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MOLLERA CAlDA

MIADOS

MEnDO EN CARNES METIDO EN HUESOS

quier desgracia. Allí estaba la debilidad del hombte, como dije atrás, el hombre no temía al hombre, pero sí. al fenómeno.

La leyenda del monsepo consistía en la maldad de malos espíritus, que introduciéndose dentro del cuerpo de una persona, podían arrebatalla o formar de ella, un núcleo o cúmulo de entes, capaces de desencadernar cual– quier siniestro con la menor provocación. Este personaje era para el lugar, una temeridad; además, era el blanco mental de insultos, injurias y maldiciones, porque la ac· ción y la palabra despertaría la maldición en el lugar Este personaje era insancionable, intocable e inmune. El afectado comprendía su situación y si no tenía la suficiente fortaleza de ánimo, naturalmente, su sufri– miento le minaba poco a poco el organismo, llegando hasta la completa extenuación y muerte. Aquellos ciu– dadanos decían que el enfermo tenía transparencia. Por el contrario, si el pacientee tenía fuerza de ánimo, el su– frimiento no le invadía, reponiéndose fácilmente y su al– ma lechazaba a los "entes"

La familia del infortunado tenía que ser solícita y obligada, considel aban a su deudo, fuera de culpa. Pe– ra algunas veces podían surgir dificultades bajo el histe– rismo de la preocupación. Entonces allí estaba la amo– nestación.

Por lo gener al, nunca sucedía durante el monsepo ningún fenómeno fatal que castigal a al pueblo. Si acqn– teda, era pura casualidad.

Otra cosa, arriba dijimos que el individuo podía ser arrebatado, indudablemente, podría ser una desaparición misteriosa, una huída propia o un secuestro

Si el enfermo curaba, perdía su inmunidad hasta después de haber pasado doce lunas, quedando entonces como un individuo normal Esta rara creencia no era to– 1'al en nuestro suelo, era muy arraigado por los lados nortes de Chontales, modificada y atenuada en algunos lugares y nula por otros, en las partes más civilizadas, El monsepo de nuestros días, muy escasamente es un vestigio de aquella vieja leyenda. Hoy, el curandelo que está tratando a un monsepo, le da la sentencia y di– ce: "morirás monsepiado" y el enfermo, no solo él, car– ga con el hechizo, sino la familia entera. De manera que la única solución es salir del lugar.

Si el pueblo se entera que una persona está con monsepo, recaen miles de congeturas. Yo mismo lo he observado cuando mi estadía en Diriomo. El monsepo de hoy, llega a una persona, cuando ésta, siendo impor– tante, es el tiro de ,blanco de injustas calumnias y opro– biosas amenazas.

La traducción científica del monsepo no es otra cosa que la tuberculosis, una consunción por mala higiene, como consecuencia de una larga enfermedad, grandes fatigas y aquí, el nombre quizás por origen, monse· po, la penal moral tan profunda que acarrea la consu– ción. Cuando no hay higiene, la misma promiscuidad se encarga de los casos en serie. .

En los pueblitos atrasados, el monsepo avanza, mientras no se consulte al médico, siempre, por desgra– cia creen más en la sentencia del curandero.

Cuando se le pregunta a los familiares, cual fue la causa de la muerte de su deudo, la contestación es cate-

Los miados, que bien puede decirse "meados", es la orinada

Los comarcanos llevan los miados al curandero o al médico, para q~e averigüe con más exactitud la enfer· medad de su deudo. El paciente no puede salir a con– sulta, está imposibilitado, pero llevan sus miados. Al decir los miados, los comarcanos dan a entender que es la orina patológica (orina del enfermo), diferente a la normal.

la leyenda del monsepo, trae con– sigo un drama fuer– te y lleno de fanta– sía e invelosmilitud: sin embargo, en aquella época, para nuestros aborígenes, la idea de la pre– sencia del monse–

po, significaba el temor, el momento pendiente de cual-

Cualquier for– ma febril (palúdica o gastroentérica) y habiendo deshidra– tación, la fontanela anterior se deprime

y en tal depresión se notan las pulsaciones de la fiebre Hay unos remedios empíricos, drásticos, que no co– rresponden a la dolencia, ni corresponden a la resisten– cia orgánka del niño debilitado. Uno de estos procedi– mientos consiste en tomar al niíio de -las piernitas con la mano izquierda, suspenderlo de cabeza abajo y golpear las plantitas de los pies, para que contragolpée contra la mollera de arriba para abajo. Este golpe lo ejecuta la curandera con la palma de su mano derecha, de plano.

MONSEPO

Una persona está metida en carnes cuando no está flaca, ni gorda, más bien, se nota que está aumentan– do de peso.

Una persona está metida en huesos cuando está fia– ca, sin aparentar enfermedad alguna

MEZQUINO

Excrecencias duras que salen en la piel, en ·cual· quier parte, pero con más frecuencia en las manos, pies, antebrazos y piernas Cuando estas excrecencias son bas– tantes diseminadas y a veces confluentes, da un aspec– to repulsivo

Existe la creencia que la formación de mezquinos sea debido en gran parte, por efecto de un mordisco de garrobo o sangre de éste en contacto con la piel huma– na, propicia

Los mezquinos son papilomas cutáneos.

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