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meno AY qué imporlará que lo fuese'? El valiente no cuenta los eneIT\igos: sólo atiende a la voz de la pa– tria y del honor, persuadido de que Ynás vale fenecer en la lid de los principios, que vivir bajo el yugo del desorden. Allí donde el peligro sea más inminente, me veréis cOYnpartir con vosotros la gloria de vencer o morir por la patria.

¡Qué gloria, soldados, poder decir un día: "Yo

perlenecí al ejército defensor de las garantías: yo sal– vé la patria'" Esa gloria inmarcesible está reservada a vosotros, porque la Providencia Divina adjudicará el triunfo al que tiene de su parle la razón.

Granada, mayo 20 de 1854.

FRUTO maMORRO

LIC. DON MAXIMO JEREZ

(1818-1881)

"~n la ciudad de León, a los veintidós días del mes de Junio de mil ochocientos dieciocho. Yo el Teniente Cura del Sagrario de esta S.I.C. bauticé so– lemnemente a MáxiYno José de Jesús, hijo legítiYno de Julio Jerez y Vicenta Tellería, nació el once. Su madrina Jacinta Morales. (fl Manuel Leandro Or– tega" Rubricado.

Tal reza la parlida de bautismo, -que hacía también las veces de parlida de naciYnien±O~, de una de las personalidades Ynás ilustres, y discutidas, de nuestra agitada historia patria.

Sv;friendo las vicisitudes económicas de su fa– milia que priYnero eYnigró a Costa Rica, donde ya de niño dió xnuestras de su aplicación al estudio, co– piando las lecciones, pues sus padres carecían de Ynedios para comprar los libros de texto, el joven Jerez regresó a Nicaragua, donde eYnprendió sus estudios "in utroque jure", y en filosofía en la Uni– versidad de León-. Su gran talento y privilegiada meYnoria le hicieron llegar a ser uno de los hombres rnás ilustrados de su tiempo.

"Fue Jerez católico creyente en su juventud. Hasta llegó a decirse que estudiaba para sacerdote: frecuentaba los sacramentQs, ayunaba, se maceraba el cuerpo y era casto. Su fervor de esa época acu– saba ya, sin embargo, indicios de aquel desequili– brio de que oió variadas muesfras en su carrera po– lítica y Ynilitar, pues se refiere que, para no pisar las cruces q1,le forman las junturas de los ladrillos, caminaba con la cabeza baja, dOYninado por aquella :p'reocupación, y que se persignaba ante las hojas de Jícaro que tienen for=a de cruz". (Dr. Pedro Joa– quín Chamarra, Máximo Jerez y sus contemporá– neos, p. 21.)

Primero como Secretario del Licdo. don Francis– co Castellón en su pri:rnera Legación a Europa, 1843, en seguida corno Representante. y luego Cama Mi– nistro, el Dr. Máximo Jerez cOYnenzó a figurar en la vida pública de Nicaragua. También se distinguió como militar, cuya carrera inicia bajo el General Jo– sé Trinidad Muñoz en 1845, y llega por su heroísmo en los combates a ser llamado "el León del Isfmo".

Desgraciadamente, su ambición -que no su deseo de lucro, pues desconocía el valor del dine– ro':-, "y ese fatalismo patriótico que Yne arrastra en la corrienfe de los sucesos"- que dice él mismo en una de sus carlas, -lo llevaron a ser el "facfotum" en todas nuestras sangrientas contiendas civiles-, inciviles mas bien.

Para Ynás, y mejor expuestos datos sobre la pero . -sonalidad de1-ilus1re compatriota, referimos a nues-

tras leciores al "Retrato a la pluma de Máxirno J e– rez", destacado trabajo de don Enrique Guzmán.

Su espíritu inquieto lo llevó a ligarse con los perlurbadores del orden constituído por Don Fruto ChaYnorro, quien para "prevenir los males" expulsó a varios de ellos -Castellón y otros- y encarceló a Jerez. Desde la cárcel, en contestación a los cargos que le lanzara el Direcior Supremo, envió el escrito que bajo el título de RETO A FRUTO PEREZ aparece en esta ANTOLOGIA.

No es sin cierla repugnancia que hemos conser– vádo ese título peyórafivo con que se conoce en la historia el brillante arlículo del Dr. Jerez. Por el to– no mesurado del rnisxno. por las frecuentes referen– cias al nombre y la persona del Sr. Chamarra, en las que nunca desciende a la encrucijada del insul– to, estamos convencidos que no fue Jerez quien rotuló su escrito en esa forma.

No tenía pruebas, ni razón. el Dr. Pedro Joaquín Chamarra para decir en su obra arriba citada -pá– gina 69, nota-, "No se publicó el illulo "Refo a Fru– to a Pérez", pero es cierto que Jerez le escribió así". CreeYnos mucho en la acuciosidad del Dr. Chamarra como historiador. pero en este punto, no estamos de acuerdo con él. No dudamos que si ha tenido pruebas fehacientes las hubiera hecho públicas.

Casado con doña Paulita Guerrero de Jerez con quien procreó dos hijos y una hija, fue para ellos, apasionado esposo y amantísimo padre, aun– que improvidente. En las carlas familiares que in– cluímos en la presente Antología, se pueden cono– cer detalles de la vida ínfima familiar del ilustre hombre público. Ern.ociona el leerlas. Carlas frases que revelan la ternura de su coraz6n: "Abrazo es– trechamente a xni cuñadita y mi Juanita de Dios y mía. _.. " se encuentran a cada paso. Pensamientos filos6ficos que reflejan las angustias de su alma: " ... porque en esta pesada vida lo menos sensible es lo menos desgraciado". Su consfante, "tu apasio– nado Máximo" conque cierra sus carlas a su "muy amada o amadísima Paulita" son joyas que mues– tran la riqueza de sentimienfos de tan noble espíritu.

Enviado a Washington en 1880 cOYnO Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotericiario, por el Presidenfe General don Joaé;¡uín Zavala. iba d'esem– peñando su misión con resu1±ados halagadores, cuando el 2 de Julio de 1881, un xnaníaco disparó dos tíros de pistola, hiriendo graveYnenfe al Presi_ dente Garfield; El Ministro Jerez cuenta a su señora esposa con detalles el incidente. Sigue con interés el estado gravísimo del Mandafario. Hace reflexio– nes sobre el resultado de -su =isi6n- en caso que el