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Señores Diputados:
Después de la terrible tempestad que arnenazó hundir esta joven República en un abismo intermina– ble de desgracias: después del espantoso eclipse que de un :mo:mento a airo envolvió en densa noche el horizonte político de la patria, y después que vosoiros :mismos, señores Dipuiados, puestos ya en camino para coniinuar vuestras Sesiones en esta ciudad el 8 de :ma– yo del año ppdo., tuvisteis que dispersaros, en fuerza de las circunstancias, acá y acullá, deniro y fuera de la nación, sin esperanza quizá de reanudar vuestra pri:mitiva entidad política: después de tantos conflic– :los y de calamidades tantas, ¿quién no se regocijará de veros reaparecer, de veros resucitar, puede decirse, en cUerpo de Asamblea el mismo día que resucita el salvador eterno, el divino redentor de la hu:manidael? Feliz coincidencia, señores
I una idea providencial en– vuelve sin duda ese hecho incalculado. Yo :miro en vuesfra reaparición el cumplimienl0 ele la salvación de la sociedad nicaragüense, el consumatu:m de la re– dención de los principios de orden y verdadera liber– tad. Bienvenidos s~áis, señores Diputados: os saludo a nombre de la patria, como representante solidario de ella: os saludo también en nombre propio con toda la efusión de que es capaz el verdadero patriotismo, con honda convicción de ver representada en vosotros a la sociedad mislTIa que ha esfado a punto de sepultar– se para siempre en el fango de la barbarie, a esta so– ciedad querida, objeto constanfe de mis ansias.
Grandes cosas han pasado después de la suspen– sión de vuestras sesiones al promediar el nefasto mayo de 54: Jamás los pasados anales nos dieron idea de los inmensos males de que viniera preñado ese año fafal. Al frente tenéis esas tétricas ruinas cifrando el barbarismo del siglo V. Los nuevos Hunos, capitanea– dos por el moderno Atila, se presentaron ante esta ciudad el 26 del luctuoso mayo, derramando el terror por todas parles con el lnechón encendido en una ma– no y la imagen del asesinato y del pillaje en la ofra. Sobradanlente engreídos con la idea de sacar corrien– do a chilillazos a los primitivos defensores de las li– bertades patrias, viniéronse así triunfantes desde las playas occidentales hasta las puertas de la ciudad in– victa, viendo en su rápido tránsifo prosternarse los unos, esconderse los afros. ¿Qué esperanza quedara entonces a la pobre patria? ¿Quién no felTIiera enton– ces?
Bien lo sabéis, señores: unos pocos fueron los que se resolvieron a sellar con su sangre el sacrificio de la pafria, unos pocos los que se resolvieron a vencer o nlorir en el puesto de la ley al lado del Jefe de los valientes, el benemérito General Chamarra. Yesos po– cos redinlieron la Patria. La plaza de Granada se con– virlió esta vez en otro capitolio romano para la salva– ción de la sociedad, y la sociedad se salvó entera en la plaza de Granada. ¿Y qué no hiciera el honor, el deber, el pafriotismo, el recuerdo de pasadas glorias? Y Sea dicho de paso en honor de muchos valientes, Leoneses, Managuas, Fernandinos, Rivenses, Matagal– pas, Juigalpas, Lorenzanas, Boacos, Dirionlos, !\landai– mes, pocos en verdad, pero había sujetos de todas es– tas poblaciones rodeando al Gobierno y corriendo su suerle, muchos de los cuales han merecido bien de la pafria por el distinguido comporlamiento que han te– nido en su defensa.
Por fin, señores: así ConlO el grande Aecio contu– vo en los campos cataláunicos los pasos triunfales del feroz Atila, así el inmortal Chamarra, el Aecio de los tiempos modernos, dió su merecido en los canlpOS granadinos al nuevo desbastador de la sociedad. El jefe del moderno vandalismo fue siempre vencido en
los encuentros, ya por el señor General Presidente en persona, ya por sus esforzados subalternos, enfre los cuales no debe pasarse en silencio al señor General Corral, hoy día digno sucesor de aquél ínclito General en el nlando en jefe del ejército.
Y con ese nefario vandalismo fue tanlbién vencido el ingrato y desleal Gobierno de Honduras, que con él mancomunó su causa, y con él se vió tres veces pros– ternado ante las huestes legitimistas. Todo un mundo de hOnlbres sin patria, protejidos por esa administra. ción que cifra su existencia en el trastorno general, y
sus consecuenuías, toda esa coluvie de inveterados as– pirantes se vino sobre Granada, con alfanje en mano,
¿y que fue lo que hizo? Consumar su deshonra con sus horrores, y convencerse de la imposibilidad de avasallar a un pueblo libre que defiende sus derechos bajo la protección de la Divinidad. Así que, la ciudad de las cuairo coronas triunfales de los años 12, 23, 24 Y 28, fUe orlada ellO del último de febrero con la más esplendente de todas, en prenlio de su heroica defensa y victorias e±ernales en doscientos ses~mta días de mor– tífero combate.
Todo, pues, ha cambiado de posición: de mayo de 54 a febrero de 55 se ha operado una completa in· versión de términos. Hoy recula el Gabinete hondure– ño ante la irresistible pujanza de nuestros valientes,· no dejando ya un soldado suyo en el suelo nicara– güense: hoy una parle considerable de la facción ha ganado agenas tierras para procurarse la defensa,– nlieniras la otra existe guarecida en León, único punto en que aun ejerce sus ominosas depredaciones. Pero allá iremos nosotros, no a incendiar como ella las po– blaciones, sino a castigar al crinlinal, no a robar pro– piedades, sino a protejer al hombre honrado: allá ire– mos y enfonces se verá que nuesfra misión es la de la ley, no la del crimen, la de la salvación pública no la de los odios y venganzas personales. Todo se hará, Dios ITIediante, cual corresponde a una causa justa.
Mientras tanto, señores, cumple a vosotros llenar algunos vacíos que ha dejado el curso de la revolu– ción.
Cuatro son en mi concepfo los puntos principales de que habéis ocuparos: la insaculación de pliegos para el llamamiento del Diputado que debe sustituir al Presidente de la República en falta repentina suya, la elección del Presidente propietario en virtud de ha– ber fallecido de muerte natural el Sr. General Presi– dente don Frufo Chamarra, después de haber consu– mado la gloriosa defensa de esfa plaza, la elección de los Magisfrados de las Supremas Secciones judiciales para cuando sea oporfuna la continuación de sus tra– bajos; y ante todo, señores, la designación del Diputa– do que debe gobernar la República mientras torne po– sesión el prohombre a quien os dignéis confiar los destinos de la patria.
Sobre este punto perrnitídme, señores, que os lla– me la afención con el nlayor encarecimienfo. Yo fuí llaITIado al puesfo suprenlO el 26 de mayo, a la hora misnla en que la horda vandálica pisaba los =nbrales de la ciudad y el Sr. General Presidente se ponía a la cabeza del ejército. Acepté sin réplica, porque sabía que en esos nlomentos aceptaba una gran responsa– bilidad, aceptaba la muerte, ¿y qué importaba eso? Resuelto a morir en la terrible lid, lo mismo era :morir de parlicular que de funcionario. Después que las co– sas han tomado un carácier bonancible, he querido encargar esfa sublime misión a otro Diputado que la desempeñe con más provecho de la República; nlas no he podido conseguirlo porque todos rehusan, y a mi me es penoso apremiar en,causa propia.
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