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da por los años de 1751 ( quien al describir la parroquia de esta ciudad donde se ha venerado a la Virgen de Concepción, dice que era suntuosa, con aire catedralicio, que tenía en una de sus torres reloj que daba las horas y medias horas que se oía por toda la ciudad. Que el coro era dorado y tallado. Que tenía tres naves y cinco capillas; retablos de mucho valor artístico. Que había órgano y que gozaba de muchos emulumentos que da– ban para su subsistencia con decencia teniendo un Cu– ra y Teniente Cura, Sacristán Mayor y que el Obispo de León permanecía más tiempo en Granada que en su Se– de por haber aquí más medios y residir más familias españolas que en León.

Esto era cuando Granada era Granada, según ex–

presión que se le oía decir a! Obispo Navas y Quevedo

en su visita episcopal hecha años atrás, por los años de

1677 a 1678( es decir, 73 años antes.

Este mismo Prelado fue el que calificó a Grana– da de "esta pobre Troya" en memoria dirigida al rey de España informándole de su visita a esta ciudad después de una de tantas incursiones piráticas que la había de– jado en escombros.

Se salva del incendio la venerada Imagen.-EI Pre– sidente Martínez le confiere el grado de General. Le cambian los ojos. Año en que fue hecha. Opinión del señor Angulo sobre la imagen.

Ya hemos leído le descripción que de la parroquia de Granada hace el Obispo Morel y Santa Cruz que la conoció a mediados del siglo XVII. Cuando el incendio de esta ciudad, en el mes de Noviembre de 1856/ todo eso quedó reducido a escombros. Pero la imagen de la Virgen Se salvó. Manos piadosas la sacaron del templo en llamas y fUe llevada a Posintepe por doña Anita Vijil, hermana del Padre Viii'- Pero no creyéndola a salvo en esa lugar( la llevaron a las isletas. Encontrándose en Ase· se la anciana señorita Carlota Chamorro, recordaba ella haber visto pasar los botes que iban orillando con direc· ción a las isletas y al pasar les gritaron: IIAquí llevamos salvada a la Patrona de Granada, la Virgen de Con– cepción". La llevaron a la isla de la Venada( en la co– marca de Playa Grande y [a pusieron bajo una ramada para librarla riel sol y de la lluvia y tenerla en venera– ción.

El rayo( su corona y demás joyas que tenía, fueron robadas por los filibusteros, incluso el frontal del altar mayor y demás objetos de valor, de plata y oro, que se

incautó Walker, para acuñar moneda- según recibo que extendió al Vicario Capitular el señor Hilaría Herdocia, Pasada la guerra nacional el Presidente Martínez le concedió el título de Generala de los Ejércitos; la guar– nición de la plaza, tanto oficiales como soldados, le ren– dla cada año tributo tomando a su cargo un día del no– venario que se llamaba el día de los militares, y la pen– sión que el Gobierno pasaba a los templos quemados, la que correspondía a la parroquia estaba a su nombre en el presupuesto de gastos de la Nación.

Andando el tiempo, manos ingénuas quisieron mejo– rar la imagen y dispusieron cambiarle los ojos que te– nía, que eran pintados( por otros de vidrio( como los de

las otras imágenes modernas. No había nada malo en ello, al parecer( como creyeron que no se hacía una prJ– fanación cuando fUe retocada, mudándole la pintura que

trajo que era semejante al manto de Nuestra Señora de Guadalupe, azul guarnecido de estrellas, y túnica escaro lata, con dibujos de oro( y se cometió con ello otro de– sacierto porque desapareció el matiz original con que vino( así como la pátina que el tiempo había impreso en su rostro.

Para colocarle los oios se llamó al escultor don Juan Ramón Silva( de mucho mérito como tallista, y hubo que desprenderle la mascarilla. y, ¡oh sorpresa, en el hueco se encontró un pergamino con esta inscripci6n: IIC!NE_ ROVO ME FECIT- 1712 11

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Es decir, el nombre del ar– tista y la fecha en que fue hecha. Aparecía su fe de bau– tismo( su partida de nacimiento. Había sido hecha por manos humanas, como las demás imágenes. Se descu– bría la incógnita. Como esos muchachos traviesos que intrigados por saber qué hay por dentro del juguete que taca música, o en la muñeca que dice MAMA, y lo abre, y escurca su interior, para encontrarse con la triste rea– lidad de que no es más que una cuerda( o un órgano que con el viento modula sonidos, así el deseo de me. ¡orar la imagen las llevó al conocimiento del imaginero que la concibió con su mente de artista, y del año en que fUe hecha.

Solo resta saber cómo fue que vino a estas pla· yas; sí sería hecha en Madrid( en Avila( en Barcelona, en qué lugar de la Península: nadie lo sabe, nadie ha sa– bido quién la trajo. Si fueron los frailes; si fue algunos de los Gobernadores que vinieron a hacerse cargo de es· tos pueblos; si sería alguno de los Monarcas españoles que la envi6 como real presente, eso quedará en el mis–

terio, eso constituye el prodigio: que vino solai que na– die la trajo. Su presencia es desconocida, sigue en el misterío su aparición. Se descubre que fue hecha de ma· nos humanos, pero permanece ignorada su procedencia. De manera singular fue su llegada a Granada y aquí caben todas las hipótesis: un naufragio, dicen unos; fue obra de los franciscanos, opinan otros; alguna dama es– pañola la donó, suponen los demás. Lo cierto es que la tradición permanece en pie, sencilla, llena de encantos y de místico candor cristiano.

Réstanos agregar que en años pasados que anduvo por estas repúblicas el historiador del arte hispanoame– ricano don Diego Angula lñiguez, arquéologo español, fue a conocer la imagen de Concepción y después de hacer en ella un detenido examen, le declaró al doctor 8árcenas Meneses que dicha escultura es un eiemplar tí–

pico de la imaginel ia española del siglo XVII, pero que encontraba en ella un anacronismo y era el tener los ojos de vidrio Iqs que no se usaban en esa época sino pintados por el propio artista en la madera.

El doctor Bárcenas Meneses le explicó al estudioso español que nos visitaba, el cambio de ojos que se le había hecho a la imagen, con lo que se introdujo un or– den compuesto -digámoslo así- entre el estilo ba– rroco que es al que pertenece la imagen, y el estilo mo– derno que adquirió con los ojos de cristal.

Por eso la Iglesia tan sabia prohibe que a las imá· genes llamadas "preciosas" por la devoción que despier– tan, no pueda hacérseles ninguna reforma si no es con

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