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« Previous Page Table of Contents Next Page »y nosotros somos también una nostalgia de Dios, una gran nostalgia que cada uno trae cuando nace. Ser, para nosotros, es estar exilados de Dios. Dios es amor, y nosotros creados, a imagen de Dios, somos amor. Todas nuestras células son amor, creadas para el amor, como el
grano de incienso es para el fuego: y todo nuestro ser es combustible de ese fuego.
Lo único que nos separa de Dios es el ego, el amor a uno mismo Por eso la unión con Dios se realiza sólo mediante la muerte del ego. O Dios o el yo Apenas desaparece el ego de'1 tro de uno, uno es habitado por Dios
Basta decir otra vez el Fiat de María palO que se realice otra vez en nosotros la encar– naClOn de Dios. Es una transubstanciación que se efectúa en nosotros como la del pan y el vino,
y nuestra carne y sangre se convierten entonces en Cristo: en la carne y (a sangre de Dios. Nos convertimos en eucaristía; en un holocausto de amor.
La unión mística para San Bernardo es un mutuo comerse: un mutuo tragarse de Dios y
el alma El amor tiende siemple a hacer de dos cosas una sola. Aquí en la tierra nunca ffegan dos seres a ser una sola cosa. Sólo Dios f1ega a hacerse una soro cosa con e( afma, sin que de– jen de ser dos.
10DO ser humano nace con las entrañas heridas por este amor, nace con una sed. "Mi alma está como tierra sedienta delante de tí" (Salmo 142). El comer y el beber el Creador los ha puesto en la naturaleza como símbolos materiales de ese amor.
Esa sed de Dios es la ansiedad reflejado en los rostros de todas las gentes que andan en las cal/es, y que entran a las tiendas, a los cines, a los bares. Todo mundo va con un deseo, con muchos deseos, con un infinito de deseos: uno copa más, un dulce más, una mirada m6s,
una palabra más, un beso más, un libro más, un viaje más. Siempre más y más y más. Todos los rostros heridos por la ansiedad y el deseo. Y los que hemos escapado de esa esclavitud de los deseos nos sentimos como los que recuerdan los campos de concentración nazis o (os traba– jos forzados de Siberia de donde han escapado.
Uno cree que se puede conformar con un poco más, pero siempre estará deseando más
y más. Uno cree que se conformaría con una pequeña casa y un auto, una bella esposa y (os
hijos Pero ese hombre saldrá siempre a la cafle con la misma ansiedad en su rostro. Buscará siempre cosos nuevas con la misma avidez. Comprará el peliódico con lo misma avidez, lo ti– rará en lo cafle y quedará siempre igualmente insatisfecho. Es como la enfermedad de tener que estar siempre comiendo y comiendo sin poderse saciar jamás.
Porque como decía Platón, el cuerpo humano es uno ánfora rota que no se puede f1enor jamás. Los sentjdos pueden estar ahitos de placeres, pero el alma estará siempre insacioda Esos placeres de la periferia corporal no habrán llegado hasta ella y sólo habrán servido pOlO hacerle agua la boca y exacerbarla, porque sentirá que no ha llegado sjquiera o sus labios la co– pa de (a dicha.
Es como pretender saciarnos con un alimento que no /lena, o con un vino que no em– briaga. La comida lfena y el vino embriaga, pe,ro no sacian nuestro íntimo deseo sino que lo avivan más, y prácticamente es como si no I/enafan ni embriagaran. Pueden hastiamos, pero
no saciarnos.
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