Page 55 - lista_historica_magistrados

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Una vez que hube llegado, lodos mIs pai– sanos mostraron gran interés y curiosidad por saber qué noticias les llevaba yo. Les dí infor– mes, favorables por supuesto, respedo a la defensa de la poblaci6n, pero por aparía llamé al Gral. Luis Vega y al Dr. Daniel Gu±iérrez Navas y les dije la verdad sobre la impT6sión personal que obtuve en m.i visita a las líneas mencionadas.

. La I1:0che de ese día pasó tranquila, dor– munos b.len y como a las cinco de la mañana estábamos ya en pie ordenando a la oficiali– dad a~istara las bestias y a los encargados de la COC1na prepararan el rancho para estar dis– puestos a efectuar la inspección acordada.

Terminando el desayuno nos enconirába– mas todos, cuando sonaron algunos disparos esporádicos y después un ligero liro±eo conti–

~uo y. a poco rato, supimos lo que yo me había nnag1nado: Las hueas habían sido rotas en to– das ~as partes indicadas por mí, porque al con– trano de noso..l:ros los nicaragüenses peleába– mos en grupos cerrados, los hondureños como lo expresé antes, tenían sus líneas de de'fensas muy abiertas.

Al notar que el ..I:iroteo se suspendí a se levantó de la mesa el Gral. Luis Vega y saÚó a la calle mirando hacia la colina que teníamos detrás y en vista que el ejército defensor de la pla~a venía en una com.plefa y desorganiza– da reÍlrada se regresó hacia mí, diciéndomB: "Móntese y véngase".

En esta pequeña intervención del Sr. Vega reconocí al hombre dinám.ico que en Julio de

1893 pedía en frecuentes y extensos telegra– mas él; los jefes militares granadinos que no depus1eran las armas, puesto que él los apo– yaría con ocho mil hornbres de Ma±agalpa ofrecimiento que no fue aprovechado. '

~on el aviso dado por el Gral. Vega fuí in– rned1atarnenfe a montar junio con el Dr. Gu– iiérrez Navas y airas de mis oficiales, y al salir a la calle nos encontramos con los Grales. Or– dóñez y Bulnes y con los primeros derrotados que bajaban de la colina, entre los que venía el Coronel Pilar Mariínez, a pie, sudoroso, ves– tido de saco y pantalón de casimir negro, y

com~ era corpulento, pensé que aquel jefe podna ser capturado en cualquier m.omento si alguien no le ofrecía una bestia en la que huir y entonces yo mismo bajé de rni rnula y se la ofrecí quedándome yo a pie. No sé si él supo quien había sido la persona que había tenido aquel gesto generoso para con él.

Aquel desorganizado desfjle era encabe– zado por los Grales. Ordóñez y Bulnes pero la soldadesca iemerosa de que pudiera ser de±e– nida en cualquier momento para proteger al Gral. Manuel Vargas que sostenía un nutrido tiroteo al lado del valle, principió por dispa– rar a uno y otro lado del carnina corno para darse valor o para atemorizar a los jefes con– trarios y creer que el combate del lado del va– lle lo sostenía con éxito el dicho Gral. Vargas. Hablé el Gral. Bulnes de la conveniencia de ir a

pro±e~er a aquel valiente milifar que tan des.

venia)osarnente estaba luchando, pero segura_ menie por la desorganización en que venían las tropas, y su constante tiro:l:eo, no se hizo nada y la marcha con±inuó así hasla que lle– gamos al, p~e~~o de San Lucas, donde se hizo

a~to Y, pnnClplO la reorganizaci6n de aquellas d1sem1nadas fuerzas.

Del pueblo de San Lucas, comuniqué al

~residente Bonilla, que me encontraba allí )unfo con los Grales. Ordóñez y Bulnes sin ha– ber yo recibido iodavÍa los elemento~ ofreci– C}-os por él. El Preside,nte Bonilla repitiÓ sus ordenes a los Grales. cliados, quienes después de dos días de recoger soldados desbandados me entregaron doscientos hombres bien equi– pados de armas y de parque.

~on este pequeño contingenie salí para El Parmso, pueblo pequeño inmediato a "Las Ma– n?s", punte;' geográfico fronterizo a Nicaragua, bJen conoc1do ahora por la ciudadanía nicara– güense por los recien:l:es hechos de Mokorón

~ien..l:ras .descansábamos en El Paraíso fomab~

lnformac10nes sobre las mejores rutas para in– .l:ernarme en :tierras nicaragüenses, sin ser des– cubierto al primer momento, pues era mi pro– pósifo des?rientar a l~s f~erzas de Zelaya e lnier;-ump1r s;Us comun1caClones con el ejérciio que el ya ten1a en Honduras, y en esas investi–

g.~ciones ~legué a saber que en Dipilto, pobla– ClO11. de N1caragua que queda a poca distancia del lugar donde yo estaba, se encontraba una colurnna de doscientos hombres colocada en rnuy mala posición, pues ocupaba propiamen– te el pueblo que queda en el fondo de una ca– ñada. En vista de la facilidad que presentaba para mí la dE¡lstrucción de dicha columna no tuve tiempo' que perder, y dispuse salir' esa mislLl.a noche por caminos extraviados o me– jor dicho por veredas, hacia eSe lugar. ' A las .cu~tro de la r;tél;drugada llegarnos a las prox1m1dades de Dlpl1fo e hicimos alto para dividir las fuerzas en dos columnas: Una para que descendiera por la falda izquierda y la aira por la falda derecha, tomando ambas m';lchas precauc~ones para no hacer ruído y evliar ser descubler~~s por el enernigo, aprove– chando que iamblen estábamos protegidos por una espesa neblina. Yo personalmente, comandaba la columna de la falda derecha, y

al clarear. el día ordené a mi cl.arín rompiera con los a1res de fuego. Inmed1afamente por todas las líne.s;s se oyó,un fuerte tiroieo y abajo en la poblaClon se vela correr la gente de un lado a otro. Los soldados buscaban como esca– parse, pero estaban cercados, tomada la sali– da de escape para el OGoial; así fue que no pudieron sostenerse y antes de una hora de fuego, tuvieron que rendirse con pérdidas bas– iante sensibles.

Cuando todo estaba ya en calma y los ofi– ciales me dieron aviso de que iodos los solda–

dos enemigos estaban hechos prisioneros, bajé a recorrer el campo de cornbaie con don Gil-

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