Page 97 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

nivel del ¡tsmo laringo-faringeo, que a veces da fenó– menos de sofocación o de constricción.

El tOl'Ozón en las personas puede ser real, reflejo o psíquico.

En el primer caso, tEmemos algunas afecciones fa– ringo-laJingeas (Láncer, sífilis, 1uberculosis y cuerpos ex– traños).

En el segundo Cuso, las parasitosis, sobre todo las tenias, hipopecias e histerismo.

En el tercer caso, el miedo, la preocupación y la responsabilidad.

Es muy frecuente oir exclamar: "Se me hace imposi– ble tragar". "Tengo un nudo en la garganta".

1"05

La tos es el síntoma que preocupa mucho al enfer– mo y a sus familiares.

La tos secl.l, así la denuncian el enfermo o los fami– liares al médico, faltando que éste confirme si es o no pulmonía u otra cosa.

La tosacita, es la que impresiona, la que ahuyenta a los amigos porque presumen tuberculosis. Una toces ita es la que precede a muchas muer tes, sobre todo, la de los caldíacos.

Tos cansoSél, la que se presume como tuberculosa.

TRABAJOSA

Tro:bajosll, es un vocablo derivativo que se expresa con angustia y dolor al contemplar a un deudo presa de gestos y movimientos corpóreos en forma convulsio– nante, el enfermo, sobre todo, un niño, presa de una mor– bosidad, trabaja, lucha consciente o inconscientemente, contra la fatiga, contra la asfixia.

TREPAR LA CARNE

Trepill' la carne constituye un proceso de cicatriza– clon que viene avanzando rápidamente, dejándose ver un tejido nuevo y tierno, a veces sangrando con facili– dad.

De aquí la expresión jubilosa: "está hepando la car-

" ne .

TUFIENTO

Tufiento es el plesumido y vanidoso. Egolatrismo.

TUNGALA

En nuestro román– tico suelo pinolero, la túngala es la onomato· peya del sonido produ– cido por las ranas que cantan plácidamente en las noches inverna–

les; es un canto plañidero que tiene ritmo de monoto– nía. Pero entre ellas es un alegre festejo de un contínuo retozar en románticos remojones. Le decía una dama a un caporal; "parace que las ranitas se hicieron para las charcas"; pela el caporal le replicaba en cadencia con su trovadora guitulra: "Las chaicas se hicieron paril 13s ranitas".

y en medio del sonido de tantas túngalils que rom-

pen el silencio de tantas noches de vendaval, prorrum– pe también a cierto ritmo de tiempo como llanto senti– mental el guerrén-guerrén-guerrén del tia sapo como si fUese un contrabajo pasional.

No es el croar de una rana solitaria en un patio de la casa, es el sonido distinto que traduce el canlido del tungalar, o el sinnúmero de ranitas que cantan en las cercanías de una casa IOdeada de la flÍa noche, pero entibiada quizás por el calor de un dulce hogar. El tun– galar se dejar oir y retoza en las charcas, durante las noches frías del vendaval.

En San Juan de Oriente o San Juan de los Platos, por la deslreza y originalidad con que fabrican las lozas de barro estupendamente prepal ado, es un puebJito bas– tante indígena, quedó en él, fa tradición de la túngala.

Es una ¡uelga al estilo que la señalan para un determi– nado dra, el día de la túngala o chiche may (chicha de maíz), para gozar de élla, toda una noche. Pero la chiche may (la túngala), es el pretexto, pues son otras chichitas más fuertes las que se necesitan, tales como la calave– la de gato, la chiche cayol, la chicha de bruja, la cusu,i– ta o el guarito, para que exciten y conviden más a la vi– da Quizás mas de algún enamorado ha necesitado la es– calel ita de algunas de estas chichitas, para tener valor u osadía de poder tomar la otra chichita en dulce liba– ción de calavera de mujer.

La suave chicha de maíz, queda solamente para las hembras participantes en la loca algarabía de'la túngala a guisa de estímulo y ofrenda para ellas que son la gra– cia y el movimiento en el baile al compás de las dulces marimbas y guitarras. En la fiesta, una de ellas, blanco de miradas envidiosas y codiciosas es la elegida reina del huipil, en una de esas noches del romántico trópico nicaragüense.

En las túngalas, donde hay sabor de alegría, algu– nas veces hay sabor de tragedia, una venganza, una bro– ma bien calada o la fuga de una ranita que a hurtadillas se deslizó en alas del amor bajo la cobijante sombra de un mamón o de un genízaro o de un nacascolo.

Un viejo del lugar, el buen amigo don César Gu– iiérrez, hombre bastante mestizo, añoraba sus tiempos mozos y relatilba una anécdota, su voz semejante al so– nido ele un tlonco hueco o mas bien parecía el guarrón–

gu~rrfil1 del tío sapo. Y comenzó así: "aquellos tiempos mi buen amigo ¡Oh! '" Eran mas mejores y uno corlÍa sus buenas aventuras cuando salían las ceguas olorosas a jazmines y otra clase de brujerías que espelucaban el cuerpo y nos ponían los nervios de punta, tal que el frío de la noche ¡unto con el frío del miedo, se nos iba quien sabe para donde, el zumito de la túngala. Recuerdo la anécdofa que le pasó a mi viejo y valiente amigo Galie– go, engallado por el reciente sí de una regia moza que ha poco había estado con ella en la fiesta, terminada

ésta, a su regreso, al pasar por un ancho del camino de– bajo de un coposo árbol de mamey, de pronto, el ruido suave de sus ligeros pasos, se ahog6 por un sibilante

y penetrante silvido seguido de una recia y estridente

c~lCajada; era la cegua que se le enfrentaba cara a cara, interrumpiendo ágilmente con su fantasmal figura el <.urso de su camino para hacer de él, mediante su in– fluencia dié1b6lica un hombre jugado. Terminado el es– trépito, solo se dejaba oir de ella algunas palabras ¡nin- -66-

Page 97 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »