ejercer el comercio, ni la industria, ni la minería y en fin ninguna actividad co,mercial o industrial. El Gobierno debe proporcionar a los habitantes la paz, la seguridad individual y social, debe ,garantizarle sus bienes, y protegerlo y defenderlo en el más amo plio sentido. Todo eso tiene que hacerlo por medio del ejército, de la policía, de los jueces, de los empleados, y por un sinnúmero de personas que desempeñan diferentes cargos todos debidamente reglamentados y regidos. Esos servicios se pagan por el pueblo y ese pago se hace por medio de impuestos, de diferentes clases y nomo bres, que no es del caso ni siquiera mendonar. Para que el pueblo tenga potencialidad de pago es necesario que goce de paz, de tranquilidad, que pueda trabajar y que se sienta protegido en todo momento. Es del caso saber cómo trabaja el pueblo nicaragüense, para poder determinar más tarde si el Tratado de Integración Eco– nómica de Centro América le es o no conveniente. La casi totalidad del pueblo nicaragüense vive del campo y dé sus productos, ya se llamen café, azúcar, algodón, maíz, frijoles, papas, yucas, arroz, ganado, y -aún podría– mos incluir aquí industrias como las mism<¡s minas que viven y operan en igual pié que las grandes haéiendas. No quiero que se critique esta última afirmación porque deseo recordar que estamos exam¡nando el problema des– de el punto de vista de gran generalidad. Desde ese punto de vista tenemos que concluir que el campo es en Nicaragua quien paga y mantiene aquellas otras actividades comerciales o financieras que no pueden clasificarse como productivas, tales como el comercio, tiendas, bancos, agencias de servicios, etcétera. Todo eso, en defini· tiva llega a pesar sobre el campo nicaragüense.
Deseamos' hacer dentro de esta generalidad, una sola observación más, y es la de que la industria en Nicaragua todavía no puede tomarse como un factor o un hecho real y de influencia en la vida del país, pues son tan pocas y tan pequeñas, que casi no pesan en el mercado nicaragüense, si bien son ampliamente cono· cidas y si bien merece que sean protegidas y desarrolladas.
Estamos pues ya en situación de poder comenzar a hablar del Tratado de Integracién Económica de Centro América, en el cual se establece un Mercado Común que deberá quedar perfeccionado en un plazo má· ximo de cinco años. Qué quiere decir eso? Eso quiere decir, que ya no habrán barreras aduanales entre estos países y que lo que se produzca en uno cualquiera de estos países podrá circular libremente por todos los demás. Es pues un Tratado que proclama el libre comercio y el libre tránsitQ de las mercadertas aquí producidas en cada país. Para quien sea idealista, para quien entone cantos a la luna o para quien haga propaganda, ese te· ma es magnífico y dá ocasión a grandes discursos, a comentarios que pueden ser a gritos para que todqs los oígan, a discursos de barricada y en fin para lograr éxitos baratos y fáciles, pero para quien contemple el caso COn mira al futuro del país, para quien examine los hechos y saque lógicas consecuencias, para ese, las conclu– siones serán bien diferentes.
Recordemos lo q\le hemos dicho en estas líneas: a) Nicaragua NO tiene potencialidad comercial internacional.
b) Nicaragua NO tiene potencialidad industrial ni interna ni internacion"l;
cl Nicaragua NO es un país de fuerzas económicas ni financieras y más bien es país pobre y deudor económi-camente hablando; ,.
d) El pueblo nicaragüense tiene un standilrd de vida hasta cierto punto aceptable en las ciudades, pero entera– mente triste y desolador en el campo;
el Nicaragua tiene vida tributaria semejante a la de muchos otros países, es decir, elevada y constrictora que hace pensar, antes de dar cualquier paso de desarrollo comercial o industrial; f) Nicaragua relativamente es un país de buen desarrollo agricola y ganadero; 9) Nicaragua tiene escasa pO,blación en comparación con su extensión territorial; h) Nicaragua NO tiene productos manufacturados que ofrecer a otros países;
i) El standard de vida del obrero y campesino nicaragüense es muy pobre, pero de costo elevado. Es una vida cara la que llevamos.
Comprendemos muy bien que cada uno de estos puntos, de pedirse q"e sean justificados, ocuparía lar– gas páginas; y como se trata de conclusiones que están en la mente y en el corazón de todos, allí las dejamos para asomarnos aunque sea ligeramente al Tratado de Integración o Mercado Común.
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