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DON FRUTO CHAMaRRa
(1806-1855>
El señor don Fruto Chamorro, General de Divi– si6n de los Ejércitos de Nicaragua, fue hijo naiural de don Pedro Chatnorro. Nació en Guaiemala y recibi6 instrucci6n acadétnica gracias al esfuerzo de su madre, una señora humilde del pueblo, de ape– llido Pérez, que no omitió medios para cullivar su claro talento.
A la :muerle de su padre, el joven Chamorro fue llam.ado por la viuda de don Pedro, a fin de que velase por los iniereses de la fatnilia que habían quedado en litigio. Don Fruto se hizo cargo de los negocios de la casa, administrando con actividad y
competencia, cap1ándose el concepio de hombre probo, enérgico, culto e inieligente.
Cuando don Fruto se graduó de Bachiller en Derecho en la Universidad de Granada fue designa– do por el Claustro de dicho Centro para edllar el semanario "Mentor Nicaragüense" desde el 6 de
noviembre de 1841 al 9 de abril de 1842 y en sus escrüos di6 a conocer su estilo serio y reposado.
Se abri6 ~atnpo. en la socie1ad granadina por sus buenas eJecutonas Y contraJo znafrimonio con doña Mercedes Avilés, datna que reunía a su fortu– na, belleza física y tnoral.
Desde que inici6 su catrera polllica ocupó alfas preElnunencias, imponiéndose en las asambleas o donde le tocaba actuar por su claro talento y exac– titud en sus juicios¡ valeroso en todo emetno, fue Jefe que no cedía jatnás ante ningún obstáculo y
co~ sus act~s dei heroistno inyectaba valor y opií– mIsmo a qmenes le seguian.
A la edad de 49 años :murió el 12 de marzo de
1855, cuando el P!lís ardía en la llamarada de la guerra civil encarnizada. tSrita. Sara L. Barquero, Gobernantes de Nicaragua, págs. 81 y sigs.)
MANIFIESTO POLITICO
EL DIRECTOR SUPREMO,
A LOS PUEBLOS DEL ESTADO,
En los momentos solemnes que tomaba posesi6n del alto puesio que se me confiara, dije ante la Re– presentaoi6n Augusta del pueblo soberano, "Yo COtn– prendo que el primero de tnis deberes es la conserva– ción del orden, como objeto primordial de las socie– dades, para conseguir por su tnedio la felicidad y
prosperidad de los asociados. En tal concepto proou– raré, con iodo el poder que acabáis de depositar en mis manos, llenar aquél deber, y llenarlo de tnanera que el pueblo nicara.güense no sienta los estragos que los perturbadores del orden le causan cuando logran invertirlo, porque seguiré la sabia regla del derecho que prescribe prevenir los males antes que retnediar– los."
Desde mi ascenso al poder tracé, pues, la conduc– ta que observaría si durante mi
administraci6n se fra– guaban esas sordas conspiraciones que tanio han trabajado al país¡ y consecuente con aquellas convic– ciones y con aquel principio salvador, no podía ser indiferente a la revoluci6n que desgraciadamente se habia concerlado y se estaba preparando en estos días en la ciudad de León por los enemigos del reposo pú– blico, sin más Inotivo que la sed de mando en unos y
la del pillaje en otros, y sin otra mira que la satisfac– ci6n de rastreras pasiones.
La Providencia, que vela siempre por el destino de las sociedades. ha querido que se revelase tan ne– fando critnen para que pudiera impe:dirse su ejecu– ci6n. Está descubier.io que los revolUClonarios se pro– ponían tornar los cuarleles de la ciudad de Le6n, po– niendo a prueba la fidelidad del soldado con el hala– go de vanas y torpes promesas, y alcanzado esie friun– fo, dirigirse in:mediaiamente a esta ciudad a volcar de cualquiera manera la adIninistracióll actual, marchan– do en seguida a desiruir a los que ellos lla:man sus
enemigos, Mas antes habían mandado agentes a com· binar el m.edio de asesinar al Director y sus Ministros el día en que se realizase en Le6n el movimienio re· volucionario, cuyo proyecto inicuo se les frustró, por– que en la fiel Managua no pudieron encontrar corazo.
ne~ ~an destituidos de moralidad y de. re~9i6n que qUlslesen cooperar a tan horrenda InaqulnaClon. El Sr. Lic. D. Francisco Cas±e11ón, principal caUdillo de la facci6n, era el destinado para regir al Estado en cali– dad de Director Provisorio, y iodo este plan estaba asentado. en una acta, que aun no había sído firmada por :iodos los comprometidos, porque no prestando muchos de ellos la garan±l.a de extricta reserva, los corifeos revolucionarios determinaron qUEÍ (nol se fir– mase hasta los tnomemos antes de la ejecuci6n de los primeros pasos. Los elem.entos de guerra que fenían listos para consuMa!:; su obra, unos, cotnO los fusiles, son en su tnayor parle de los que el Teniente Coronel José María V~lle fa) Che16n extrajo de los cuaríeles públicos el 11 de novie:mbre de 851, que se los enfre– gara el ex-General Muñoz, y otros, co=o la pólvora, es de la que el Sr. Lic. D. José Guerrero suministró para la revolución llam.ada del Guapinol, en tiempo de le. ad=inistraci6n Pineda. Contaban fa:mbién los trasior. nadores, según ellos aseguraban, con unas armas que decían haberles ofrecido mandar del Tigre el hondu· reño D. Carlos Exelmes, y con un poco de pólvora que aseveraban haberles prometido el Sr. Lic. D. José Ma– ría Rugama, nicaragüense, residente y casado en Hon– duras. EncEl.bezaban y fom.entaban la revolución el nominado Lic. Caste116n, Francisco D. Zapaia, Dr. Máxi– tnO Jerez, Lic. José Guerrero y Coronel graduado Ma– teo Pineda, designado para jefe de operaciones, y los otros direcia y fuertetnente comprotnetidos son el Te– niente Coronel y Cotnandante del Realejo José Maria Valle, su her:mano el Capüán Esteban del miam.o apeo llido la) Mocho, Matl.as So:marriba (al el Triste, Lic. en medicina José Salinas, y Bachilleres Coronado Mo– rales y Manuel Cisneros, y aunque a~arecen otros co– mo principales satélites, no han podIdo recogerse fo-
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