Page 46 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

era republicana, el pueblo ingresó como c1ien~ela pol.ític~

en la historia latino-americana, pero lo demas continuo como antes. El presidente de la república fue solo un he– redero del Virrey, con mero cambio de título, de fuen– te de mando, de ceremonial consagratorio. Perdura con los poderes, las prerrogativas, el estilo de gobernar. El parlamento se cubrió con las formas importadas, pero su contenido fue el del mundo cortesano e intrigante que se agitaba en las Cortes Virreynales o en las camarillas de las capitanías. Las voces enciclopedistas y corifeos de la convención francesa, fueron voces que clamaron sin au– diencia. Las clases dirigentes que dejara ra Colonia foro mada por segundones, encomenderos, funcionarios, ple– beyos ennoblecidos, se coaligaron para defender sus privilegios bajo el nuevo régimen, constituyendo el Pa– triciado, oligarquía de castas, que independientemente de sus propósitos inmediatos -se transformó en el funda– mento de las nuevas nacionalidades. La función princi– pal del Patriciado fue la de conservar la esencia, el es– tilo, el modo de hacer de la Colonia. Más su realización histórica fUe la de impedir la disgregación que acarrea– ría la emancipación.

Hoy existen naciones ahí donde los Patriciados oli– gárquicos se hicieron fuertes. Donde fueron débiles vino la balcanización de la América Central, la disgregación del Perú. El Patriciado forjó una democracia er Chile o salvó la independencia de México, o impidió la disolu– ción nacional en el Perú, o arrojó al invasor europeo co· mo en el Rro de la Plata, en Abtao, en el Callao o en México. Fue por sus Patriciados que América latina de·

de ser un Continente disponible.

Primer paso del Patriciado fue romper el monopolio mercantil imperante bajo la Colonia; los primeros heral. dos de la libertad de los mares fueron los ingle3e3; los primeros empréstitos fueron conseguidos por Londres; los primeros consorcios extranjeros que se establecieron en las antiguas colonias fueron empresas británicas. Las primeras inversiones, el primer ferrocarril, las primeras máquinas, vinieron de Inglaterra.

La intromisión extranjera aUlnentó a medida que progresaban las inversiones. El incremento y el descaro de la ingerencia eXhanjera debilitó y dividió al Patricia. do. Un sector orgulloso de su prosapia hidalga, se man– tuvo altanero e impotente. El otro, se adaptó, y en cier– to modo se desnacionalizó, ya que incorporó en su se– no con todos los honores, a ros inmigrantes enriquecidos

y más y mejor todavía, a los hijos y nietos de esos inmi· grantes.

Se ha acentuado la crítica acerca y sobre el papel de la oligarquía. Sin embargo, las oligarquías de~empeñalon

el papel de categoría histórica. Función compleia y rica que lleva en sí el antagonismo viviente de lo progresivo

y de lo regresivo en unidad inseparable.

EXPRESION y VALOR DEL CAUDILlISMO.-No esca– sean sociólogos que quieran estimar el caudillismo como tara típica latinoamericana y hasta como causa de los ma· les que padece su política. Toda colectividad que no sea decadente, es capaz de engendrar personalidades ópti– mas, figuras sobresalientes que captan la docilidad de las masas, sometiéndola a su influencia por decisión libre Tal fenómeno es común él lodos los pueblos dotados de

energía, independientemente de la calidad de las empre– sas en las que tales fenómenos tengan participación. Pa– ra que la sociedad sea posible es forzosa la presencia antinómica y armoniosa, a la vez, del mando y de la obe· diencia. El caudillismo se cimenta en la armonía lograda por las vías irracionales de las masas. El resultado de la cantidad y calidad de pasión, de la fuerza primaria misma resultado de las reacciones colectivas ante la frustración material de las condi::iones de existencia. Más que la esperanza en una situación mejor, el caudillismo erpresa la salida, la angustia colectiva frente a la excesiva dure za del presente. No hay sólo entusiasmo, optimismo y esperanza; hay también sentido de frustración y ánimo desesperado.

En el caudillismo hay hegemonía de la emotividad

y del sentimiento sobre la racionalidad y la lóg'ca. El expresa capacidad para acometer grandes empresas y antídoto contra la decadencia, pero también riesgo cons. tante de confudir Jos caminos y de equivocar desastro– samente las finalidades. El caudillismo cultiva la irracio– nalidad, con evidente desmedro de la afirmación y de la nacionalidad. Amottigua y elimina la responsabilidad del individuo y del grupo en la actividad política, para trasladar la confianza mágica hacia el mito, hacia el po– der milagrero, hacia las cualidades alucinantes del caudi– llo. Al fanatizar a las muchedumbres que conduce, el conductor se fanatiza a sí mismo y su voluntad política se convierte en oportunismo. El movimiento entonces se hace veleidoso, incapaz de conseguir con firmeza un ver– dadero designio y de poner en ejecución un plan con– corde con las posibilidqdes de la realidad. la voluntad del caudillo, como consecuencia de su situación, se torna fascinable y se fascina con la embt iaguez de sus pro– pias ficciones, que le llevan a perseguir éxitos superficia– les, sacrificando la realización austera al malabarismo con capacidad de deslumbrar a la multitud. Y el aspecto más negativo del caudillismo es su idealismo de 'bajar con el que la masa llega a contagiarse con el dramatismo. Dos formas históricas calificaron el caudillismo en el pasado. Caudillismo rural, tormentas de fuerza primi– liva, gui¡¡das por voluntades indomables; y caudillismo urbano, mas permeable a la racionalidad y a la fundación ue

nuestros valores. El primero ha sido más demoledor y sus posibilidades han pasado para siempre El segun–

do, más constructivo, expresa en la actualidad la brava insurgencia de las Clases Medias contra la dominación de la oligarquía El primero encontró su expresión en representantes como Boves, Pancho Villa, Emiliano Zapa– ta; el segundo en Piérola, Madero, Alessandri, Batlle y

Ordoi'íez. En la época reciente son las clases nuevas las

que eilgendran y amamantan a los caudillos polfticos. Lá– zaro Cárdenas, Juan Domingo Perón, Eva Duarte, Chibás, Rómulo Betancourt, Jorge Eliecer Gaitán, Marmaduque Grov€':, Haya de la Torre, Víctor Paz Estenzoro, son los caudillos de nuestra era. Todos ellos han salido de las clases mediñs y ofrecen una diferencia profunda con los viejos caudillos que fueron primordialmente guerreros. Los de ayer emplearon principalmente la acción comba– tiente y aguerrida de las "montoneras"; los de hoy, uti· lizan el micrófono, el magnavoz, el cine, el avión, para movilizar las muchedumbre y lanzarlas a la acción como masa contemporánea.

--34-

Page 46 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »