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Presidente muera. El éxito de sus ideales, a los que había dedicado su vida eniera, la Unión de Centro Am.érica, dependía de aquel hombre que se debaüa entre. la vida y muerte. Vaticina con el deseo de su esperanza: "Tal vez el Presidente no se muere". Un mes después, el 11 de Agosto de 1881, un ataque al corazón fulminó como un rayo la "Vida de Jerez. Un lues más farde, en Septiembre, el Presidente Gar– field moría.

En un bello articulo :;¡ecrológico, titulado JE–

REZ!, don Enrique Guzmán, su anliguo secretario, amigo y biógrafo, dice de él:

"Fue Jerez en ocasiones el torrente asolador

que desvasta para fecundar, y siempre la gota da agua que taladra la piedra, pero que no consiguió hacer mella en la roca granillca de nuestra inven– cible estupidez.

Corno todas las eminencias políficas, tuvo apa– sionados admiradores y enemigos acérrimos, fue aborrecido y adorado: ángel para unos, monstruo infernal para otros, de él puede decirse lo que Man– :1:oni del Capitán del siglo 1 Mazzini I ,

Segno d' inmensa invidia E di pietá profunda, D'inesfinguibile odio

E d'indomato mnor."

RETO AFRUTO PEREZ

Ha salido a luz una alocución firmada por el Sr. Director del Estado D. Fruto Chamorro, datada el 21

del corriente. En ella, refiriéndose dicho señor al pro_ cedimiento ejecutado de su orden, desde el día 16 a esta fecha corura varios individuos, vecinos de León, que hemos sido perseguidos, y conducidos en prisión a esta ciudad, y exponiendo la razón que ha fenido para dictar aquella orden, la expresa con decir que no podía ser indiferente a la revolución que desgraciada– mente se había concertado y se estaba preparando en estos días en la ciudad de León por los enemigos del reposo público, sin más motivo que la sed de mando en unos y la del pillaje en otros, y sin otra mira que la satisfacción de rastreras pasiones. El Sr. Chamorro se avanza en seguida a denominar las personas a quienes hace tan groseras irrtputaciones, obsequiándo– las además con los epífetos de enemigos de su patria y de asesinos, supuesto asevera que los imaginados conspiradores habían mandado agentes a combinar el medio de asesinar al Director y sus Ministros. Entre los que encabezaban y fomentaban la revolución ha tenido el Sr. Chamorro la complacencia de coruar al que suscribe.

De mi parte no he dado mofivo algunó jusfo para que se me considere ingerido en una revolución, que aun creo imaginaria, según lo expresé en la declara– 'ción que se me tornó por el Gobierno, y ahora lo repi– to al público, a quien respeto altamenfe para no rnen~

tirle, teniendo la satisfactoria esperanza de ser creído por 105 hombres de probidad que me conocen. Esto es cierlo, sin embargo de que no estoy de acuerdo COn las restricciones con que el Sr. Chamorro reduce el de– recho de insurrección, ni tengo la seguridad que ma– nifiesta respedo de su observancia de las leyes y ga– rantías, pues por el corurario me ocurre de pronto el hecho de mi arresto. que ya pasa de los tres días que como preciso término designa la. Constitución para po– ner en libertad. o entregar a la autoridad competente a los presuntos revolucionarios. Con todo eso, yo he permanecido en silencio, y aun lo guardara, si en lu– gar de dictarse respecto a mí, las providencias legales, se quisieren tomar cualesquiera otras, porque no debe causarme sorpresa el que un gobernante se decida marchar a un cierlo fin, sin reparar en los medíos, y sin que le parezcan obstáculos considerables las ga– rantías individuales. Todavía más, he podido disimu– lar, y es la calificación de presunto conspirador de qUf;l hasta hoy había juzgado partirían los procedi– mientos del Gobierno, porque ella habría sido el re– sultado de calumniosas denuncias y declaraciones de hombres conspirados, por sugestión de algún genio maligno, para perder a los perseguidos, y digo esto, porque no pretendo permitirme el honor de suponer. que en la misma calificación haya influído el conoci– miento que acaso se tenga de mi oposición, insignifi-

cante fal vez, pero decidida contra cierlas ideas que en la administración considero dominarues. En orden a todo eso he pensado, que el gobernante responderá de su conducta al Pueblo que le trazó las reglas que tras– pasa, y a la opinión ilustrada del siglo. Pero sea legal o arbitrario el sistema que se adopte para regir o dis– poner de los asociados, y aunque en este punto se omita hacer una manifestación franca, entiéndase que nada hay que autorice para decir falsedad, y mucho menos imputando horribles crímenes, como justamen– te llama el Sr. Chamarro a los que injustamente mo atribuye a mí, entre otros, en su proclama.

El Sr. Chamorro no dice verdad al aseverar lo mismo que asegura resultar bastante comprobado en

el proceso que obra en el archivo secrefo del Gobierno, porque suponienclo que allí obrasen terminantes ca– lumnias contra la reputación de 105 procesados, mien– tras que esfos no sean oídos y hagan uso de los me– dios que la razón prescribe para llegar al conocimien– to de la "Verdad en los casos de esta naturaleza, siem– pre será grafuito el afirmar que son, criminales, pero si se atiende a que tres de nosotros hemos pedido por un memorial que corre impreso, que se hagan venir a nuestros calumniadores a sostener en careo público sus dichos, y a que en el mismo memorial hemos re– ferido la noticia que de antemano fenemos de un con– cierto celebrado entre algunos hombres, por no se que malígI1ca inspiración, para denunciarnos corno revol– tosos, y declarar en igual sentido, entonces subirá de punto la razón que Ine asisfe para ver -con horror el tono de seguridad con que el Sr. Chamorro me impu– ta hechos y senfimientos tan excecrables y ofensivos al honor, que parecen inventados por un corazón muy perverso, incapaz de concebir la virlud.

Al conceptuar al Sr. Chamorro corno hombre se– vero en la exacfifud de la expresión de un hecho, al observar la ligere1'a que aparentemente se muesfra en su lenguaje aserfi"Vo. es posible pensar que al mandar– nos a nuestra prisión un ultraje fan atroz corno el que envuelve su proclaIna, haya tenido en mira tentar nuestro sufrimiento para vengar en sus "Víctimas el efecto de su provocación.

Calumniado así, y difamado de la manera más denigrativa y solemne, el honor me exige desafiar al Sr. Chmnorro, para que haciendo causa común con mis calumniado.es, osterue esas pruebas de su archivo secreto, que él llama bastantes, que e!!foy seguro de hacer triunfar la justicia, si se someten al examen le–

gal.

Cárcel de Managua, noviembre 23 de 1853.

MAXlMO JEREZ

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