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« Previous Page Table of Contents Next Page »Creo pues, tener derecho a decir .--.que no es el oisrn o ~l que me mueve a solicitar que se designe 9h-o Diputado, así como lo tengo para hacElr la solici–
~d pues fuera de haber servido ya por espacio de
die~ meses en los ~ás c;alamitosos dias" es muy equi–
i tivo muy convenlente y puesto en razon, que el car– 6
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a~í como el honor en toda especie dé puestos y 9 ~s en los supremos, gire en torno de los Diputados, :mo el sistema republicano gira en torno de la socie· dad.
Sobre todo, señores, mi carácter no me llama al ues to que allamente ocupo. me parece que ya se ha
~c:h6do ver más de 10 preciso. Yo puedo Servir en s~.
gundo, y serviré con gusto en cualquier puesto subal. terno en que se me coloque, ~ues todo puesto es par.a mí honroso cuando en cualqUlera de ellos puedo servir a mi patria.
Permifidme, pues, señores, encareceros de nuevo mi subrogación.
Por lo demás, ruego al Cielo quiera iluminar vuestro patriotismo, para que con pulso certero curéis las hondas heridas de la patria hoy que tenéis, más que nunca, un vasto campo en que ejercer vuestra pa– ternal solicitud.
CARTA
Franca. Orlega
ocotal, Agol;lto 11 de 1856.
Mi querido amigo:
Acabo de ver (las 11 de la noche, el arto q. á últi–
ma hora trae el No. 54 de la Gaceta de Honduras.
Entiendo que Ud. no ha sido "exactamente infor– mado" sobre el punto de reconoci~iento del señor Ri·
vas pues ya Ud. ve que un gobIerno no espone la
pal~bra en un doclin\ento ofici~l1.
Hasta venenoso se presenta el artículo contra no– sotros. Tiene razón el Gral. Guardiola de correspon– dernos así. Un tiem.po vendrá en que pueda yo hablar, o en que hable alguno de mi parlido si a mi me toca morir antes de señalar al Gral. Guardiola el lugar que le corresponde en nuesira desgraciada His– toria.
Esos golpes que nos asestan no me harán variar de resolución, aunque el mund9 se venga encima. Ya q. nos postergan y deprimen los mismos que por más de una razón debieran protegernos, yo juro, seguiré sereno mi camino, afenido al voto de mi conciencia y al juicio de la historia.
Tengo asociadas mis decisiones a esta hermosa expresión de Lafuente: "no hay triunfo imposible cuan– do la causa es justa, ni empresa temeraria cuando se acomete con arrojo, se sostiene con perseverancia y se persigue con fe". Y qué importa si muero en el pues– toí' Gloria sería para mi el inmolarme a un principio en que está vincUlado la salvación de mi país.
Ya sabrá Ud. que el despreciado partido legilimis– ta inauguró ya el 2 del corriente la nueva campa. (campañal con un triunfo notable a los iliulados "in– vencibles". Veinticinco legifimistas derrotaron por en– tero a ochenta Yankees. Y sabrá también q. ya tene– mos sobre mil soldados.
IAy amigo ... I esperamos en Dios q. nos designará un día, q. quizá no tarde, en q. a estilo de Napoleón podamos decir en el campo de bafalla. "El parlido legitimista es corno el sol. ciego es quien no lo ve."
D. Pedro Joaquín, q. le entregará ésta, le informa– rá de todo.
Le desea salud su amigo y servidor.
J. Ma. Esta.
1861
EMANUEL MONGALO RUBIO
<1834-1872>
William Walker vino al país con 55 filibusteros a bordo del bergantin "Vesta" y desembarcó en el Realejo el 18 de junio de 1855, de donde se dirigió a Rivas. Queriendo tornar por sorpresa a la ciudad, des.e:nJ::arcó en la playa del Gigante. Prevenidos los legitimIstas se salvaron de la sorpresa y se prepara– ron a la defensa. De todos los pueblos del Depar– tamento concurrieron profesionales, agriculiores, aro
tes~nos a em~uñar las armas. El 28 de junio en la m f
. anana ataco a Rivas con sus filibusteros. Reñido .ue el combate.
Impotente Walker pára tomar la plaza en las
primeras horas de lucha, se encerró en la casa de don Máximo Espinosa y de allí con sus tiros cerleros diezmaba a sus contrarios. Al ver esto el Coronel Manuel de¡" Bosque, Jefe de las tropas legilimistas, formó a su ejércilo y pidió, después de exponer el peligro en que se encontraban, que diera un paso al frente el que quisiera sacrificar su vida por la pama dando fuego al refugio de los filibusteros. Un sol– dado de apellido Fajardo se presentó a recibir el mechón de manos de su Jefe, y fue a cumplir su cometido, pero antes de negar, cay6 herido por las balas enemigas. El Jefe nuevamente repitió el lla– mado y entonces se presentó EMANUEL MONGALO RUBIO, quien se fue a gafas con el mechón eneen-
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