Page 105 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

i Y patrañas del vulgo, fácilmente -S;e preguntará: osué interés podía tener Arellano, ni a"lln el mismo ¿O .. ello de quien tanio se dice, en hacer asesinar a

]I.~~es cie~conoc~dos,. inf~l~ces que no f~ní!;m ninguna

P. nificacion SOCIal n1 política, oscuros c1udadanos, con

f~g excepción de Aguilar qu~ ~ra, sea. dicho de paso,

un buen hombre y por demas 1nofenSlvo? ¿Por qué, ni para qué asesinarlos? ¿Qué objeto podían llevar en mira?

¿El deseo de maiar por el solo deseo de maiar?

Pero para que esto sea posible, se hace preciso comprobar primero que ArgÜello y sus Ministros, si no eran unos antropófagos, estaban a lo menos remata– damente locos.

¿Hay alguno, siempre por supuesto exceptuando al Licdo. Pérez, que se atreve a imaginar que la histo– ria sea capaz de comulgar con semejantes ruedas de molinO?

El crimen de "La Pelona" no puede ser sino la obra exclusiva dé sus perpeiradores: una banda de foragidos embriagada por el aguardiente, según el mismo Pérez lo asegura.

Sin duda que Argüello es responsable moralmen– te de este hecho horroroso, pero de ahí a ser el aufor, el orde11ador de semejante crimen, va una diferencia muy grande. De este gÉlnero de responsabilidades, muy pOCOS de nuestros gobernantes se hallan exentos.

La impunidad de los malhechores, iampoco prue– ba su complicidad en el crimen, si se quiere tomar en cuenta el poder abrumador de las circunstancias polí– ticas que lo rodeaban. La historia ofrece a cada paso repetidos ejemplos de algo semejanie: Alejandro de Rusia deja impune el asesinato de su padre el Zar Pablo. sus amigos le acusaron de complicidad en la perpetración del horroroso crimen, "y sin embargo, hoy está reconocido que cedió a las necesidades de la política y que fue inocenie". (:3)

Y véase hasia donde llega la recfitud e imparcia– lidad de la historia. Alejandro es declarado inocente,

r eso que el crimen sólo a él le aprovecha, puesto que de las sienes frías y amoraiadas de su padre por la estrangulación, él recoge la corona del más basio im– perio de la Europa.

y ArgÜello ¿quÉl podía buscar en aquel crimen infecundo y por demás estéril, si es que puede decirse así?

Pob1:"e Argüellol Jamás que yo sepa, se ha levan– tado una voz siquiera, de imparcialidad y de justicia, que defienda su memoria de tanios crímenes absür– d?s C?rnO el ciego espíritu de pariido, y la más estú–

~lda. 19norancia han hecho pesar sobre su cabeza. Ni iiqUlera la voz de un pariente, como hay tantos que . evan su apellido, se ha alzado nunca para pedir a "o menos calma y serenidad a los que hacen el pro– ceso de su agitada vida pública. Pero no haya cuida– do: la p?s~eridad, si bien tarda, llega por fin con sus

s~renos JUlcios y su imparcial justicia, y la verdad, d

hbdre de las tinieblas que la envuelven, brillará, a no

'11 1

a d

rlo , 1nás temprano o más tarde con todos sus res– pan ores.

Volviendo a mi padre, ya se ha visto que para per l acu¡:ad<;> de. complicidad en el airoz crimen de "La

c~ o~a. ' n1 eXlsien pruebas, ni siquiera verosimilitud,

La~dlc;~nes qu~ e;cigen .los historiadores, entre otros, s .

al' lUe. y Th1ers, ya Oliados; y que por el contrario, u lU~echata retirada del ministerio después del cri– :eln, J~polfa el lnás solemne mentís f\ sus gratuitos Urnnladores.

(3) Thiel'B, Hist. del Consulado y el Impel'Ío, tomo 3. pág. 517.

Si el Licenciado Pérez o cualquier otro pueden demostrarme lo contrario, yo bajaré la cabeza, guar–

daré silencio, y me quedará la esperanza de que Dios habrá sido misericordioso para con él por muy culpa– ble que haya sido.

Hasia entonces, yo no creeré culpable al hombre que, con tan noble desinterés, no vaciló en exponer su vida por salvar la de un desconocido lanzándose por sobre los puñales de una turba desenfrenada.

Hasta entonces, yo no podré creer culpable de ian horroroso crimen al hombre que, en 1837 cuando, por la primera vez, el cólera asolaba esfa desgraciada población, supo converiirse en la providencia del des– valido, prodigando su fortuna y jugando su vida en aquella batalla de la caridad, mas peliglosa que las batallas del hierro y del fuego, proveyendo a todo, atendiendo a todo, desde la policía de salubridad, que él improvisó, hasta transporiar en sus propios hom– bros los miseros apesiados, en cuya sania obra, ayu– dado de nobles corazones, rindió la vida cómo bueno el estimable m.édico don Nicasio del Castillo, y sobre– viviendo solamente don Luis Monllel, el último de aquellos obreros valerosos. Véase la carfa del ex-Pre– sidente de la República, Don Vicente Quadra que se registra al fin.

Mirad, qué admirables disposiciones para el cri– men!

En cualquier oiro país se le habrían decretado co– ronas, y aquí, los imbéciles o los malvados, deshon– ran su memoria.

Protesto que no es mi ánimo hacer al Licenciado Pérez la injuria de colocarlo en la categoría de los últimos. Bien al contrario, lo cr~o un buen hombre, y solo hay que censurarle que, equivocando su vocación, se haya dedicado a un oficio, para el cual, está visto, no tiene la más pequeña disposición.

La lectura de Su biografía de ArgÜello, como to– dos sus otros trabajos de este género, lleva al lector de sorpresa en sorpresa. aQué viene a hacer, por ejemplo, el Padre Vijil en el suceso de "La Pelona", no habien– do ejercido por entonces ningún cargo público, como el mismo Pérez, lo asegura? aDe qué modo, (el aufor no lo dice) podía él haberse complicado en aquel cri–

men~

. Pero lo que pone el colmo a toda sorpresa y pro– voca la risa aun de las genies más serias, es la ma– nera en que el élufor hace morir a todos los acusados de aquel hecho, preiendiendo hacer ver en esto la jus– ticia del cielo.

A don Juan Argüello lo hace morir perseguido por el sombrío espectro del negro Cutani: a Arellano, en su hacienda de una comida de "pescado" en bas– tardilla, y al Padre Viji!, ¡castigo de Dios! no querien– do ser Obispo, y viéndose obligado por Su propia vo– luntad a dejar sus huesos en Teus±epe!!!

Pero, ¿qué es iodo esto, Señor Licdo. Pérez? En presencia de tajes sandeces, uno se pregunfa si no se las estará habiendo con un chusco, o con desgraciadQ a quien por su =ala suerie se le hayél. rematado el juicio?

A deberse juzgar con lógica tan peregrina, Monsa– i'ior Exaguirre cuyo cadáver acaba de ser arrojado al mar frente a Alejandría de Egipto, de vuelta de su cuaria peregrinación a Tierra Santa, sería un malvado,

y sin embargo, Pío IX le llora, la Iglesia lamenta la pérdida de uno de sus más esclarecidos varones, la prensa de su pairia se viste de luto, y el duelo es· casi universal.

y al contrario, Méndez, aquel facineroso del 54, que muere en su cama con iodos los auxilios de;lá Re– ligi6n y rodeado de fodo el Clero de Le6n, pare.' P<Élrez

-l05~

Page 105 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »